Los Adultos Índigo y Cristal provienen de dos grupos. En
primer lugar se encuentran aquellos que nacieron índigos y que ahora están realizando
su transición a cristales. Esto les supone atravesar una transformación física
y espiritual que despierta su conciencia “crística” o “cristal”, que los
vincula con los niños cristal para constituir juntos la oleada evolutiva del
cambio. El segundo grupo es el aquellas personas que nacieron sin esas
cualidades, pero que consiguieron adquirirlas mediante un duro trabajo consigo
mismos y el seguimiento diligente de un sendero espiritual. Sí, eso significa
que todos nosotros tenemos el potencial de formar parte del grupo emergente de
los “ángeles humanos”.
El siguiente extracto describe las diferencias entre los niños índigo
y cristal. Es del artículo de Doreen Virtue Los Niños Índigo y
Cristal:
La primer cosa acerca de los cristales en la que se fija la mayoría
de la gente es en sus ojos, grandes, penetrantes y de una sabiduría que rebasa
la propia de su edad. Sus ojos te persiguen e hipnotizan, haciendo que te des
cuenta de que tu alma queda al desnudo a la vista del niño. Quizás hayan notado
que esta nueva “camada” de niños están poblando rápidamente nuestro planeta. Son
felices, encantadores y compasivos. Esta generación de nuevos trabajadores de la
luz, a sus edades tan tempranas que van desde los 0 a los 7 años, no se parecen
a ninguna generación anterior. Ideales en muchos sentidos, ellos constituyen la
vanguardia hacia la que está siendo conducida la humanidad ... ¡y se trata de
un buen rumbo!
Los niños más mayores (aproximadamente de 7 a 25 años), llamados
“niños índigo”, comparten algunas características con los niños cristal. Ambas
generaciones son altamente psíquicas y sensibles, sosteniendo importantes propósitos
vitales. La principal diferencia entre ellos es su temperamento.
Los índigos
tienen un espíritu guerrero debido a que su propósito colectivo es pulverizar
los antiguos sistemas que ya no nos sirven. Están aquí para abolir los sistemas
educativos y legislativos y gubernamentales carentes de integridad. Para conseguir
dicha finalidad, requieren de un temperamento y una determinación fogosos.
Los adultos que se resisten al cambio y que aprecian el
conformismo podrían malinterpretar a los índigos. A menudo son etiquetados bajo
diagnósticos psiquiátricos de Síndrome de Hiperactividad con Déficit de
Atención, ADHD (Attention Deficit with Hyperactivity Disorder), o de
Síndrome de Déficit de Atención, ADD (Attention Deficit Disorder). Desgraciadamente,
al ser medicados, los Índigos suelen perder su extraordinaria sensibilidad, sus
dones espirituales y su energía guerrera...
En contraste, los niños cristal son
niños felices y de temperamento estable. Por supuesto que, de vez en cuando, pueden
tener sus rabietas, pero estos niños sobre todo son muy proclives al perdón y
fáciles de llevar. Los cristal son la generación que se beneficia de la
naturaleza rompedora de los índigos.
Primero van encabezando la marcha los niños
índigo machete en mano, cercenando todo lo que carezca de integridad. Después, los
niños cristal siguen el camino ya despejado, avanzando hacia un mundo más
inofensivo y seguro.
Se asignaron los términos “Índigo” y “Cristal” a estas dos
generaciones porque describen de manera muy precisa los colores de sus auras y
sus patrones energéticos. Los niños Índigos tienen en sus auras mucho color
azul índigo. Es el color del “chakra del tercer ojo”, centro energético ubicado
en el interior de la cabeza, entre ambas cejas. Este chakra regula la
clarividencia o habilidad para percibir energía, visiones y espíritus. Muchos niños
índigo son clarividentes.
Los niños cristal tienen auras opalescentes multicolores de hermosos
tonos pastel. Esta generación también muestra fascinación por los cristales y
las piedras.....
