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martes, 3 de diciembre de 2013

La conciencia humana...

 Ensayo sobre la CONCIENCIA


Este ensayo no pretende ser otra cosa que una guía sobre la estructura polinivelada de la conciencia en el ser humano. En el desarrollo de la siguiente metodología explicativa, utilizaré términos contemporáneos que, en sí mismos, todavía son demasiado abstractos, pero necesarios para una comprensión integral de la realidad. Términos como: “energía”, “conciencia”, “autoorganizador”, etc…
Como dice Thérèse Brosse ( “Conciencia-Energía” ): < En este estudio dinámico de la utilización de los niveles de la estructura por la conciencia, la lingüística ocupa un lugar privilegiado entre las ciencias sociales, en la medida en que, por medio de la lengua, objetiva el grado de evolución del nivel de conciencia. De ahí la necesidad de un sistema “no aristotélico” que cuente con una estructura del lenguaje que permita no desnaturalizar los descubrimientos modernos… Pero la verdad está más allá de las palabras que sólo pueden indicar la dirección >.
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Los conceptos son ideas, creencias y pensamientos que se expresan con palabras. Estos conceptos son procesos cognitivos que elaboramos como consecuencia de un acto de la percepción. Los conceptos actúan como los filtros de una cámara, cambiando la forma en la que vemos el mundo. Pero, lo más increíble de todo esto es que nuestra biología se adapta a esos conceptos; es decir, los conceptos ejercen un poderoso efecto sobre nuestro cuerpo y nuestro comportamiento, ya que se trata de esquemas que dan forma a nuestras creencias, ideas y percepciones.
Pensemos, por ejemplo, en el concepto “mente”. Para la mayoría de los seres humanos se trataría de un potencial intelectual del alma, no formaría, por tanto, parte del cuerpo físico sino de una sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos. Sin embargo, esta idea acerca de nosotros mismos discrimina y relega a un segundo plano nuestro cuerpo. Es más, en algunas culturas y religiones el cuerpo se ve como algo profano – por oposición a espiritual o divino –, como un lastre con el que hay que vivir. Consciente o inconscientemente, esta falta de consideración – incluso de “maltrato” – hacia nosotros mismos se traduce en numerosas enfermedades psicosomáticas.
Como dice el biólogo celular Dr. Bruce H. Lipton ( “La biología de la creencia” ): < Sí, los conceptos “controlan” la biología, pero estos conceptos pueden ser ciertos o falsos… Tenemos la capacidad de evaluar de forma consciente nuestras respuestas a los estímulos medioambientales y de cambiar antiguas reacciones siempre que lo deseemos…> Efectivamente, gracias a la evolución y transformación de nuestra conciencia podemos ir sustituyendo antiguos conceptos por otros nuevos y más acordes o apropiados para explicar nuestras percepciones acerca de la realidad. Siguiendo con el ejemplo del concepto “mente”, hoy sabemos gracias a los avances de la ciencia que no es algo exterior al cuerpo. Como establece el Dr. Bruce H. Lipton ( “La biología de la creencia” ): < Candace Pert estudiaba el cerebro humano y descubría los mecanismos del cerebro celular. En su libro “Moléculas de la emoción”, Pert revela cómo su estudio sobre los receptores que procesan la información de las membranas de las células nerviosas le llevó a descubrir que los mismos receptores “neurales” estaban presentes en la mayoría, sino en todas, las células del cuerpo. Sus elegantes experimentos establecieron que la “mente” no
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estaba localizada en la cabeza, sino distribuida a lo largo y ancho del cuerpo en forma de moléculas señal.>
Por consiguiente, a tenor de este mayor nivel de evolución, ¿ no deberíamos sustituir el concepto “mente” por un concepto más integral ? Deberíamos buscar un concepto que haga referencia al conjunto de actividades y procesos psicofisiológicos – conscientes e inconscientes – de carácter cognitivo, y que no excluya al cuerpo en favor de un principio espiritual que no se sabe muy bien donde situar – como el alma – o a favor de un único organo del cuerpo – el cerebro – en detrimento de los demás. Este “nuevo” concepto más amplio e integrador podría ser el de “conciencia”, un término con una connotación más biológica y más cercana al sentido común de las personas. En cualquier caso, creo que queda suficientemente claro la absoluta necesidad de ir cambiando la terminología en nuestras interacciones con nuestro entorno social y natural a medida que transformamos y expandimos nuestra conciencia. Ello repercutirá no solamente en una mayor comprensión acerca de lo que somos y nos rodea, sino también en un mayor equilibrio psicofisiológico. Esto es así porque nuestras creencias, objetivadas y estructuradas por los conceptos y palabras que utilizamos, pueden controlar el comportamiento y la actividad genética y, por tanto, el desarrollo de nuestras vidas.
Es necesario, por tanto, introducir al lector en la comprensión de los conceptos que a continuación se detallan, con carácter previo al estudio del “Proceso Bioenergético de Transformación de la Conciencia en los Seres Humanos”. Estos términos se repiten a lo largo de todo el ensayo; si el lector no se familiariza con los mismos, le resultará muy difícil la comprensión y el seguimiento del contenido del ensayo.
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 ENERGÍA:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “
Siguiendo a Thérèse Brosse ( “Conciencia-Energía” ): < Para el físico Martin Charles Noël, “ la energía es la esencia misma del mundo cósmico, y también de nuestro ser. Esta declaración resulta unánime en todos los dominios de la ciencia: la energía es todo para nosotros, está en la base de todos los fenómenos naturales por los que la materia se anima y transforma, condiciona toda la evolución del reino de lo vivo…; es incluso la causa del mundo atómico así como del sistema de las galaxias. Sus formas son muy numerosas…, sus transformaciones innumerables…; es el más fascinante de los temas, el que mejor permite comprender la unidad de las cosas ya que las trasciende a todas, revelándose como una de sus causas primordiales, si es que, a fin de cuentas, no se trata de la causa primordial “.
