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lunes, 3 de noviembre de 2014

La DISCIPLINA y la CULPA....


Cuando los hijos presentan un comportamiento inadecuado, los padres siempre deben adoptar algún tipo de medida correctiva. Sin embargo, su aplicación puede traer como consecuencia mucha culpa en los padres y ello puede terminar interfiriendo en la efectividad de la disciplina que imparten a sus hijos.

Te planteamos las preguntas más frecuentes que pueden surgir de una situación como ésta, y por supuesto, las resolveremos:
 ¿Es necesario castigar a los hijos?
El castigo es el método correctivo más empleado por los padres pero no el único ni el más efectivo para lograr cambios de conducta que se sostengan a lo largo del tiempo. Cuando un padre castiga a su hijo, en el mejor de los casos obtiene obediencia inmediata, pero no garantiza que el niño haya internalizado la regla o tomado conciencia de cuán inadecuado ha sido su comportamiento.

El castigo suele generar muchos efectos negativos en el niño: el niño castigado usualmente termina adoptando una postura sumisa/temerosa o rebelde; crece con rabia, resentimiento y deseos  de venganza hacia sus padres; su autoestima crece debilitada; el vínculo con el padre que aplica el castigo se deteriora progresivamente y empieza a recurrir al uso de la mentira para evitar ser castigado.

Más adelante veremos qué otros métodos correctivos podemos utilizar, como padres, al momento de disciplinar a nuestros hijos.

¿Pueden evitar los padres sentirse culpables cuando corrigen a sus hijos?

Es importante diferenciar los sentimientos de responsabilidad o arrepentimiento de los de culpa. Sentirnos responsables de nuestras acciones nos permite mejorar nuestro comportamiento y enmendar errores, y sentirnos culpables nos lleva únicamente a juzgarnos de forma muy severa, encolerizarnos con nosotros mismos y deprimirnos. Los sentimientos de culpa actúan como obstáculos para generar cambios en nuestro comportamiento. La única razón válida por la cual los padres pueden sentirse arrepentidos al haber castigado a sus hijos, es cuando lo hicieron de forma inadecuada y se dejaron llevar por sus emociones, adoptando actitudes violentas o humillantes, cuando pecaron de autoritarismo y/o cuando plantearon castigos exagerados y no razonables.

¿Cómo mitigar la culpa? ¿Se puede?

Cuando aparece la culpa, resulta útil tomar acciones que sirvan para mitigarla y para lograrlo es importante diferenciar responsabilidad de culpabilidad. Tomar conciencia de que la culpa, al ser una emoción perturbadora, no ayuda a enmendar errores ni a lograr objetivos; hay que aceptarnos como seres humanos falibles, como personas que podemos cometer errores y aprender de los mismos; diferenciar nuestro valor como personas o padres de nuestros comportamientos y actitudes; y recordar las veces en que sí hemos actuado de forma justa y adecuada con nuestros hijos.
Aplicando medidas correctivas

Si los padres aplican una medida correctiva y luego dan marcha atrás ya sea por pena o culpa se generan diferentes consecuencias negativas para el niño: éste no habrá logrado comprender la enseñanza que sus padres buscaban transmitirle, sentirá confusión, irá perdiendo confianza en la credibilidad y autoridad de sus padres y terminará concluyendo que sus padres sólo amenazan y no cumplen con lo que dicen, y por supuesto los comportamientos negativos continuarán o aumentarán. Es importante que los padres sin perder flexibilidad practiquen la firmeza al momento de impartir disciplina a sus hijos.

Muchos padres, al estar muy molestos con sus hijos, suelen corregirlos severamente y al tranquilizarse se dan cuenta de que exageraron. Es importante que el disciplinar y el corregir sean tareas planificadas, sistemáticas y coherentes, y que antes de que el niño se porte mal, sepamos cómo reaccionar y qué métodos vamos a utilizar para corregir su mal comportamiento.

Establecer límites es un paso previo e imprescindible antes de aplicar cualquier método correctivo. Cualquier método correctivo, sólo adquiere sentido y eficacia cuando está enmarcado dentro de los límites establecidos por los padres, los mismos que sirven para que el niño tenga claro qué conductas no serán toleradas por sus padres y cuáles son las razones y las consecuencias que siguen a la transgresión de los límites. El disciplinar y establecer límites no demanda un esfuerzo interrumpido u ocasional por parte de los padres, sino sostenido y constante.

¿Cómo corregir?

Extinción: Consiste en “ignorar” el comportamiento negativo del niño, es decir, no prestar atención a dicho comportamiento. Se utiliza cuando los padres han identificado que la conducta inadecuada del niño tiene como principal propósito llamar su atención, siempre y cuando dicho comportamiento no ponga en peligro al niño u a otra persona.