Los niños índigo pueden percibir la deshonestidad como un perro
puede percibir el miedo. Los índigos saben cuándo les están mintiendo para
sobreprotegerlos o manipularlos. Como su propósito colectivo es conducirnos a
un mundo nuevo de integridad, los índigos llevan integrados detectores de
mentiras.
Como antes se mencionaba, su espíritu guerrero resulta amenazador
para algunos adultos. Además, los índigos son incapaces de aceptar situaciones
disfuncionales en su hogar, escuela o trabajo. Carecen de la habilidad de
disociarse de sus sentimientos fingiendo que todo va bien... a menos de que se
les administren medicamentos o sedantes.
Los dones espirituales innatos de los niños cristal también suelen
ser malinterpretados. Específicamente, sus habilidades telepáticas pueden hacer
que empiecen a hablar tarde.
En el nuevo mundo hacia el cual nos escoltan los Índigos, vamos
a ser mucho más concientes de nuestros pensamientos y sentimientos intuitivos.
No nos basaremos tanto en la palabra hablada o escrita. La comunicación será
más rápida, más directa y más honesta, porque irá de mente a mente. De hecho,
somos cada vez más los que ya podemos comunicarnos mediante nuestras
habilidades psíquicas.
Tenemos un elevado interés en lo paranormal que se ve acompañado
por libros, programas de televisión y películas sobre estos temas.
Por lo tanto, no es sorprendente que la generación que sigue a
los índigos sea increíblemente telepática. Muchos niños cristal han retrasado
la adquisición de patrones orales, siendo cada vez menos infrecuente que esperen
hasta los 3 o 4 años de edad para que empezar a hablar.
Pero los padres me
dicen que no tienen problema para comunicarse con sus callados hijos. ¡Al
contrario! Los padres establecen una comunicación de mente a mente con sus hijos
cristal. Y los cristales, para hacerse entender, usan una combinación de
telepatía, lenguaje de señas que se inventan y sonidos (incluyendo canto).
El problema surge cuando los cristales son enjuiciados por
personal médico y educacional que diagnostica como “anormales” sus patrones de habla.
No es ninguna coincidencia que la cantidad de diagnósticos de autismo registradas
crezca en la misma medida en que van naciendo más niños cristal.
Es verdad que los niños cristal son distintos a las demás
generaciones. Pero ¿por qué tenemos que caracterizar como patológicas a estas diferencias?
Si los niños se comunican en sus hogares con éxito, y los padres no declaran
tener problemas... ¿por qué se trata de crear uno? El criterio para diagnosticar
el autismo es bastante claro. Establece que la persona con autismo vive en su propio
mundo, quedando desconectado de las demás personas. La persona autista no habla
porque le es indiferente comunicarse con los demás.
Los niños cristal son precisamente lo contrario. Están entre los
más conectados, comunicativos, cariñosos y mimosos de cualquier generación. También
están muy bien dotados para lo filosófico y lo espiritual. Además, despliegan
un nivel sin precedentes de gentileza y de sensibilidad hacia este mundo. Los niños
cristal abrazan y cuidan de la gente que lo necesita de manera espontánea. ¡Una
persona autista no haría eso!
En mi libro “El Cuidado y Alimentación de los Niños Índigo”,
escribí que las siglas ADHD deberían venir de Atención Sintonizada con una
Dimensión Superior (Attention Dialed into a Higher Dimension). Ello
describiría a esa generación con más acierto. En la misma línea, no se
justifica que los niños cristal sean etiquetados como autistas. ¡No son
autistas! ¡Son asombrosos!
Esos niños son merecedores de asombro, no de ser etiquetados como
disfuncionales. Aquí lo disfuncional son los sistemas inadecuados a la permanente
evolución de la especie humana. Si avergonzamos a estos niños con etiquetas o les
damos medicamentos para mantenerlos sumisos, estaremos despreciando un regalo del
cielo.
Destrozaremos una civilización antes de que tenga tiempo de echar
raíces. Afortunadamente, tenemos muchas soluciones y alternativas positivas. Y
el mismo cielo nos ha enviado a los niños cristal para que ayuden a quienes los
defendemos.
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