Los líderes zombies
Son “Los Halloween Líder”, pequeños grandes zombis que hacen que con su sola presencia uno se formule miles de interrogantes paralizantes alrededor de su misterio.Figuras omnipresentes, que solo rompen el hechizo cuando se encuentran delante de su autoridad o de su círculo de amistad, y es allí cuando despiertan, se transforman, y cambian su semblante, transformando la blanca palidez en un rostro iluminado de felicidad invernal, se quitan las vendas y exhiben su mayor soltura, flexibilidad y “alegría”. Hasta que se alejan y vuelen a ponerse su disfraz para regresar deambulando delante de “los otros”.
“Los Halloween Líder” no solo tienen su mundo paralelo, sino que además generan un clima alrededor que huele a azufre… a miedo: “¡Temo que me despidan si digo lo que pienso!”, “¡Es arriesgado decirle la verdad al jefe!”, “¡Aquí hay que fingir que apoyamos el cambio!”.
Es lamentable que haya organizaciones desperdiciando la oportunidad de alcanzar el alto desempeño, debido a un ambiente que inhibe a sus miembros de expresar sus percepciones, emociones, sugerencias y criterios.
Podemos, no obstante, tener tres interpretaciones sobre el miedo:
- En la primera, esta sensación es positiva pues estimula la superación, el máximo esfuerzo y el deseo de vencer barreras. Todos tenemos miedos y eso es sano ya que previene el desenfreno o nos aleja del fracaso.
- En la segunda, argumentar miedo a decir las cosas podría ser una forma sutil de evadir responsabilidades y de producir más. Lejos de existir represalias, hay un comportamiento conformista o evasivo, que resulta propicio a quienes no apetecen enfrentar nuevos retos y por eso se escudan en un falso miedo, inventado por ellos mismos.
- La tercera interpretación es la que deseamos destacar: el miedo es real, pues ser asertivos, decir lo que se piensa, es motivo de represalias. En este contexto sufren la creatividad, la proactividad, el sentido de pertenencia y el compromiso.
Cuando ese tipo de pensamiento reactivo se convierte en hábito, se duda incluso de las buenas intenciones y del cambio de actitud de los demás. Es más, hasta se podrían rechazar personas con buena voluntad por el miedo a lo desconocido. Según un viejo refrán: “el miedo conduce al enfado, el enfado a la ira y ésta al sufrimiento“.
La alta tensión ante el temor reduce la tolerancia, el discernimiento y la empatía entre jefes y colaboradores.
Quienes sufren el miedo no trabajan fuerte por responsabilidad, sentido del deber o deseo de alcanzar los objetivos; lo hacen para evadir reprimendas, sobrevivir y mantener su empleo. Sin embargo, el miedo es la frontera a la pasión, la confianza y la productividad. ¿Quién es el responsable de abrir el portón para cruzar ese límite?
Abandonar los miedos
Algunos managers deben abandonar el miedo de constatar si inspiran seguridad, apertura a la conversación sincera y prudencia para decidir sobre lo que escuchan. Deben ser sensatos para rectificar conductas que atemorizan; la amenaza es una manifestación de incapacidad para convencer, persuadir y modelar comportamientos.Como afirma Dadi Janki, “decir lo que está mal, si se hace con humildad, puede señalar el camino hacia lo que está bien“.
Desenmascaremos a “Los Halloween Líder”, hagamos un trato con ellos haciéndoles saber entre todos que preferimos las golosinas a los miedos, al silencio, a la indiferencia, a la marginación y al sectarismo… porque seguramente en el fondo ellos también tengan miedo, miedo a reconocer su verdadero rostro.
DIEGO LARREA
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