Como muchos otros físicos, el autor de la cita anterior plantea la eterna cuestión del misterio que representa la fuerza permanente y múltiple que, a nivel nuclear, mantiene unidas entre sí las partículas fundamentales del núcleo atómico. Esta fuerza nuclear es de un tipo desconocido: la energía que une una partícula a su vecina viene a ser diez millones de veces la que une dos
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moléculas de agua y, sin embargo, no opera sino sobre una distancia de milmillonésimas de milímetro. Y ante tal despliegue de “vida energética”, paradójicamente, todo el mundo sigue balbuciendo, con más o menos indecisión, acerca de cuales pueden ser las diferencias entre los llamados elementos no vivientes, vivientes y conscientes. Sin embargo, el misterio se aclara cuando se deja paso a la lucidez de una respuesta que resuelve todos los problemas: existe desde la eternidad una Conciencia que es Energía y la Energía no puede ser nada más que Conciencia… La misma Conciencia se expresa en la materia simplemente en formas más veladas. Como dice Krishnamurti: “ Eso que está más allá del pensamiento, esa ENERGÍA incausada, no tiene nombre “ >.
Para Fritjof Capra ( “El punto Crucial” ): < El descubrimiento del aspecto dual de la materia y del papel fundamental de la probabilidad destruyó la idea clásica del objeto sólido. A nivel subatómico, los objetos de materia sólida de la física clásica se dispersan en formas ondulatorias de probabilidades. Es más, estas ondas ni siquiera representan la probabilidad de una cosa, sino la probabilidad de que varias cosas establezcan una relación recíproca. Analizando detalladamente el proceso de observación de la física atómica se llega a la conclusión de que las partículas subatómicas no tienen ningún significado como entidades aisladas sino como correlaciones o conexiones entre varios procesos de observación y medida.
Para Niels Bohr: “ Las partículas de materia aisladas son abstracciones; la única manera en que podemos definir y observar las propiedades es a través de la interacción que establecen con otros sistemas”. Las partículas subatómicas, por consiguiente, no son “cosas” sino correlaciones de “cosas” que, a su vez, son correlaciones de otras “cosas” y así sucesivamente. En la teoría cuántica nunca se llega a una “cosa”; siempre se trata de correlaciones de “cosas”. Es así como la física moderna revela la
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unidad básica del universo, demostrando la imposibilidad de dividir el mundo en partes aisladas independientes.
El descubrimiento de que la “masa” es una forma de energía, influyó profundamente en la imagen que teníamos de la materia y nos ha obligado a modificar, en su esencia, nuestro concepto de partícula… Las partículas no pueden concebirse como algo constituido por un material básico, sino como haces de energía ( *-Fotografía: Detector del Acelerador de Partículas de Stanford – EEUU – ). Ahora bien, la energía está ligada a la actividad, a los procesos, y esto implica que la naturaleza de las partículas subatómicas es intrínsecamente dinámica. Para recordar mejor este concepto hemos de tener en cuenta que estas partículas sólo pueden concebirse en términos relativistas; esto es, en términos de una estructura en la que espacio y tiempo se acoplan formando una serie continua cuatridimensional…
Así pues, las dos teorías básicas de la física moderna han transcendido los principales aspectos de la visión cartesiana del mundo y de la física newtoniana. La teoría cuántica ha demostrado que las partículas subatómicas no son corpúsculos aislados de materia, sino modelos de probabilidades, conexiones de una red cósmica individual que incluye al observador humano y su conciencia. La teoría de la relatividad ha dado vida por decirlo así a la red cósmica, al revelar su naturaleza intrínsicamente dinámica y al demostrar que su actividad es la esencia misma de su existencia.> Con la teoría de la relatividad se ha demostrado científicamente que en el Universo no existe nada que sea estático o inmutable. Por consiguiente, en un Universo donde Todo es un constante proceso de transformación la idea de Dios es absurda e insostenible.
Una de las teorías más vanguardistas del momento: la teoría de supercuerdas, combina la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica en una teoría única y consistente, siendo un candidato fundamental para la teoría unificada de Einstein. Es decir, intenta acercarse a una fusión armoniosa de las
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leyes de lo grande y lo pequeño. Siguiendo a Brian Greene ( “El Tejido del Cosmos” ): < La teoría de supercuerdas empieza proponiendo una respuesta nueva a una pregunta antigua: ¿ cuáles son los constituyentes más pequeños e indivisibles de la materia ? Durante muchas décadas, la respuesta convencional ha sido que la materia está compuesta de partículas – electrones y quarks – que pueden ser modeladas como puntos que son indivisibles y que no tienen tamaño ni estructura interna.
La teoría convencional afirma, y los experimentos confirman, que estas partículas se combinan de diversas maneras para dar protones, neutrones y la amplia variedad de átomos y moléculas que forman todo lo que siempre hemos encontrado. La teoría de supercuerdas cuenta una historia diferente. No niega el papel clave desempeñado por electrones, quarks y las otras especies de partículas reveladas por el experimento, pero afirma que estas partículas no son puntos. En lugar de ello, según la teoría de supercuerdas, cada partícula está compuesta de un minúsculo filamento de energía, unos cien trillones de veces más pequeños que un simple núcleo atómico ( un tamaño mucho más pequeño que lo que actualmente podemos sondear ), que tiene la forma de una pequeña cuerda. E igual que una cuerda de violín puede vibrar con pautas diferentes, cada una de las cuales produce un tono musical diferente, los filamentos de la teoría de supercuerdas también pueden vibrar con pautas diferentes.