Tiempo fuera: Se lleva al niño a un lugar en donde pueda permanecer aislado, alejado de reforzadores (juguetes, atención de adultos, etc.) y en condiciones de seguridad (no expuesto a peligros potenciales) durante unos breves minutos. Generalmente, se recomienda que el tiempo en que el niño permanece aislado y alejado de reforzadores sea proporcional a su edad, es decir, si el niño tiene 5 años puede permanecer en tiempo fuera durante 5 minutos. Esta medida puede utilizarse, principalmente, en aquellas situaciones en que el niño está fuera de control (como por ejemplo, presentando rabietas) y necesita estar en un lugar tranquilo y protegido en donde pueda reflexionar sobre su mal comportamiento. Una vez que termina el tiempo fuera se recomienda que los padres se acerquen al niño y conversen con él sobre lo ocurrido.

Castigo positivo: Consiste en retirarle o quitarle al niño algo que le resulte agradable. La consecuencia no necesariamente está relacionada al comportamiento negativo que presentó el niño, como por ejemplo, si el niño le contestó mal a la mamá se le puede castigar quitándole la propina de la semana o su video juego favorito.

Consecuencias lógicas: Consiste en aplicar consecuencias negativas que sean razonables (no exageradas), realistas (posibles de ser cumplidas por el niño) y relacionadas directamente con el mal comportamiento que presentó el niño. Se recomienda que la aplicación de la consecuencia lógica sea inmediata. Es el método más recomendado por muchos psicólogos. Algunos ejemplos de consecuencias lógicas son:

Si el niño no hizo su tarea porque se excedió en el tiempo destinado para ver televisión, la consecuencia a aplicar puede ser que al día siguiente el niño pierde su tiempo para ver televisión y en ese tiempo hace sus tareas y estudia.

Si el niño tuvo un comportamiento irrespetuoso con la persona que nos asiste en la casa, la consecuencia lógica a aplicar podría ser que de inmediato le pida disculpas a esta persona (verbalizada y también podría ser a través de una notita, dibujo, etc.) y que haga algo por esta persona, como por ejemplo, ayudarla a tender la mesa para la cena o a lavar el servicio. En caso el niño ofreciera resistencia para hacer algo por esta persona, la consecuencia lógica podría ser que esta persona deje de hacer algo que normalmente hace por el niño (ejemplo: no le pone su comida en la mesa y espera que él mismo lo haga, no lava su servicio y se le pide que éste lo realice, etc.).

Recomendaciones

Es importante saber cómo emplear estos métodos correctivos y antes de usarlos, analizar fríamente la situación y entender las razones del mal comportamiento. El objetivo es modificar una conducta inadecuada, no humillar al niño ni mostrar autoritarismo. Hay que tener en cuenta que:

  • Una corrección no es más eficaz si se acompaña de muestras de ira o enfado.
  • Ambos padres deben estar de acuerdo con los límites que establecen al comportamiento de su hijo y con las correcciones que aplicarán. Trabajar en equipo o en dupla, es decir, estar alineados en su tarea de impartir disciplina. Los padres deben evitar desautorizarse mutuamente delante del niño, si hay diferencias deben conversarlas en privado y llegar a acuerdos.
  • Tener presente que al niño se le corrige por haber presentado una conducta inadecuada y no por ser él de una manera u otra.
  • Recordar que la eficacia del método correctivo está en concordancia con la capacidad del niño para comprender e interiorizar normas. El niño debe tener muy claro la razón por la cual se le corrige. Es decir debe ver claramente la relación que existe entre su conducta y la corrección.
  • Si hemos advertido o “amenazado” al niño, debemos ser consecuentes y cumplir con nuestra palabra.
  • No conviene corregir de la misma manera durante mucho tiempo, el niño puede habituarse.
  • Las correcciones deben ser razonables, no exageradas y posibles de cumplir por el niño.
  • Recordar que si los padres no corrigen al niño, no sólo se corre el riesgo de manipulación por parte de éste sino también de que presente dificultades de autocontrol, de autorregulación y/o de autoestima. Un niño que crece con estos problemas desarrolla una personalidad insegura y no está preparado para cumplir con las demandas y retos inherentes que traen el vivir en sociedad.
    Educar con conciencia significa alentar al niño en su proceso de maduración, ofreciéndole apoyo, aceptación y amor incondicional. Suena sencillo, pero nadie nos enseña cómo hacerlo. Por un lado vemos que el autoritarismo de nuestros padres y maestros no funciona y por el otro vemos que la permisividad trae graves consecuencias. Con consejos prácticos, sensibilidad y gran sentido del humor, Rosa Barocio proporciona, basada en su amplia experiencia, una guía clara para la difícil tarea que resulta ser padres y maestros y educar con conciencia.

    Rosa Barocio es licenciada en Educación Preescolar, diplomada en Educación Montessori y en Pedagogía Waldorf. Tiene más de treinta años trabajando con niños y formando a mestro. Vive en Cuernavaca, México e imparte seminarios por todo el mundo.

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