Mi consulta es respecto a mi pareja. Él es un hombre bastante pegado a su familia de hecho son dos hermanos y sus padres están en constante contacto con ambos; se llaman todos los días y hacen planes en conjunto, tales como vacaciones y fines de semana. Cuando entre mi pareja y yo tenemos algún contratiempo tal como un asunto con el coche, éste llama corriendo a su padre para ver qué hacer, o a su cuñado; a mí eso me molesta mucho porque yo soy una persona bastante independiente y me gusta solucionar mis cosas por mí misma, ya sea llamando a la grúa o llevando yo el coche al taller. Al inicio de la relación, su madre me dijo que existían mujeres que alejaban a los hombres de su familia, que habían hombres tan buenos que las mujeres abusaban de la bondad de esos hombres. Luego su hermana me lo dijo directamente, que no fuese a alejar a su hermano de la familia, no sé a que venía a cuento.Responde: Gabriel González.
Yo lo relaciono con el hecho de que yo salí de la casa de mis padres a los 22 años, de hecho vivo en otro país desde entonces, y aunque quiero mucho a mi familia y estoy en contacto con ellos, no les cuento todos mis problemas. Me gusta la idea de ser independiente, y no preocuparles con cosas sin importancia, me tienen mucho respeto en cuanto a mi vida, no preguntan ni cuestionan mis decisiones, cosa que la familia de él sí, y aunque sé que la relación de ellos con mi pareja no es asunto mío, sí siento que está minando nuestra relación. Mi pareja lo único que me dice es que él es feliz así, y a mí me da la sensación de que al estar tan dependiente de su familia a tal grado que viven muy cerca entre sí, es un síntoma de inmadurez, y para mí es poco atractivo eso en un hombre. Gracias.
Es consabido que ambos habéis tenido aprendizajes diferentes y que ambos actuáis de forma diferente ante las complicaciones, o simplemente en la relación con vuestras familias de origen. Esto es uno de los grandes problemas que hacen que las parejas entren en crisis si no aprenden a manejarlo. Ello no significa que ni uno ni otro tengáis que cambiar vuestros aprendizajes, pero sí tendréis que adaptarlos en vuestra relación. Se tienen que compatibilizar y tendréis que aprender, ambos, a establecer una interrelación con las familias de origen que no provoque una ruptura o una crisis grande.
Todos sabemos, de forma más o menos consciente, que somos producto de una familia, en la que hemos nacido y nos hemos criado hasta adquirir entidad propia. Por eso es una ingenuidad la tan manida frase: “Yo me he casado contigo pero no con tus padres”. Pues no, en cierto sentido también te has casado con sus padres, porque ellos son parte integrante de su identidad, afirman Juan Luis Linares y Carmen Campo en “Sobrevivir a la pareja”. Lo mejor es que existiera un respeto mutuo en lo que concierne a las familias de origen, y compartir, en buena armonía, las historias que se crean en pareja y que tienen que ver con las raíces de lo que somos. De esta forma, se podrán crear pactos que definan la relación con las familias y cómo será la confraternización con ellos, siendo la postura que establezcamos compatible con el amor y el respeto a la pareja, estando dichos pactos sometidos a negociaciones razonables y periódicas.
Por otra parte, lo que está generando esta situación es que tu pareja no te parezca atractiva. Una parte de ti tendrá que entender y comprender los procesos y los patrones relacionales que tu pareja ha establecido con su familia, verlo de una forma positiva y no como un signo de inmadurez. De esta manera, podrás proporcionarle la búsqueda de su propia autonomía. La otra parte, tendrá que tomar decisiones si no llegáis a acuerdos: si no desea encontrar la independencia, si no va a cambiar su actitud y si, todo ello, te sigue provocando malestar, distancia e incluso, rechazo hacia tu pareja. Si no podéis compaginar vuestras historias con la pareja, tendréis que valorar.
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