Estas vibraciones, y esto es lo extraordinario, producen diferentes propiedades de partículas. Una cuerda minúscula que vibra con una pauta tendría la masa y la carga eléctrica de un electrón; según la teoría, semejante
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cuerda vibrante podría ser lo que tradicionalmente hemos llamado un electrón. Una cuerda minúscula que vibra con una pauta diferente tendría las propiedades exigidas para identificarla como un quark, un neutrón o cualquier otro tipo de partícula. Todas las especies de partículas están unificadas en la teoría de supercuerdas puesto que cada una aparece de una pauta vibratoria diferente ejecutada por la misma entidad subyacente…
Los físicos de la teoría de supercuerdas imaginan que las cuerdas ( filamentos de energía unidimensionales, minúsculos y vibrantes ) son los ingredientes más elementales del universo… Se trata de un tipo único de cuerdas que puede explicar una gran variedad de partículas porque la cuerda puede ejecutar una gran variedad de pautas vibracionales… La teoría de cuerdas revela su capacidad para proporcionar una descripción unificada de toda la materia y todas las fuerzas. Esa es la afirmación que hizo agitarse a miles de físicos a mediados de la década de 1.980… Hablando metafóricamente, las diferentes notas que pueden ser tocadas por un único tipo de cuerda explicarían todas las diferentes partículas que han sido detectadas. En el nivel ultramicroscópico, el universo sería parecido a una sinfonía de cuerdas que da existencia a la materia.>
Lo más singular en la concepción energética del universo, es que se está imponiendo o globalizando gracias a los avances de la ciencia y de la tecnología. Pero los seres humanos que desplazan el “fulgor de la conciencia” a ritmos más lentos que Beta – como pueden ser Alfa o Theta – no necesitan aceleradores de partículas o cualquier otro aparato de precisión para ver fluir la energía del universo. Cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza a los “espaciostiempos Alfa y Theta” ( ver Cap. III ) y acumula suficiente energía, podemos ver energía en cualquier objeto donde enfoquemos nuestra atención.
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Por ejemplo: puedo estar observando un vaso de agua encima de una mesa. Si el ritmo vibracional preponderante es Beta, veré un vaso con agua sobre una mesa. Sin embargo, si el “fulgor de la conciencia” se desplaza a Alfa puedo asistir a un mágico proceso de transformación. Veré, entonces, como el vaso va cambiando su sólida configuración y trasformandose en coloridos haces de energía interconectados a todo cuanto existe. Asímismo, el agua que contiene
el vaso y la mesa sobre la que se encuentra también aparecerán como configuraciones energéticas entrelazadas a todo cuanto existe. Un ejemplo bastante ilustrativo se puede apreciar en los fotogramas que se muestran a continuación ( de la película: “Las nueve revelaciones” ): una mujer percibe una planta en el “espaciotiempo Beta” – fotograma de la izquierda – y en el “espaciotiempo Alfa” – fotograma de la derecha –. En una terminología castanedista, en el “espaciotiempo Beta” miraríamos la planta, mientras que en el “espaciotiempo Alfa” veríamos la planta, es decir, percibiríamos su esencia, la conciencia de la planta en su coexistencia con la Conciencia Universal.
De esta manera, cuando percibimos en términos de energía, podemos ser testigos de una red de interdependencias que se extiende a todo el universo observable. Esa red de interdependencias configura el macrocosmos y el microcosmos, y es el origen de todo cuanto existe en el universo. Los seres del universo somos emanados – cuando nacemos –, sostenidos – cuando vivimos – y reabsorbidos – cuando morimos – por esa Substancia Primordial que es
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Bioenergía en constante proceso de transformación. No se trata, por tanto, del Espíritu, ni es espiritual. No se trata de Dios – o de alguna divinidad – invisible para nuestros ojos físicos porque se encuentra en el “más allá” o es independiente de la creación; sino de Materia-Energía-Consciencia que “sistematiza” y da vida a los seres del universo; algo tan tangible como el suelo que pisamos, el aire que respiramos o el agua que nos bebemos.
Para Thérèse Brosse (“Conciencia-Energía”): < El problema del ser humano, para poder ser enunciado de forma precisa y poder llegar a conclusiones prácticas, debe ser planteado en términos de estructura energética, y debe ser resuelto en términos de funciones, de acuerdo con leyes verificables experimentalmente.> Ver Anexo: “Leyes Biológicas de Integración Estructural y Reabsorción Funcional en la Conciencia-Energía-Materia de Sistematización”.
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 CONCIENCIA:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “
Siguiendo la “Guía Práctica de Psicología” del Dr. J.A. Vallejo Nágera: < La conciencia es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y del mundo exterior, es lo que nos permite darnos cuenta de lo que ocurre y permanecer alerta ante la realidad… Se basa en una facultad de percepción que extrae directamente información del mundo exterior a través de los sentidos… Cuando los elementos que componen la conciencia funcionan de modo adecuado, el individuo tiene una percepción y una valoración nítidas de sí mismo, de los demás y de las cosas que le rodean: dicho de otra forma, su conciencia está lúcida. Lucidez y claridad son sinónimos que se utilizan en psiquiatría para definir la situación normal de la conciencia… Toda referencia argumental a la conciencia ( opino o hago esto en conciencia, o la conciencia me dice, por ejemplo ) supone el desarrollo perfectivo o formación de la propia conciencia.
