Ellos vienen a crear una sociedad basada en el amor y la cooperación por ello no aceptan el juego del poder ni de la autoridad. Ellos captan que la autoridad es un mecanismo de control basado en el temor que separa, compite, descalifica, entonces no se alinean con la imposición o su contrapartida, la sumisión. Se rebelan alegando el respeto a su individualidad orgullosos de su esencia. Para ellos, la honestidad y la apertura son la base del respeto. Y la autenticidad y la transparencia, su forma de manejarse en la vida.
Les es fácil detectar la deshonestidad. Saben cuando se les mintió para sobreprotegerlos o manipularlos. Y frente a las situaciones disfuncionales que viven en el hogar, escuela o trabajo, no pueden disociarse de sus sentimientos y aparentar que todo está bien... a menos de que se les administre medicamentos o sedantes.
Psíquicamente, al estar más integrados con su esencia, manifiestan dones y capacidades que nosotros, desde nuestra limitación de tercera dimensión, consideramos poderes psíquicos pero que, realmente, son la utilización de su cualidad divina expansiva. De ahí que vengan con capacidades de sanación, manejo de energías a distancia, conexión libre y directa con la supraconciencia, su Yo Superior, manifestándose en telepatía, clarividencia, clariaudiencia, intuición, sueños premonitorios.
Disponen espontáneamente de su intuición, la voz del alma a través del corazón, la puerta de entrada a lo interdimensional porque utilizan un mayor porcentaje del cerebro y una mayor relación entre sus hemisferios izquierdo y derecho. Sin embargo, si no nos hacemos solidarios con sus capacidades las podemos bloquear y activar mucha frustración y rabia en ellos.
Los niños aprenden más por lo que viven que por lo que oyen. Por lo tanto, su rabia o impotencia se da cuando no pueden manejar el contraste de las emociones fuertes entre lo que desean y lo que logran. En el Índigo, este contraste forma parte de su cotidianidad. Vive emociones fuertes entre lo que su inteligencia espiritual le proporciona y lo que capta de su entorno material.
También les cuesta poner en práctica la paciencia, pues en sus mundos sutiles la manifestación del deseo o de la intención es inmediata, en cambio, en tercera dimensión el impulso se demora para que pase por todas las matrices de creación y se logre concretar.
En relación a los síndromes más característicos sufridos por estos chicos, en 1996, la doctora Doreen Virtue reportó que en los Estados Unidos sesenta y cinco por ciento de los niños diagnosticados con supuestos Desorden de Déficit de Atención (DDA) y Desorden de Déficit de Atención e Hiperactividad (DDAH) son tratados con una droga llamada Ritalina (clorhidrato de metilfenidato) de una manera excesiva que puede alterar su salud a largo plazo.
El supuesto DDA puede en realidad, en el caso de los Índigo, ser una “sobre atención selectiva creadora” y/o el resultado de su gran velocidad para aprender las cosas, por lo tanto se aburren y prestan atención a otras cosas. Pero cuando están absortos en un tema de su interés, se pueden quedar concentrados por mucho tiempo, lo que demuestra que estos niños no tienen déficit de atención como tal, sino que demuestran una rapidez inusual y una atención profunda y sostenida.
La supuesta hiperactividad puede ser también simplemente la energía “normal” de estos chicos en una sociedad cansada y estresada que no soporta su vitalidad, sobre todo en un contexto urbano, donde tienen pocos espacios verdes para “desahogarse”.Fuente: www.mariadolorespaoli.com.ve
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