El cáncer. (extraído del libro inédito -Mas allá de Hamer- de Fernando Callejón)
Hay
una interesante teoría de un físico y matemático español, Antonio Bru,
que considera a los tumores estructuras fractales, es decir, estructuras
geométricas que permiten describir procesos que aparentemente son
impredecibles pero que responden a un orden oculto. Ya en la medicina se
han desarrollado modelos fractales para las dendritas de las neuronas y
los capilares pulmonares, pero no así para los tumores. El propone que
los contornos de los tumores son de naturaleza fractal y eso le permite
usar el análisis matemático para describir la dinámica de su
crecimiento. Según sus estudios, la mayor proliferación celular de un
tumor se desarrolla en sus bordes existiendo un mecanismo de inhibición
celular en el centro, tal como se puede observar en las células normales
a través de la inhibición por contacto. Las nuevas células que se han
dividido en el tumor, se mueven por él hasta encontrar una posición
cóncava y así lograr estar rodeadas por mayor número de células
(difusión superficial).
Lo
que le llamó la atención a este investigador es observar que las
células normales se dividían en plazos cortos (24 a 72 horas) pero las
células tumorales se toman hasta 100 días para dividirse. La explicación
que encontró es que el tumor no crece en su totalidad sino solo en su
borde. Y esto le permitió pensar que la llamada malignidad de las
metástasis se debe a que son células del borde del tumor y por lo tanto
de crecimiento más rápido. Lo que más nos atrae de esta teoría es la
búsqueda de las células del borde tumoral de espacios cóncavos ya que la
lógica hace pensar que están más alejados de los capilares sanguíneos
que le llevan nutrientes y siempre se aceptó que la angiogénesis (la
producción de nuevos capilares) era el mecanismo de crecimiento tumoral.
Sin embargo, la célula tumoral busca un espacio alejado de los
capilares, es decir, un ambiente más hostil. Bru explica esta aparente
contradicción deduciendo que este ambiente a su vez, las mantiene
alejadas de la respuesta inmune que desarrolla ante el tumor el
organismo y de la presión que el tejido normal provoca ante la
proliferación de las células. Es por ello que los tumores primero
destruyen el tejido huésped y luego
lo invaden. Este dato es importante; primero ocupan y luego se
extienden. Las células tumorales generan gran cantidad de ácidos que
corroen las estructuras extracelulares y van ocupando el espacio. Es
decir, que la ventaja que logran evitando la respuesta inmune bien vale
el sacrificio del alejamiento de los capilares sanguíneos.
Bru
explica el fracaso de la quimioterapia en los tumores grandes porque
ella destruye a la primera capa de células del borde, y esa capa
proliferativa es muy pequeña porcentualmente en relación a la totalidad
del tumor. Al quitarla (como si fuera una cáscara), la capa que estaba
por debajo y se encontraba inactiva, se vuelve proliferativa (ya que se
convierte en tejido del borde y no sufre la inhibición por contacto) y
se difunde por la superficie. En cambio en los tumores no sólidos no
existe esa competencia por el espacio y la quimioterapia puede ser más
efectiva (leucemias).
La
célula tumoral busca una caverna. Jerarquiza el espacio a su nutrición.
No se le ocurre comer cuando su vida está en peligro. Si crea el
espacio necesario, después podrá comer. Un claro comportamiento de
supervivencia. Una inteligencia evolutiva. Las hordas asesinas envían
las postas para ir ocupando espacio. La lucha ya ha comenzado.
La diferencia entre reparación y solución.