La conciencia puede afectarse e irse deteriorando progresivamente, hasta llegar a la inconsciencia… Existen entorpecimientos parciales de la conciencia, como la obnubilación. El sujeto obnubilado tiene una percepción
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confusa y borrosa del mundo exterior y de sí mismo, comprende lentamente, de forma incompleta, y suele tener dificultades para recordar lo ocurrido durante ese período. Cuando a esto se añade patología psíquica en forma de ilusiones y alucinaciones, aparece la confusión mental, en la que el sujeto no es capaz de diferenciar lo real de lo que deriva de su estado patológico…
Las alteraciones de la conciencia derivan de problemas biológicos y psicológicos. El alcohol, ciertos fármacos, sustancias tóxicas cerebrales, enfermedades cerebrales agudas ( encefalitis, hemorragias subaracnoideas…) y los tumores pueden alterar la conciencia en mayor o menor grado. Los trastornos psicológicos y determinadas enfermedades psiquiátricas, como la ansiedad, la angustia, la depresión, la esquizofrenia, ciertas neurosis y la histeria pueden provocar también alteraciones de la conciencia >.
Según Thérèse Brosse ( “Conciencia-Energía” ): < La conciencia es el motor de la creación eterna, el eje viviente del mundo. Todos nosotros somos esa conciencia que crea nuestro “verdadero yo“ en una verdadera partenogénesis… La dualidad “creador-creación” es una ilusión propia de un estadio primitivo del pensamiento. La conciencia y la vida son una misma cosa. Sólo la conciencia puede integrar el comportamiento. Para nosotros, si la materia es energía y si la conciencia es igualmente energía, la noción de dualidad desaparece automáticamente; sólo puede hablarse de “niveles de energía”.
La conciencia, como elemento dinámico, utiliza, tanto en el crecimiento individual, como en la evolución social, sus tránsitos sucesivos de nivel a nivel, para educar las cualidades propias del nivel en el que se detiene, a fin de conferirle efectividad. Ahora bien, al ser la conciencia, por esencia, el “absoluto”, confiere esa cualidad de “absoluto” al nivel que
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provisionalmente se encuentra “ocupando”. Nosotros le hemos dado el nombre de “absoluto biológico”, o mejor aún, “absoluto noético”…
El “centelleo” que puede evocar la conciencia sobre la estructura, también resulta comprensible, si el lector nos autoriza la siguiente imagen: el semáforo está en verde en el nivel ocupado, el cual, durante algunos años, se expresa intensamente con exclusión de cualquier otra manifestación; el nivel estructural que ocupa… aparece como único objeto de atención. Una vez acabada la educación en este nivel, la conciencia comienza a dar signos de interés por el nivel siguiente, que se dispone a ocupar; es el semáforo en “intermitente”, el “centelleo”, que permite al observador detectar en el nivel una cierta presencia en movimiento. Tras esta transición, de corta duración, será la etapa siguiente la que imponga como la anterior, su despliegue exclusivo y absoluto. ( *- Para una mayor información sobre el funcionamiento dinámico de la conciencia en su proceso de expansión, ver las “Fases del Desarrollo de la Primera Atención” y las “Fases del Desarrollo de la Segunda Atención” en el Capítulo III ).
La conciencia es el eje vectorial que penetra e integra una estructura “jerarquizada” ( *-mejor: polinivelada ) creada por su propio y poderoso dinamismo. En “Ella” reside la unidad del ser humano total y la unidad de éste con el universo. Su ejercicio normal expresa las leyes de la interioridad, y también las leyes de la vida entera… El cosmos y el ser humano están unidos en una misma “sustancia-energía” que no es otra cosa que la “Conciencia Primordial”. Imitando a la Tradición, la microfísica nos ha demostrado que nuestros mecanismos mentales energéticos eran los verdaderos creadores de ese universo aparente que exploramos como si se tratase de una realidad exterior. Una maravillosa confirmación de esta afirmación nos la proporciona la neurofisiología cuando nos informa que uno de los hemisferios cerebrales representa el “nosotros en el
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mundo” ( *- Se refiere al hemisferio izquierdo del cerebro ) y el otro “el mundo en nosotros” ( *- Se refiere al hemisferio derecho del cerebro ). >
Sin embargo, esto último es sólo una forma de hablar. Cuando percibimos siempre lo hacemos con ambos hemisferios de nuestra conciencia, si bien en la Primera Atención prevalece el hemisferio izquierdo del cerebro – lado derecho del cuerpo – y en la Segunda Atención prevalece el hemisferio derecho del cerebro – lado izquierdo del cuerpo –. En cualquier caso, siempre que percibimos lo hacemos como subsistemas, es decir, como sistemas potencialmente limitados para tomar conciencia del mundo. Por tanto, percibir el “mundo en nosotros” o el “universo en nuestro interior” ( en lugar de ver una “pauta de conexión” con la Conciencia Universal ), además de ser físicamente imposible es una percepción aberrante. Pero, esta percepción es mantenida y reproducida por todas las corrientes místicas, espirituales o religiosas y se ha convertido en una “posición donde encaja la percepción” ( ver pág. 76: “La posición donde encaja la percepción” ); es decir, una “realidad aparte” archivada en nuestro campo morfogenético y que aflora cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza a dicha “posición”. Bajo la compulsión de esta “posición donde encaja la percepción”, corremos el riesgo de creer que nosotros somos el Universo, identificando la parte con el Todo y viciando la percepción.
Siguiendo a Fritjof Capra ( “El Punto Crucial” ): < El problema de la conciencia ya ha aparecido en la física cuántica en relación con el problema de la observación y la medición, pero la fórmula pragmática utilizada por los científicos en sus investigaciones no hace referencia explícita a la conciencia. Varios científicos afirman que la conciencia podría ser un aspecto esencial del universo y que, si persistimos en excluirla, podríamos impedir una futura comprensión de los fenómenos naturales. Existen
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dos enfoques en la física que se aproximan mucho a un tratamiento explícito de la conciencia. El primero de ellos es la noción del orden en la teoría de “la matriz S” de Chef; el segundo es una teoría formulada por David Bohm, que sigue un planteamiento más general y ambicioso. Ambas teorías reconocen la posibilidad de que la conciencia sea un aspecto esencial del universo que habría que incluir en una teoría futura sobre los fenómenos físicos.
