Son las responsables de la activación de
nuestros genes, ellas son la señal que nuestro inconsciente biológico
interpreta. Solamente podemos experimentar dos emociones básicas: el amor y el
miedo. Todas las demás derivan de ellas. La emoción del amor, tiene una
frecuencia vibratoria más alta y rápida que la emoción del miedo, que es más
baja y más lenta.
Las frecuencias vibracionales de nuestras
emociones afectan a nuestra biología, y
en función de su intensidad o duración, llegan a producir verdaderos cambios
físicos. .
Existen 64 códigos posibles de aminoácidos en
nuestra estructura de ADN. Por lógica todos deberíamos tener estos códigos
activados, pero en realidad sólo tenemos 20 activados en este momento. Es como
si hubiera un interruptor que apaga y enciende estos códigos, y ese interruptor
son las emociones. Por lo tanto, como la emoción del miedo es de frecuencia
baja y lenta, toca pocos códigos, y con el amor sucede todo lo contrario
Un individuo que vive con miedo tiene pocos
códigos activados y no encuentra soluciones, mientras que el individuo que vive
en el amor está más despierto y receptivo a encontrar soluciones en su vida.
Las emociones son cuánticas, no conocen ni
tiempo, ni espacio. Por ej. hoy podemos experimentar todas las emociones porque
hemos tenido un gran desengaño, un gran disgusto, y este choque emocional
produce congelación neuronal que permanece de forma inalterable en nuestro
inconsciente, quedando muchas veces en forma latente. Pasa a ser activada otra
vez cuando el acontecimiento se repite, aunque sea de manera más suave. Cuando
se activa, desencadena una respuesta en el ADN y este da una respuesta de
adaptación de forma de síntoma físico que nosotros llamamos enfermedad.
La enfermedad surge cuando no somos
conscientes de que empleamos ciertas emociones, porque estas no son
políticamente correctas. Decimos entonces que entramos en incoherencia
emocional, porque lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos, no se
corresponde con lo que realmente queremos pensar, sentir y hacer. Muchas veces
nuestros sentimientos y pensamientos son unos, y nuestras acciones son otras, y
esto hace que la incoherencia se muestre en nuestros cuerpos en forma de
malestares físicos. No comprendemos o no queremos ser conscientes de que sólo
nos engañamos a nosotros mismos.
Obviamente, nuestras emociones están
mediatizadas por nuestras creencias, y en la mayoría de las ocasiones nuestras
actuaciones son el resultado de lo que creemos que tenemos que hacer, y esto es
solamente miedo. El miedo a no ser aceptados, a ser amados, a perder el cariño
de las personas, a no ser reconocidos y a un sinfín de matizaciones de todo lo
anterior.
Por eso, el trabajo de biodescodificación es
desentrañar estas emociones ocultas, reprimidas y que se hallan en nuestro
inconsciente. Estan luchan por manifestarse, para decirnos que nos estamos
mintiendo, que nos estamos engañando, que nuestras acciones pueden ser
correctas socialmente, pero que son corrosivas para nuestra salud.
Emociones y sentimientos como la
culpabilidad, una de las más corrosivas, controlan nuestras vidas y se reflejan
en nuestra biología.
La biodescodificación nos enseña que debemos
ser responsables de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestras
emociones, y por descontado de nuestros actos. Cuando no somos coherentes nos
encontramos enfermos, debemos reflexionar y pensar en qué no somos coherentes.
Aquí reside la clave de nuestra curación.
Por eso nuestro estudio está dirigido a
buscar qué situación hemos vivido de forma conflictiva y está produciendo una
sintomatología y qué emoción hay detrás de ella. Obviamente es orientativo,
pero si que nos ayuda a orientarnos en el contexto previo antes de nuestro
malestar físico y allí buscar en qué no fuimos impecables con nosotros mismos.
Por lo tanto, debemos ser muy conscientes y tener mucho cuidado con las
emociones y sentimientos que tenemos, así como las acciones de las personas que
nos rodean.
La física cuántica nos demuestra que lo que pensamos afecta a lo
que nos rodea y, por lo tanto a nuestras vidas
Debemos huir del simplismo de creer que
detrás de un síntoma hay un conflicto y una emoción determinada. Un conflicto
determinado puede provocar diversos síntomas, todos ellos diferentes en función
del individuo que los viva. Es decir, no todos vivimos una situación de la
misma manera, eso depende de multitud de factores. La idiosincrasia del
individuo determina esa vivencia y por lo tanto el estado emocional
consiguiente.
Diversas personas experimentan la misma
emoción- por ejemplo rabia- delante de un determinado conflicto, como puede ser
la pérdida del poder adquisitivo. Esta emoción se puede observar de forma
objetiva, pero detrás de esa rabia cada persona tiene una emoción diferente, la
emoción oculta, la que no nos atrevemos a expresar. Esta emoción es la que hace
disparar diversas situaciones físicas en función de la forma en que cada
individuo lo viva.