Si
llevemos esta interesante teoría a la mitología celular (ver el
capítulo -El cubo de Neckel-), observamos que la falla en la supresión
de la mitosis en el punto M (en el alineamiento de los cromosomas) es la
puesta en actividad de un intento reparativo. En ese momento, en el que
naturalmente las células fallan en su orden (es lógico que así ocurra
en las millones de veces en que esta mitosis se realiza) en lugar de
producirse la supresión del proceso, se le permite continuar. Es este
momento el nacimiento de una respuesta biológica que en lugar de
suprimir el proceso intentará repararlo. Recordemos el segundo criterio
de la sexta ley: "las enfermedades arquetípicas activan el mecanismo
adaptativo de la evolución: la destrucción de las formas actuales que ya
no son útiles y la instalación de formas primitivas que buscan nuevas
formas. Aquí se observa el mecanismo destructivo de la reparación y la
supervivencia de los genes más primitivos". Lo que se produce en este
momento es una lucha entre el mecanismo celular de la reparación y el de
la supresión. El primero intentará que la vida continúe (que siga la
mitosis) y el segundo intentará que la vida cese (se instala la
apoptosis) Es una lucha entre la vida eterna y la vida mortal. La
paradoja que se instala es que la vida eterna es francamente destructiva
para el organismo individual y en cambio, la muerte celular programada
(la apoptosis) permite que se anule esa destrucción.
Es
por eso que Bru propone una salida terapéutica francamente conmovedora;
no matar (con quimioterapia por ejemplo) a las células del borde (ya
que si no crecerán las de abajo) sino encapsularlas en las cavernas
donde están acurrucadas, dispuestas a destruir....para reparar.
No
es difícil entender que estén dispuestas a destruir para reparar. El
sentido biológico es siempre reparativo. Recordemos el cuarto criterio
de la sexta ley: "no se trata de solucionar la injusticia (o exclusión)
sino de repararla". Esta diferencia es fundamental para entender porqué
la célula se vuelve arquetipo de célula madre; la reparación implica el
sacrificio de las formas actuales. Este es el mecanismo evolutivo y es
la evolución la que está haciendo justicia, y es claro que el sentido de
justicia de la evolución nada tiene que ver con el sentido de justicia
humano. En aquel, lo que importa es la desaparición de las formas
celulares actuales que no han sido capaces de satisfacer el
requerimiento biológico (en el caso del cáncer, un requerimiento que va
más allá de la propia vida del individuo y que se liga a constelaciones
de sus antecesores; algo que la medicina llama predisposición genética)
para instalar formas que buscarán una nueva adaptación.
Lo
que propone Bru es un ritual de apaciguamiento como los que hemos visto
al analizar el comportamiento de lucha entre animales. Elevar la
cantidad de neutrófilos circulantes para que inmovilicen a las células
del borde. "Cualquier proceso inflamatorio suficientemente importante
será capaz de esto", dice Bru. Las células del borde del tumor crean
espacio y Bru se propone ocuparle ese espacio. Una franca lucha
territorial.
El
sexto criterio de la sexta ley concluye: "el abordaje terapéutico
necesita una convivencia entre las formas celulares primitivas y las
formas celulares actuales; para que esta convivencia ocurra, se necesita
de un código de comunicación entre ambas hasta que cese el intento de
reparación".
Lo
que dice Bru es bastante parecido: "los neutrófilos ocupan el espacio
que la célula del borde tumoral ha creado y ejercen una competencia en
este espacio; es decir, un efecto mecánico". Un encapsulamiento a la
espera de que el sistema inmune destruya todo el tumor.
Hamer
hace 25 años lo decía así: "la solución del conflicto biológico genera
un estado de vagotonía con proliferación de microbios que actúan como
barrenderos". Al fin de cuentas, donde hay microbios, hay neutrófilos.