Estas teorías de la física moderna nos están llevando a un concepto holístico e intrínsecamente dinámico del universo. Partiendo de la noción de la “unidad intacta”, el objetivo de Bohm es la exploración del orden que él considera intrínseco de la red cósmica de relaciones, a un nivel más profundo, “no manifestado”. Para Bohm se trata de un orden “implicado”, “envuelto” y lo describe con la analogía de un holograma. Acuñó el término “holomovimiento” a fin de expresar la naturaleza esencialmente dinámica de la realidad. A fin de entender el orden implícito, Bohm tuvo que considerar la conciencia como un aspecto esencial del holomovimiento y se vio obligado a incluirla de forma explícita en su teoría.> [ Fotografía: Galaxia M 100, entre 35 y 80 millones de años luz de la Tierra ].
Sin embargo, para casi todo el mundo sólo los seres humanos somos conscientes, es decir, tenemos conciencia. ¿ Ningún otro animal o vegetal pueden serlo ? Sin duda que si, simplemente porque compartimos genes y emanaciones. La teoría de “Santiago de la Cognición”, desarrollada por los biólogos Humberto Maturana y Francisco Varela, identifica la cognición – el proceso del conocimiento o la conciencia – con el proceso de la vida. Siguiendo a Fritjof Capra ( “ Las Conexiones Ocultas “ ): < Según la “Teoría de Santiago”, la cognición es el proceso mismo de la vida. La actividad que organiza los sistemas vivos, en todos los niveles de vida, es la actividad mental. Las interacciones de un organismo vivo – planta, animal o humano – con su entorno son interacciones cognitivas. Vida y cognición están, por consiguiente, indisolublemente vinculadas. La mente – o, más exactamente, la actividad
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mental – es inmanente a la materia, en cualquier nivel de vida. Semejante visión constituye una ampliación radical del concepto de cognición e, implicitamente, del concepto de mente. Según esta nueva noción, la cognición implica el proceso vital completo ( que incluye percepción, emoción y comportamiento ), y ni siquiera requiere ya la existencia de un cerebro y un sistema nervioso.>
Efectivamente, como apunta el Dr. Bruce H. Lipton ( “La biología de la creencia” ): < Una bacteria no se pasea por el mundo como la bola de una máquina de pinball. Una bacteria lleva a cabo los procesos fisiológicos básicos de la vida, al igual que las células más complejas. Una bacteria come, digiere, respira, excreta los desperdicios e incluso muestra ciertos procesos neurológicos. Pueden percibir dónde se encuentra el alimento e impulsarse hacia ese lugar. De forma similar, puede reconocer toxinas y depredadores y utilizar maniobras de evasión para salvar la vida. En otras palabras, ¡ los procariotas demuestran inteligencia ¡ >.
Pero es más, la inmensa mayoría de los seres humanos están convencidos que viven en un planeta; no creen que nazcan de él. Gracias a la teoría de la evolución de las especies, a la biología, a la paleontología, la antropología, la ciencia medioambiental, la astrofísica, etc…, hoy sabemos que no venimos a este mundo, sino que nacemos de él. El Universo está compuesto de átomos ( hidrógeno, helio, oxígeno, nitrógeno, carbono, etc…) al igual que nuestros sistemas humanos. Un ser humano es una combinación de esos átomos o elementos que se mezclan para formar moléculas ( o “principios inmediatos” ) como el agua – un átomo de hidrógeno y dos de oxígeno –. Estos “principios inmediatos” o moléculas a su vez se unen para formar las células ( miles de moléculas de principios inmediatos convenientemente distribuidas y organizadas ) que, a su vez, forman tejidos y órganos que configuran los distintos sistemas – sistema digestivo, respiratorio, etc… – que terminan dando lugar al ser humano. No podemos, por tanto, separar al Universo de los seres que sistematiza. Si un ser humano – que no es otra cosa que un trocito infinitesimal de ese Universo – se reconoce a sí mismo como un ser consciente, ha de ver, necesariamente, conciencia en todo cuanto existe.
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Por tanto, esos Conglomerados de Campos de Energía que conocemos como eventos de la naturaleza: la tierra, el agua, la luz del sol, el aire, etc…, nos dan la vida y, con ella, la conciencia. Es por ello que podemos ver en todo cuanto existe conciencia, pero una conciencia mayor a la de cualquier ser, una conciencia imposible de encajar en su totalidad porque la Totalidad es mayor que la suma de sus partes. Una parte, cualquier ser del Universo, tiene un potencial siempre limitado para percibir la Realidad. Su percepción es una “aproximación” a lo real; su conciencia y su conocimiento acerca del Universo nunca podrán abarcar el Universo ni el despliegue de “conciencia-energía-materia de sistematización” que genera.
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 AUTOORGANIZADOR:
En cuanto al término “ autoorganizador “ hemos de remitirnos a la teoría integral de sistemas ( Ver Cap.VII: “La Visión de Sistemas” ). Según Fritjof Capra ( “El Punto Crucial” ): < Un organismo viviente es un organismo que se organiza a sí mismo. Esto significa que el orden de su estructura y de sus funciones no le es impuesto por el ambiente, sino que viene determinado por el mismo sistema. Los sistemas que se organizan a sí mismos tienen un cierto grado de autonomía; por ejemplo, tienden a establecer sus dimensiones según principios de organización internos que no dependen de las influencias ambientales. Esto no significa que los sistemas vivientes estén aislados de su entorno; muy al contrario, constantemente establecen interacciones con él, pero esta interacción no determina su organización. Los dos principales fenómenos dinámicos de la “autoorganización”, son la “autorrenovación” ( la capacidad de los sistemas vivientes de renovar y recuperar continuamente sus componentes, conservando la integridad de su estructura general ) y la “autotransformación” o “autotrascendencia” ( la capacidad de superar de
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manera creativa los límites físicos y mentales en los procesos de aprendizaje, desarrollo y evolución ).