Una persona puede ser digestiva y tiene un
síntoma en el estómago. Otra puede sentirse desvalorizada y su síntoma físico
puede ser un dolor osteo-articular. Otra lo vive como una amenaza de pérdida de
territorio y tiene un síntoma respiratorio. Otra persona lo puede vivir como
miedo y tiene un problema de laringe, y otra simplemente ve una oportunidad
donde los demás ven un contratiempo y sencillamente cambia y tiene un ligero
malestar digestivo.
Es importante comprender que no hay un
listado de emociones ocultas y un listado de emociones que mostramos. Todas se
pueden manifestar de una forma u otra. Lo importante es encontrarlas y poder
expresarlas a viva voz o por escrito. Es la forma de hacerla consciente y de
darnos cuenta de qué es lo que reprimimos. Debemos permitirnos volver a sentir
la emoción, pero esta vez de manera consciente. Por ello utilizamos el término
“resentir”, que quiere decir volver a sentir.
Una vez que somos conscientes de la emoción
oculta, cuando nos damos cuenta de nuestra falta de coherencia, podemos pasar a
la siguiente fase, que es la sanación.
Para sanar las emociones, las que nos
enferman, es necesario cambiar nuestra percepción. Para ello hay que buscar el
motivo oculto que me impedía actuar de una manera determinada y comprender que
hay otras formas. No hay una manera buena ni una mala. Hay una que nos enferma
y otra que nos cura.
Por eso la enfermedad nos viene a curar, es
la que nos hace ser sinceros con nosotros mismos.
“El lenguaje de la conciencia parece ser la
experiencia universal de la emoción.” “Podemos explotar su poder creativo a
través del lenguaje de nuestra emociones” Gregg Braden
Entonces la emoción con la que recubro mi
recurso para poder cambiar la emoción que me ha enfermado, debe estar exenta de
todo juicio y de ego. Cuando alguien comprende que la situación dolorosa que
está viviendo es como consecuencia y creación de el mismo, lo único que le
queda hacer es perdonarse y liberarse.
Desde la antigüedad se dice que todo está
unido, la parte contiene al todo y el todo está en cada parte. Tu divinidad
está dentro de ti y se expresa, aparentemente fuera de ti. Por lo tanto, lo que
ves fuera es reflejo de lo que hay dentro. “Vemos la paja en el ojo ajeno y no
vemos la viga en el nuestro”. “Los pecados que condenamos son nuestros propios
prejuicios, y estos están dentro de nosotros”. Sana tu mente, y tu cuerpo
sanará. Si no te gusta lo que ves afuera, cambia tu forma de pensar y tu
universo cambiará.
Experimentamos el mundo gracias a las
emociones. Ahora nos toca aprender a experimentar el mundo con las emociones
que nosotros queramos, y no con las que hemos sido programados por nuestros
padres, por nuestros ancestros. Es el momento de liberarnos de las ataduras que
condicionan nuestras vidas.
Debemos dejar de preguntarnos ¿qué hemos
hecho para vivir esta situación? Para pasar ¿cómo he de cambiar mi vida para
que esta se manifieste de otra manera?. Es un acto de madurez, es un acto de
crecimiento, de despertar a la conciencia de que todas las cosas no suceden por
casualidad..
Una vez hemos comprendido que es lo que hay
detrás de nuestra enfermedad, la emoción reprimida, entonces debemos pasar a la
acción. Debemos ser testimonio de nuestra nueva percepción, de nuestra nueva
creencia, de nuestra nueva forma de entender y ver la vida.
No basta con saber, hay que ser, hay que actuar,
hay que vivirlo. Entonces se abre la puerta de nuestra sanación.
Las emociones pueden llegar a ser muy
sutiles, de una sutilidad que nos hace estar muy alerta a todo lo que sucede en
nuestra vida cotidiana.
Cuanto más conscientes somos, más rápidamente
actúa nuestro Inconsciente Biológico y con más precisión.
El Inconsciente Biológico nos hace ser más
sinceros con nosotros mismos, nos hace ser impecables, nos enseña a mostrarnos
como realmente somos y sentimos que somos. Ya no hay mas tapujos, ya no hay más
excusas, ya no hay más justificaciones, por fin comprendemos que no debemos
gustar a nadie, solamente a nosotros mismos. Ya no hacemos las cosas porque
debemos o creemos que debemos, las hacemos porque las sentimos. Si un día
hacemos algo que no nos gusta, seamos plenamente conscientes de lo que estamos
haciendo y no pasará nada.
El Código Secreto del Síntoma
Enric Corbera y Rafael Marañón
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