Lo
que Bru propone hacer con el factor de estimulación de colonias
granulocíticas (llevar los neutrófilos al borde del tumor) Hamer lo
propone con la solución del conflicto biológico (que el sistema
nervioso, el órgano y la psiquis entren en vagotonía y los microbios
actúen como barrenderos). Ambas propuestas son valiosas pero hemos visto
que tanto la inflamación que propone Bru como la vagotonía que propone
Hamer genera en buena cantidad de pacientes, el apresuramiento de su
muerte (obstrucciones locales, accidentes cerebrovasculares, infecciones
graves, etc.). Muchos pacientes, logran sobrevivir pero si la masa del
conflicto (volviendo a Hamer) es muy intensa, tanto la vagotonía como el
intento de encapsulación serán mortales. Es por eso que planteamos en
el sexto criterio de la sexta ley un código de comunicación entre las
células primitivas y las células normales hasta que cese el intento
reparativo, es decir, que ni la inflamación ni la vagotonía deben
convertirse en la anulación del
intento reparativo (en términos de Hamer, la solución del conflicto)
sino en su suspensión (en términos de Hamer, la constelación del
conflicto).
Lo
que hemos dado en llamar las metáforas biopsíquicas serían un
importante aporte a este movimiento de lucha biológica. Ya no
hablaríamos de curación del cáncer sino de suspensión del cáncer. La
jerarquización de la supervivencia (que es lo que nos ha enseñado la
evolución) implica dejar de lado muchas veces, la solución del
conflicto. Las conductas animales que hemos observado en sus luchas
territoriales y en la obtención de la presa nos ayudan a comprender
estas metáforas biopsíquicas que establecerían el código de comunicación
adecuado para sobrevivir hasta que cese la lucha.
La metáfora biopsíquica.
Podemos
decir que el cáncer es la proliferación de células en mitosis
anaplásica, es decir que se dividen en forma descontrolada. La lógica de
la fisiología celular es que esa mitosis (división descontrolada) sea
detenida por un mecanismo llamado apoptosis (este es un concepto
oficial, no mío), es decir por la destrucción de esa división
descontrolada. En el cáncer hay una información que impide esa lógica.
La célula es atravesada por otra lógica que anula el efecto apoptótico
(también conocido como suicidio celular) y prestigia el efecto
anaplásico. (división descontrolada)
Veamos las características de ese comportamiento para entender cual es el fundamento de esa lógica.
Las características de la célula anaplásica, si las observamos en el microscopio son las siguientes:
1) Menor dependencia de los factores de crecimiento que provee el medio. (no responden a las ayudas que el entorno les provee)
2) Potencial ilimitado para dividirse (se multiplican incesantemente).
3)
Maduración incompleta o ausente (no alcanzan las formas adultas y
especializadas; por ello se dice de ellas que son indiferenciadas).
4) Pérdida de la inhibición de contacto (es decir, la limitación al crecimiento, que provoca el contacto con otra célula).
5) Alteraciones en la permeabilidad de la membrana (las sustancias que entran y salen de la célula, no pueden hacerlo).
Según
estas características y propiciando un modelo de la inclusión del
sentido, (mitologizando el saber lógico de la medicina) debemos proponer
ciertas conductas que inhiban la mitosis mítica. Esto quiere decir que
podemos usar las conductas biológicas de las células del cáncer para
abordar estrategias humanas en el tratamiento de esas células. Nos
apoyamos en los dos paradigmas del mito:
1- el animismo: todas las cosas tienen vida.
2- la hipersignificación: todas las cosas tienen múltiples sentidos.
Es
así que trasladamos las conductas biológicas a las conductas psíquicas.
A esto lo llamamos metáfora biopsíquica. No es casual que lo hagamos.
Creemos que esta metáfora es lo que viene haciendo la enfermedad pero en
sentido contrario, es decir, que expresa biológicamente en sus células
muchas de las conductas psíquicas del ser vivo. Cuando alguien no se
traga una injusticia, esta conducta puede ser usada por el cuerpo para
desarrollar una hinchazón de las partes digestivas más altas. A esto
Hamer lo llama sentido biológico, es decir, que el cuerpo obstruye con
su hinchazón esa parte alta del tubo digestivo con el objetivo de no
seguir tragando. Es así que soluciona a su manera biológica un conflicto
que la persona no solucionó en su relación con el otro. Esta metáfora
psicobiológica es algo conocido por todos. Lo que proponemos es usar
este mismo mecanismo pero al revés. Al igual que la psicología debió
estudiar las conductas humanas para entender la metáfora psicobiológica,
nosotros debemos estudiar las conductas biológicas para entender esta
metáfora biopsíquica. Creemos que es un campo de acción que nos permite
ordenarnos con la naturaleza y no ir en contra de ella.