La autonomía relativa de los sistemas “autoorganizadores” arroja nueva luz sobre el tradicional problema filosófico del libre albedrío. Desde el punto de vista de la teoría de sistemas, tanto el determinismo como la libertad son conceptos relativos. En la medida que es autónomo con respecto a su entorno, un sistema es libre; en la medida en que depende de él a través de una interacción continua, su actividad irá siendo definida por las influencias ambientales.
Al mismo tiempo, estos sistemas “autoorganizadores” tienen un alto grado de estabilidad… La estabilidad de los sistemas que se organizan a sí mismos es extremadamente dinámica y no debe ser confundida con el equilibrio. Consiste en mantener la misma estructura general a pesar de los continuos cambios y sustituciones que tienen lugar en sus componentes. Por ejemplo: los seres humanos reemplazamos todas nuestras células, a excepción de las del cerebro, en un plazo de pocos años, y, sin embargo, no tenemos ninguna dificultad en reconocer a nuestros amigos después de largos períodos de separación. Esta es la estabilidad dinámica de los sistemas que se reconocen a sí mismos.>
Es precisamente esa “estabilidad dinámica” la que nos confiere la posibilidad de reconocer nuestro “sí mismo” autoorganizador, sin perder nuestra continuidad como seres humanos cuando expandimos nuestra conciencia. Al expandir nuestra conciencia, el “fulgor de la conciencia” se desplaza a los “espaciostiempos” Alfa, Theta y Delta; es decir, a la conciencia del “lado izquierdo del cuerpo – hemisferio derecho del cerebro –, la Segunda Atención. En estos “espaciostiempos de sistematización”, nuestra identidad cotidiana, nuestro “yo conocido”, experimenta – en su proceso de transformación – “alteraciones del esquema corporal”. Estas alteraciones se pueden manifestar como percepción de miembros fantasmas ( como si viéramos sobreimpresionados en nuestro cuerpo otros cuerpos ), alteración de las fronteras corporales ( podemos confundir nuestro lado derecho con nuestro lado izquierdo ), interferencias en nuestro campo energético ( como si manipularan nuestro cuerpo, desde dentro o desde fuera de nosotros ), etc…
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Todas estas alteraciones, son el resultado natural del proceso vital de transformación de nuestra conciencia y, aunque en un principio rompen nuestra continuidad como seres humanos, no debemos asustarnos, ya que la propia estabilidad dinámica de nuestro sistema autoorganizador hará que recuperemos ( a medida que expandimos y reconocemos las emanaciones que sistematizan la conciencia del “cuerpo energético de ensueño” ) nuestra continuidad con la conciencia del “cuerpo físico-energético” ( lado derecho del cuerpo – hemisferio izquierdo del cerebro –, nuestra Primera Atención ).
No obstante, hay que hacer una advertencia. El inconveniente más grave para restaurar nuestra continuidad como seres humanos, se encuentra en el “espaciotiempo Theta” y proviene de los parásitos de la conciencia ( los “sistemas-entes” y los seres inorgánicos ). Estos seres, cuando se introducen en nuestro campo energético son capaces de reabsorber el “fulgor de la conciencia” y mimetizar nuestras emanaciones, hasta el punto – como es el caso de los “sistemas-entes” – de llegar a “materializarse” con nosotros. Esto puede ocasionar casos psicóticos – o psicopatológicos – de despersonalización o pérdida de la propia identidad. En estos casos, lo más aconsejable es acudir al psiquiatra. Hoy en día, la psiquiatría cuenta con psicofármacos y psicoterápias capaces de inducir un desplazamiento del “fulgor de la conciencia” al “lado derecho” del cuerpo y, así, restaurar nuestro equilibrio psicofisiológico y recomponer nuestra continuidad como seres humanos. Para una información complementaria, ver en éste capítulo: “Los sistemas-entes de los aconteceres orgánicos e inorgánicos” y “Entesimbiosis”; ver Cap. III: “Nivel Theta”; ver Cap. IV: “El sistema-ente humano” y ver Cap. V: “Los Seres Inorgánicos”.
Siguiendo a Fritjof Capra ( “El Punto Crucial” ): < Las fluctuaciones cumplen una función central en la dinámica de la autoconservación…, de suerte que el sistema se halla siempre en un estado de fluctuación continua, aún cuando no exista perturbación alguna. Este estado se conoce con el nombre de “homeostasis”. Se trata de un estado de equilibrio dinámico, transaccional, dotado de una gran flexibilidad. (*- Para mí, Gurdjieff, el
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creador del “Cuarto Camino”, ha conseguido plasmar de una manera muy hermosa ese estado de constante fluctuación a través de sus danzas ).
Hasta hoy, ha habido poquísimas tentativas de aplicar la dinámica de los sistemas autoorganizadores a los fenómenos neuronales, pero varias investigaciones recientes han producido algunos resultados prometedores. En particular, se ha prestado mucha atención al significado de las fluctuaciones regulares en el proceso de la percepción, que toman la forma de modelos de frecuencia. Otro desarrollo interesante es el descubrimiento de que las dos formas de descripción complementarias que se necesitan para comprender la naturaleza de los sistemas vivientes se reflejan en la estructura misma y en el funcionamiento del cerebro humano.
