Todo lo que captamos a través
de los cinco sentidos, los estímulos que vienen del interior del cuerpo, lo que
pensamos o imaginamos, se traduce en realidad biológica.
De esta manera, cuando escuchamos algo muy desagradable que nos
afecta, nos moviliza emocionalmente, podemos tener acidez de estómago, por ejemplo.
El cerebro no distingue entre
lo que es real o lo que es imaginario. Tanto si nos llevamos un trozo de limón a
la boca como si nos imaginamos que lo hacemos, se produce la misma salivación.
En función del sentimiento
particular, el shock afecta a una zona precisa del cerebro, visible por el escáner,
a un órgano y a una realidad energética.
Somos una unidad compuesta de
cuatro realidades inseparables: orgánica, cerebral, psíquica y energética. No
hay ni una sola célula del cuerpo que escape al control del cerebro, y este no
escapa al control del pensamiento, consciente o inconsciente; de manera que ni
una célula del cuerpo escapa al psiquismo.
Un shock siempre va acompañado
de un sentimiento personal que repercute en los cuatro niveles biológicos.
Cuando encontramos la solución
esos cuatro niveles sanan simultáneamente.
A
lo largo de un día no satisfacemos todas nuestras necesidades fundamentales.
Cuando no las satisfacemos,
nace una emoción. Si esa emoción se libera en el exterior bajo una forma
artística, a través de la palabra, el baile o los sueños... todo va bien.
Cuando el acontecimiento no
está expresado, queda impreso y el cuerpo será el último teatro de ese evento.
Para que un conflicto provoque
enfermedad, es necesario que sea dramático,
imprevisto, vivido en soledad y sin solución. Cuando se dan estos cuatro
criterios, el trauma se manifestará a través de la biología.
Las diferentes emociones se
corresponden a distintos órganos, todo lo que tiene que ver con la epidermis
responde a conflictos de separación; el
esqueleto, a una desvalorización; la vejiga corresponde a conflictos de
territorio. Para las mujeres diestras, problemas en el seno y hombro izquierdos
corresponden a problemas con los hijos y viceversa para las zurdas; los
desajustes en el seno y hombro derechos corresponden para las diestras a
problemas con la pareja y viceversa.
No tener lo que se quiere y no
poder digerir lo que se tiene corresponde al duodeno y estómago. El colon
corresponde a un conflicto asqueroso, podrido. En el recto están los problemas
de identidad: "No me respetan y me dejan de lado". Los riñones son la
pérdida de puntos de referencia. Los huesos: grave conflicto de
desvalorización...
Para estar sano conviene revalorizar
las emociones, ser consciente de las emociones y expresarlas, es decir: bailar,
reir, expresarse, etc. más a menudo. La gente está mucho tiempo en lo emocional
pero son emociones procuradas, superficiales, aceptadas socialmente: fútbol,
cine, etc...
Un malestar compartido disminuye
a la mitad, continúa compartiéndolo y acabará desapareciendo. Una felicidad
compartida se multiplica por dos.
Cuando estamos en contacto con
la emoción auténtica, se transforma; cuando lo estamos con la emoción de
superficie, no hay cambio. Si el hombre se dice: "Lo que tengo es
miedo", su miedo disminuye a la mitad. Hay que tomar conciencia de uno
mismo, de lo que se mueve en el interior.
C. Fleche
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