Veamos cada una de las características de la célula anaplásica y como podemos extraer de ella su metáfora biopsíquica.
1) Menor dependencia de la ayuda que le provee el medio.
Proponemos
como metáfora biopsíquica de esto, una conducta tendiente a lograr una
mayor dependencia de los otros. En el abordaje se deberá enseñar un
comportamiento territorial cooperativo y no francamente proveedor.
Este factor de la dependencia del entorno es crucial en el tratamiento
del cáncer. La célula anaplásica es una célula proveedora, es decir, que
su objetivo es la obtención de la presa, su cualidad es el tener y su
carácter es la acción. Podemos decir, que en el cáncer debemos aprender a
ser más territoriales que proveedores. Ya no es la búsqueda del tener
sino del ser, ya no es obtener la presa sino el reconocimiento del otro.
Ya no es la acción directa sino la prudencia del que se sabe amenazado.
A través de la metáfora biopsíquica, lograríamos una conducta de clara
confrontación con el accionar biológico. Si la célula nos indica una
conducta proveedora, debemos enseñarle a ser territorial. Aprender a
recibir ayuda y actuar en forma cooperativa con el entorno. Trabajar la
impulsividad de la acción directa. Permitirse ser atendido y no vivir
para proveer a los demás. Desprenderse de la responsabilidad de las
posesiones. Ahondar en el conocimiento de sí mismo. Todas estas
conductas, basadas en la dualidad -proveedor-territorial- (ver el
capítulo -El lenguaje animal-), son metáforas que confrontan esta conducta de la célula del cáncer.
No es fácil hacer generalizaciones pero esta primera metáfora biopsíquica ya nos invita
a reflexionar sobre una base menos azarosa que la usada habitualmente,
sobre la intervención terapéutica en un paciente con cáncer. No se trata
ni de llorar con él ni de ignorarlo como persona. Se trata de responder
a la conducta de la célula con una clara confrontación desde una
dimensión no biológica. Es la posibilidad de responder a la paradoja que
instala la enfermedad. Si respondemos en el plano biológico el fracaso
es seguro y es lo que viene sucediendo en el tratamiento habitual del
cáncer.
2) Potencial ilimitado para dividirse.
Ante
esta conducta proponemos como metáfora biopsíquica, una clara posición
de sometimiento a la autoridad ya que creemos que esta división ignora
el límite necesario que impone la autoridad. Recordemos que en la lucha
entre animales semejantes existen una serie de señales que el cerebro ha
creado en el curso de la evolución y que el animal vencido envía al
animal vencedor para que éste detenga su agresión. Esto lo hace con el
objetivo de sobrevivir ya que si continuara la lucha, las heridas serían
mortales. Aquí las metáforas biopsíquicas necesitan de las cartas de
navegación que Hamer propone ya que estas cartas hablan del sentido
biológico, es decir, del -para que- las células tienen semejante
conducta en la enfermedad. Un sarcoma en la pierna es un endurecimiento
del miembro de la marcha pero a la vez, está diciendo que se han perdido
los límites en esa marcha. Es necesario enviar una señal a la célula
del sarcoma de la pierna para que esta detenga su agresión. Aquí la
autoridad la tiene el sarcoma, no el sujeto ni la medicina (la mayor
parte de los sarcomas que se extirpan quirúrgicamente reaparecen). Lo
que no llegamos a entender es que el sarcoma no es la enfermedad, sino
que es un programa biológico de solución. Es por eso que debemos
sujetarnos a la autoridad de la solución. En el caso del sarcoma es
fundamental la actitud pacifista del paciente con respecto a su
enfermedad. La docilidad, la humildad, el abandono a la autoridad del
otro. Esto es fundamental entenderlo en las lesiones del mesodermo
cerebral. La confianza en que si nos quedamos quietos, el otro no me va a
matar. En estas lesiones, quien introduce esta desconfianza es el
propio médico y los familiares del enfermo, aportando nuevos conflictos
que cuestionan la autoridad del intento reparativo.
