El comité de eruditos de la vida sugirió enterrar el poder de la
divinidad bajo tierra, en el fondo de los océanos, en la luna… La vida
desechó todas estas opciones: “Veo que ignoráis hasta qué punto los
seres humanos son tozudos. Explorarán, excavarán o gastarán una fortuna
en naves para intentar conquistar el espacio hasta dar con el
escondite”.
Cuenta una leyenda que en un pasado remoto los seres humanos éramos
dioses. Pero abusamos tanto de nuestros privilegios, que la vida decidió
retirarnos este poder y esconderlo hasta que realmente hubiéramos
madurado.
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