Las investigaciones realizadas en los veinte últimos años han demostrado constantemente que los dos hemisferios del cerebro tienden a cumplir funciones opuestas pero complementarias. El hemisferio izquierdo, que controla el lado derecho del cuerpo, parece estar más especializado en el pensamiento analítico y lineal ( *-Si bien es cierto que, en la actualidad, su tendencia evolutiva se dirige al pensamiento integral, global u holístico ), que comporta un tratamiento consecutivo de la información; el hemisferio derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, parece funcionar prevalentemente de manera holística, permitiendo la síntesis y tendiendo a clasificar la información de manera más difusa y simultánea… ( *- Es una opinión científica muy extendida la que establece que el cerebro es el órgano de “control” del cuerpo. En mi opinión esto no es así. En primer lugar, porque el cerebro no está separado del resto del cuerpo, por tanto, no se trata de un órgano independiente que controla al resto de órganos que configuran el organismo humano. Y, en segundo lugar, porque su función como sistema autoorganizador en la interdependiencia con el resto de sistemas – sistema nervioso, digestivo, respiratorio, etc… –, es la de “traducir”
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los impulsos bioenergéticos que procesa la totalidad de nuestro sistema autoorganizador cuatridimensional en el tratamiento de la información que deviene de nuestro “hacer-suceder”.
Como dice el Dr. Bruce H. Lipton – biólogo celular – en su libro: “La biología de la creencia”, cuando los organismos se volvieron más complejos, las células especializadas se encargaron del trabajo de examinar y organizar el flujo de moléculas señal que regulan el comportamiento. Estas células suministraron una red nerviosa y una central de procesamiento de la información, el cerebro. La función del cerebro es coordinar el diálogo de moléculas señal entre la comunidad...).
En el pasado, los investigadores del cerebro solían referirse al lóbulo izquierdo como el lóbulo principal y al derecho como secundario, expresando así los prejuicios cartesianos de nuestra cultura a favor del pensamiento racional, la cuantificación y el análisis. En realidad, la preferencia por los valores y actividades relacionadas con el lóbulo izquierdo del cerebro o con la “mano derecha” es mucho más antigua que la visión cartesiana del mundo. En la mayoría de las lenguas europeas, el lado derecho corresponde al bien, a la justicia y a la virtud; y, el lado izquierdo, al mal, al peligro y a la sospecha. La preferencia profundamente arraigada por el lado derecho – el que está controlado por el lóbulo izquierdo del cerebro – en tantas culturas nos hace preguntarnos si no podría estar relacionado con el sistema de valores patriarcal. Cualquiera que sea su origen, recientemente ha habido una serie de tentativas para promover visiones más equilibradas del funcionamiento del cerebro y desarrollar métodos para incrementar las funciones mentales, estimulando e integrando el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales.>
En mi opinión, la preferencia por los valores y actividades relacionados con el “lado derecho del cuerpo” ( hemisferio izquierdo del cerebro ), responde a un desplazamiento natural del “fulgor de la conciencia” hacia el “lado derecho del cuerpo” a lo largo de millones de años. Este desplazamiento, es el resultado
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de un proceso de coevolución de los seres humanos con la Conciencia Universal. De esta manera, los seres humanos – en su proceso de transformación – han podido bloquear las intromisiones de los “sistemas-entes” y de los seres inorgánicos en su campo de energía. Estos parásitos de la conciencia, al reabsorber el “fulgor de la conciencia”, impiden el reconocimiento de nuestras emanaciones, de nuestro “sí mismo”. Sin embargo, gracias al bloqueo funcional que genera nuestra Primera Atención ( “lado derecho del cuerpo” – hemisferio izquierdo del cerebro – ) en la mayoría de los seres humanos, ésta se ha convertido en un sistema inmune que nos protege de los asaltos y las influencias patógenas de los “parásitos de la conciencia”. Es así como los seres humanos han comenzado a reconocerse a sí mismos de forma autoorganizadora.
Por otra parte, al poder acumular mayor cantidad de energía en el “lado derecho”, hemos conseguido una mayor sobriedad, solidez y sensatez en nuestra interpretación de la realidad. Pero, además, sin las intromisiones de los “parásitos de la conciencia” en nuestro sistema autoorganizador, los seres humanos hemos podido reflexionar sobre nuestro sí mismo y sobre el mundo de forma autoconsciente. Esto nos ha ido trasformando en animales racionales; es decir, en seres capaces de elegir la Libertad.
El mayor inconveniente, sin embargo, del bloqueo sistémico de la Primera Atención sobre el “fulgor de la conciencia”, es que impide a la mayoría de los seres humanos expandir y reconocer la conciencia del “lado izquierdo” del cuerpo – hemisferio derecho del cerebro –. De esta manera, nuestro subconsciente se ve obligado a expresarse por canales neuróticos ( estrés, ansiedad, depresión, conductas sadomasoquistas: violencia de género, pedofilia, violaciones, etc… ); y, por otra parte, no podemos realizar la totalidad de nosotros mismos, lo que nos imposibilita para conseguir la Tercera Atención o conciencia del “cuerpo holístico”, una pauta de conexión holística con la “Conciencia-Energía-Materia de Sistematización”.
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 “ ESPACIO-TIEMPO DE SISTEMATIZACIÓN “:
*) Fotograma de la película: “ ¿ Y tú que sabes ? “
Por lo que respecta al término “espacio-tiempo de sistematización”, siguiendo a Thérèse Brosse ( “Conciencia-Energía” ): < El físico Stéphan Lupasco comenta: “ Desde el punto de vista del espacio-tiempo, los sistemas energéticos ( un dinamismo que implica a otro dinamismo antagónico engendrando automáticamente un “sistema” ) no se encuentran contenidos en el espacio, sino que crean sus propios espacios a consecuencia de la simultaneidad de sus sistemas antagónicos. Del mismo modo, tampoco se desarrollan en el tiempo ( un tiempo exterior y absoluto ), sino que desarrollan sus propios tiempos “. ( *- Por ejemplo: el ser humano es una unidad cuatridimensional de sistemas energéticos. Y cada uno de esos sistemas energéticos genera su propio “espacio-tiempo de sistematización”; confiriéndonos una realidad “aparte”, unos estados de “ser-realización” distintos y complementarios. Para una mayor información ver Cap. III ). Siguiendo a Stéphan Lupasco: “ Y de ahí la sustitución de la noción de espacio de configuración ( utilizada en microfísica ) por la de espacio-tiempo de
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sistematización en la que el espacio y el tiempo son los dos términos antagónicos “ ( *- Aunque complementarios ).