En
las lesiones del endodermo y del mesodermo cerebeloso, la autoridad no
puede quedar en manos del tumor porque aquí la reparación que se intenta
es justamente la que hay que suspender. Las células se reproducen
ilimitadamente porque no reconocen ninguna autoridad. Esto lo vemos
frecuentemente en los tumores del aparato digestivo, en donde se crean
engrosamientos (por ejemplo, del intestino) que impiden el paso de los
gases o de la materia fecal. Este comportamiento celular está indicando
la absoluta rebeldía ante cualquier autoridad y en este caso propone
algo imposible: -no cagar más-; apartarse de la suciedad de un mundo
injusto y cruel. Los intentos curativos de estos tumores son acompañados
de tremendas diarreas en donde el sujeto -se ensucia todo- y vuelve a
convivir con un mundo sucio pero posible.
Las
metáforas biopsíquicas de la conducta de crecimiento sin límites
siempre deben apuntar a volver a creer en la autoridad. Pueden ser
acciones imitativas de la conducta animal: a) inmovilización, tales como
-el retiro del mundo- (dejar el trabajo o la relación asfixiante), b)
encogimiento (la relajación, la meditación, la contemplación) o c) bajar
la mirada (humildad, docilidad, aceptación con confianza). Recordemos
que a las acciones de apaciguamiento del agresor (inmovilización,
encogimiento, bajar la mirada) pueden seguir, si la agresión es mayor,
las conductas de sometimiento. Este tema es muy complejo y solo vamos a
dar el ejemplo de la pseudocópula que los animales vencidos ofrecen a
los vencedores. Aquí, ciertas conductas sexuales (homosexualidad,
relaciones pseudoincestuosas) pueden actuar como metáforas biopsíquicas
de sometimiento y detener el crecimiento de un tumor (ver el capítulo
-La transgresión y las enfermedades autoinmunes-). Sin
dejar de recordar que cada sujeto es una historia y una prehistoria
singular, estas conductas deben ser evaluadas en el abordaje terapéutico
de esta característica celular de crecimiento ilimitado.
3) Incapacidad de alcanzar la madurez, siendo por ello células primitivas.
La metáfora biopsíquica que proponemos a esta característica es la misma que haríamos ante cualquier ser:
a) inmaduro: no generar riesgos hasta la maduración (campana terapéutica)
b) primitivo: defenderse del avance rudimentario y evolutivamente antiguo de la célula.
Es
decir que aquí hay dos características que surgen una de otra pero que
no son similares. Por un lado, la célula no llega a la madurez a la que
estaba destinada pero por esa misma razón, actúa como un ser no
evolucionado y no posee las funciones propias de la madurez. En el
primer aspecto (inmadurez), la célula es una niña. En el segundo aspecto
(primitiva) está herida. Por ello decimos que la célula cancerosa actúa
como una niña (o niño) herido. Las metáforas biopsíquicas que
proponemos son: a) cuidar a este niño de nuevos ataques en lo que
llamamos la campana terapéutica. Es fundamental que el paciente no entre
en pánico y que logre una contención permanente del entorno y de sus
médicos. Todo lo que se diga al respecto es poco. La principal causa de
muerte en el cáncer es el miedo que sufre este niño. No importa quien
sea el paciente; igual tiene miedo. Puede dar una imagen de suficiencia y
de manejo de la situación que asombre. Nosotros tenemos que saber que
todo ser vivo sufre de miedo ante la inminencia de la muerte y que
cualquier acto que estimule ese miedo puede desencadenar una crisis de
pánico con lesiones nuevas en pulmón y en riñón habitualmente. El
discurso de la familia, de los médicos y de los amigos debe ser
coherente y se lo debe proteger de cualquier opinión ajena a esa
coherencia. b) es necesario sobrevivir a los estragos que puede causar
la herida. La característica fundamental del ser primitivo es que no hay
elementos anteriores a él y por lo tanto no conoce los mejores caminos
para sobrevivir. Es por ello que actúa de forma tosca. Es necesario
dirigirse a esa tosquedad con elementos también primitivos ya que el
lenguaje moderno no es el adecuado para entablar una relación. Es aquí
que el mito cumple un papel esencial. Hemos elaborado el mito del
contrato prenatal con ese objetivo.
