Christina Grof se refiere a este impulso de búsqueda como esa “sed de totalidad”, de querer sentirnos completos, conectados o en unidad.
El asunto de la búsqueda espiritual no está exento de recovecos y dificultades. Al abrirnos a la totalidad mediante alguna técnica o trabajo espiritual, lo que emerge naturalmente en nosotros es lo que justamente está limitando nuestra conexión con esa totalidad en lo cotidiano.
Eso que limita nuestra experiencia de completitud es justamente lo que está a la base de nuestra neurosis: nuestros miedos, heridas y resentimientos en relación a nuestras figuras significativas, los traumas y omisiones que sufrimos en relación a ellos durante la infancia. Con esto no estoy inventando la rueda, sino que reconociendo parte de lo que somos.
Es posible que, al abrir esta habitación de sí mismo, las compensaciones que hemos aprendido durante nuestras vidas se hagan más poderosas. Las compensaciones son esas acciones, internas o externas, que realizamos para obtener aprobación, amor; para sentirnos parte, integrados; para recibir afecto y atención.
Cuando nuestro trabajo interno abre esta herida, nuestras compensaciones pueden hacerse fuertísimas, y empezar a sentirnos especiales, elegidos, con una misión especial diferente al resto de los seres humanos o con un sentimiento de que ya hemos logrado algo que pocos alcanzan.
Todos mis conocidos que han hecho trabajo interno, incluido yo mismo, hemos tocado en algún momento este espacio. El asunto, y tal vez la pregunta del millón, es ¿qué hemos hecho al tocar este lugar?
Algunos han optado por seguir adelante, reconociendo esto como parte de las dificultades del camino y como un posible engrupimiento. Otros han optado por quedarse allí, en ese lugar “especial” de sí mismos.
Jorge Ferrer, psicólogo transpersonal español, experto en espiritualidad y diálogo interreligioso, señala que el desarrollo espiritual involucra una disminución gradual del narcisismo en todas las dimensiones del ser humano, indicándonos que es esperable trascender este aspecto nuestro.
Entonces, es interesante observarse a sí mismo y aprender a reconocer los síntomas propios de un ego inflado:
- Tengo una disminuida capacidad de escuchar la crítica de los demás, y baja tolerancia a la diferencia de opinión.
- Tengo una escasa disposición a “someterme a la mano de un psicoterapeuta” que me confronte con mis heridas, carencias, vulnerabilidad o sentimientos de inferioridad.
- Tiendo a la descalificación de los demás y a la autojustificación de mis actos con argumentos energético-espiritualistas como “me robas mi energía” o “tienes baja vibración”.
- Parto de la base que mi vibración es superior.
- Extrapolo mis conflictos personales con argumentos como “provengo de una raza especial y habito en este planeta plagado de una raza de reptiles”. De esta forma, pongo mis conflictos afuera, con cierto tinte de paranoia, y no me hago cargo.
- Siento cierta superioridad y tengo dificultad para reconocer mis propios errores ante mí mismo y ante los demás.
- Me pillo fácilmente diciéndole a los demás lo que deben hacer, según yo, según mis creencias y valores de lo que es correcto.
- Impongo interpretaciones sobre los actos de los demás y no reconozco mis propios prejuicios involucrados, aludiendo una supuesta objetividad.
- Creo que hablar sobre espiritualidad o manejar alguna técnica sagrada o energética me hace especial o más evolucionado.
- Creo que practicar un camino de desarrollo personal me hace más evolucionado.
- Creo tener una misión especial de tipo mesiánica que es clave para la humanidad.
- Estoy seguro que mis experiencias son especiales en relación a las de los demás.
Si te reconoces en alguno de estos síntomas te digo “¡Bienvenido!”, date cuenta y toma acciones para atravesar esto; es una etapa más del camino. Como diría un maestro zen: “Ok, déjalo pasar”.
Si algo tiene de seguro el camino espiritual son paradojas, y una de ellas es que cuando creemos que alcanzamos la iluminación es justamente cuando no estamos allí.
Otra paradoja es que luchar contra el ego sólo congela la relación con él, tal vez es más ecológico aceptar nuestras heridas para ir profundo en nosotros y transformar, dentro de lo posible, nuestra neurosis en una oportunidad de crecimiento hacia mayores ámbitos de libertad, con menos engrupimientos, más simples y sencillos.
FUENTE:http://www.revistasomos.cl/2013/12/tendre-un-ego-inflado/
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