El test del contrato.
En
un ambiente relajado y de confianza le proponemos al paciente una serie
de preguntas a las cuales debe contestar sin pensar demasiado y
tratando de decir lo primero que venga a la mente. Anotamos las
respuestas en una hoja. -Si tuviera la oportunidad de vivir una nueva
vida y pudiera elegir qué ser, que elegiría ser, exceptuando humano?-.
La idea es que el paciente pueda elegir algún mineral, vegetal, animal u
objeto con el que no identifique concientemente su conflicto. Un
ejemplo es que el paciente diga -árbol-. Entonces se le pregunta que
características tiene, según él, un árbol. Se anota lo que dice
literalmente. Luego se le pregunta -qué le parece es lo más opuesto a un
árbol-. Imaginemos que contesta -rana-. Se le pide que enumere las
características de una rana y se anotan. Aquí tenemos ya dos figuras
contrapuestas (árbol y rana) que serán tomadas como representantes de
las figuras arquetípicas que se están poniendo en juego en esa persona.
En el caso de un tumor, serán el -niño herido- (la rana) y el -niño
mágico- (el árbol). Las características de la rana y el árbol serán las
que usaremos para trabajar con los dos arquetipos. Tenemos que agregar
que en el caso de la rana, ésta sería la representante de las
dificultades internas del individuo. Por ahora digamos esto y seguimos con el test.
Se
le pregunta ahora -si tuviera la oportunidad de vivir una nueva vida y
pudiera elegir qué no ser, qué elegiría no ser, siempre exceptuando
humano-. Imaginemos que contesta serpiente. Le preguntamos entonces las
características de la serpiente y las escribimos. Luego preguntamos que
es lo más opuesto a una serpiente. Imaginemos que dice pájaro. Le
preguntamos las características de un pájaro y las anotamos.
Ahora
tenemos varios elementos más para trabajar con las figuras
arquetípicas. Podríamos llamar a estas últimas -arquetipos secundarios-,
es decir, figuras que junto al niño herido y al mágico son utilizadas
por los arquetipos celulares en juego (-madre y suicida-). Tenemos que
agregar que en el caso de la serpiente ésta sería la representante de
las dificultades externas del individuo. Para completar el test, tomamos
una de las características de la serpiente y le pedimos que al
escucharla diga lo primero que se le ocurre. Le decimos por ejemplo,
-traidora- y el paciente puede contestar -niñez-. Le preguntamos que es
la niñez y lo anotamos. Luego hacemos lo mismo con una de las
características del pájaro. Tomamos la palabra que nos parece más
representativa de las que nombró. Le decimos -libertad- y él contesta
-felicidad-. Con esta última parte del test vamos a observar la relación
que se juega entre los arquetipos primarios (niño herido y mágico) y
los arquetipos secundarios (víctima y guía; saboteador y pionero o
prostituta y redentor).
Tenemos
finalizado el test y es hora de trabajar con todos estos elementos en
la búsqueda del lenguaje simbólico con el que el cuerpo habla y con el
cual podemos salir de la trampa que la relación entre el soma y la
psiquis han instalado. Veremos esto en un paciente para poder observar
como actúa. El trabajo con este test es un emergente de la llamada
-primera ley biológica-. Recordemos lo que ella dice. -Toda persona está
obligado a buscar durante toda su vida, lo que desea ser pero a la vez
está condenada a vivir lo que rechaza ser-.
Nosotros
intentaremos expresar de lo que surga en este test el conflicto
fundamental del individuo y lo enlazaremos a lo biológico. La función
del terapeuta es hacer trabajar con todos los sentidos este lazo a
través de un lenguaje primitivo que hemos dado en llamar -acto
arquetípico-......... (ver el capítulo -La sexta ley y el acto
arquetípico-).
1) Pérdida del freno al crecimiento que se produce cuando dos células se ponen en contacto.
La
metáfora biopsíquica que proponemos es el restablecimiento de ese
freno. Aquí es importante rescatar la teoría de Bru. Parece ser que lo
que impide este freno no es una enzima sino la propiedad de la célula
anaplásica de esconderse en una rugosidad y evitar el contacto. Así no
solo no es alcanzada por el sistema inmune que la destruiría sino que
evita la inhibición por contacto. Una estrategia primitiva pero eficaz.
Recordemos que Bru propone ocuparle el espacio y competir por él. La
estrategia biopsíquica sería no quedar excluido de los espacios
fundamentales de la vida de un ser humano. Y aquí volvemos a los mapas
de Hamer y al sentido biológico de los órganos. En el cáncer de hígado
hay una tremenda invasión de territorio acompañada de ira que no se
expresa. Expresar esa ira, como algunos creen, no es la solución. La
estrategia es encapsular la invasión. Aquí no hay medias tintas. Si hay
una invasión de territorio, hay que defenderse, pero no atacando ya que
la guerra se desarrolla en nuestro propio cuerpo. La encapsulación de la
invasión es lo que propone Bru con su terapia de estimulación de
colonias granulocíticas. Agredir es crear más conflicto. En el plano
biopsíquico, muchas veces solucionar el conflicto implica una carga de
agresividad que puede ser perjudicial. La mayor parte de las veces, la
persona enferma debe dejar de tomar contacto con su fuente de agresión.
La encapsulación sería justamente una separación del borde del tumor con
el tejido sano. Esta situación la vemos todos los días en la práctica.
Las personas no pueden aislar a su fuente de agresión y muchas veces no
lo hacen porque no valoran el daño que se está provocando. Esto puede
ocurrir porque crean que el amor los une a esa fuente o porque no tienen
la claridad mental para dar por terminada una relación. En ambos casos,
subsiste la creencia de que algo va a ocurrir y que todo se va a
solucionar. La persona no crece, lo que crece es el tumor. Aquí es
fundamental la solidaridad del entorno ya que la solución, como antes
dijimos, implica una carga de agresividad que muchas veces
reactiva la enfermedad. La inclusión en un grupo (familia, amigos,
etc.) que lo ayude a encapsular la fuente de la agresión es
indispensable. Nadie se cura solo. Es por eso que el terapeuta debe
conocer la dinámica de ese grupo al proponer resoluciones de conflictos.
¿Puede irse del trabajo y no caer en la miseria? ¿Puede separarse de su
familia y encontrar la contención necesaria para no desesperarse?
¿Puede pagar una deuda impagable por si mismo? Parecen preguntas
ingenuas pero son las que fundan la posibilidad de seguir viviendo ya
que si nada de eso es posible, lo que se le está pidiendo al sujeto
enfermo es que cargue, además de su enfermedad, con un acto heroico que
lo lleve al precipicio.
1) Alteración
en la permeablidad de su membrana impidiendo que los elementos que se
intercambian con el exterior vean obstaculizada su entrada y su salida.
La metáfora biopsíquica que proponemos a esta impermeabilidad de la membrana la hemos sugerido en la sexta ley.
Aquí
hay cosas que no se han solucionado nunca (no han salido fuera de la
membrana). Hay historias que nos actúan y que hemos recibido como
herencia en nuestros genes. Ellos son como microprocesadores con una
información que insiste en realizarse en el monitor de la computadora.
¿Cómo hacer para modificar esa información? Nosotros hemos propuesto una
mitología de la mitosis de la que podrían sacarse algunas conclusiones
sobre esta posibilidad. En ella hay tres momentos que señalamos con
poder simbólico y de las cuales hemos sacado algunas conclusiones con
valor en el abordaje terapéutico.
A) El punto Reflexión.
Este
ocurre en la fase G1 de la mitosis cuando la célula aumenta su tamaño
dispuesta a dividirse. Aquí ocurre una revisión de que tanto el volumen
como las condiciones de nutrición sean las adecuadas y si esto no es así
se aborta el proceso de división celular. Todo este momento depende de
la cantidad de fosfatos que una proteína (la CDK) transfiera de afuera
hacia adentro de la célula. Si la cantidad es escasa, el proceso se
detiene. Si la cantidad transferida es excesiva, el proceso continúa
pero en condiciones inadecuadas. Podríamos
decir que el punto R falla cuando hay mucha transferencia. Nosotros
hemos llamado al punto R -momento de reflexión- ya que la célula
(míticamente hablando) parece estar reflexionando sobre si es
conveniente de acuerdo a las condiciones observables, continuar o no el
proceso. En un giro del lenguaje, decimos que un exceso de carga impide
una óptima reflexión. Esta carga suele llamarse la predisposición
genética, pero a nosotros nos gustaría llamarla el peso de nuestra
historia (los secretos familiares, las lealtades ocultas, los síndromes
aniversario, etc.)
Volviendo
al punto R (de restricción o de reflexión), decíamos que si falla la
transferencia de fosfatos, falla el ciclo. Se nos ocurren las siguientes
preguntas: a) ¿Deberemos aprender a meditar el momento óptimo de
continuar con nuestro legado?; b) ¿Tendremos que seguir siendo dominados
por nuestros determinismos biológicos, por lo que hemos nombrado como
nuestras neuromatrices? (incluyendo los programas biológicos de
supervivencia que Hamer llama enfermedad); c) ¿Habrá técnicas,
abordajes, medicamentos que nos ayuden a modificar la carga que este
punto R sostiene?
B) El punto Gracias Madre.
Ocurre
en la fase G2 de la mitosis en el que la célula debe comprobar dos
condiciones antes de tomar la decisión de continuar con la división: a)
que ha duplicado la masa para albergar a dos células hijas y b) que la
replicación se ha completado y solo se ha hecho una vez.
El
punto "Gracias Madre" implica fundamentalmente que la copia se haga una
sola vez. Es en esta fase donde ocurren las aberraciones cromosómicas.
Aquí
hacemos las siguientes preguntas: a) es necesario convertir los
secretos familiares en actos biológicos?; b) la lealtad a mi historia,
implica la repetición de esa historia?
C) El punto Marcial.
Es
el encargado de observar si los cromosomas están alineados; en fila.
Esto me hace recordar cuando en el ejército nos hacían formar filas para
luego...romperlas. El punto M es el punto Marcial. Se trata de la
disciplina y de la autoridad de las decisiones. Aquí (al igual que en el
ejército) no hay motivos. Se trata de terminar algo para poder empezar
de nuevo.
El punto marcial es la protección de la autoridad. En un giro del lenguaje, diría que es el punto "Gracias Padre", la Ley.
Aquí
hacemos las siguientes preguntas: a) no estaré obedeciendo una ley
equivocada?; b) qué no dejo salir definitivamente de mi vida?
Las
metáforas biopsíquicas se convierten así en la introducción necesaria a
la sexta ley, es decir al abordaje de los actos que nos permiten
sobrevivir. Creemos que es todo un desafío poder entender paso a paso,
la relación entre el comportamiento de la evolución y esta mítica
respuesta biológica que llamamos enfermedad.
Pero
antes de continuar veamos las metáforas biopsíquicas de otro de los
mecanismos celulares que participa en el cáncer y en las enfermedades
autoinmunes: la apoptosis o suicidio celular.....
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