En la concepción del origen energético de los mundos, según el Shakta Vedanta, el aspecto energético de la Conciencia manifestada, se presenta bajo la forma de “Kala” ( tiempo ) y “Dik” ( espacio ). Para S. Lupasco, “la Conciencia no es conciencia de…”, tal y como la definen neurofisiólogos, psicólogos y filósofos; “es la misma realidad potencial…”. Por lo tanto, no debe sorprendernos que sea el conocimiento ( en esto si está de acuerdo todo el mundo ) pues es precisamente la potencialidad lo que es conocimiento. Esta presencia de la Conciencia-Energía potencial en todos los niveles de la estructura humana, es justamente el núcleo de las filosofías del Vedanta, el Samkhya y el Tantrismo.>
Según el filósofo Inmanuel Kant, todo lo que vemos es, ante todo, un fenómeno en el tiempo y en el espacio. Kant llamaba al tiempo y al espacio las “dos formas de sensibilidad” del ser humano, y subraya que estas dos formas de nuestra conciencia son anteriores a cualquier experiencia. Esto significa que antes de experimentar algo sabemos que, sea lo que sea, lo captaremos como un fenómeno en el tiempo y en el espacio; en todas partes experimentamos el mundo como procesos en el tiempo y en el espacio. La idea de Kant es que el tiempo y el espacio pertenecen a la constitución humana, son ante todo, cualidades de nuestra razón y no cualidades del mundo.
Para Brian Greene ( “El Tejido del Cosmos” ): < Espacio y tiempo atrapan la imaginación como ningún otro tema científico. Y hay una buena razón para ello. Ambos constituyen la arena de la realidad, el propio tejido del cosmos. Toda nuestra existencia ( todo lo que hacemos, pensamos y sentimos ), así como todos los procesos físicos, tienen lugar en alguna región del espacio durante algún intervalo de tiempo. Pese a todo, la ciencia sigue luchando por
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entender qué son realmente el espacio y el tiempo. ¿ Son entidades físicas reales o simplemente ideas útiles ? Si son reales, ¿ son fundamentales o emergen de constituyentes más básicos ?...
Einstein se dio cuenta de que la idea de Newton de espacio y tiempo, la piedra angular de la física clásica, era errónea. Determinó que el espacio y el tiempo no son independientes y absolutos, como Newton había pensado, sino que están mezclados de una forma que contradice la experiencia común … Einstein clavó una última púa en al ataúd newtoniano al reescribir las leyes de la física gravitatoria. Esta vez, Einstein no sólo demostró que espacio y tiempo son parte de un todo unificado, sino que también demostró que deformándose y curvándose participan en la evolución cósmica. Lejos de ser las estructuras rígidas e inmutables imaginadas por Newtón, espacio y tiempo son, en la reformulación de Einstein, flexibles y dinámicos.
Generaciones de físicos han encontrado tremendamente perturbador imaginar que el intocable, inasible e impalpable tejido del espacio ( *- Eso que hemos conocido como “vacío” o “éter” ) es realmente un algo, suficientemente sustancial… Descubrimientos posteriores a Einsten transformaron la cuestión una vez más redefiniendo el significado de “vacío”, concibiendo que el espacio está inevitablemente lleno de lo que se denominan campos cuánticos y posiblemente una difusa energía uniforme llamada constante cosmológica. [ Fotografía Encarta: “Nebulosa del Anillo”, en la Constelación de Lira ]
Durante las primeras décadas del siglo XX, Albert Einstein hizo dos profundos descubrimientos. Cada uno de ellos causó un cambio radical en nuestra comprensión del espacio y el tiempo. Einstein desmanteló las estructuras rígidas y absolutas que Newton había erigido, y construyó su propia torre, sintetizando espacio y tiempo de una manera totalmente imprevista. Cuando lo hizo, el tiempo estaba tan fundido con el espacio que la realidad del uno ya no podía ser considerada por separado del
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otro. Y por eso, en la tercera década del siglo XX la cuestión de la corporeidad del espacio estaba pasada de moda. En su reformulación einsteniana se transformó en el espaciotiempo. Con esa modificación aparentemente ligera, nuestra comprensión del escenario de la realidad quedó transformada.
La relatividad del espacio y el tiempo es una conclusión sorprendente. Espacio y tiempo están en el ojo del que contempla. Cada uno de nosotros lleva su propio reloj, su propio monitor del paso del tiempo. Cada reloj es igualmente preciso, pero cuando nos movemos uno con respecto al otro, estos relojes no coinciden. Pierden su sincronización; miden cantidades diferentes de tiempo transcurrido entre dos sucesos escogidos. Lo mismo es cierto de la distancia. Cada uno de nosotros lleva su propia regla, su propio monitor de distancia en el espacio. Cada regla es igualmente precisa, pero cuando nos movemos uno con respecto a otro, estas reglas no coinciden; miden distancias diferentes entre las localizaciones de dos sucesos especificados…
En la relatividad general, espacio y tiempo se hacen actores en el cosmos en evolución; cobran vida. La materia aquí hace que el espacio se deforme allí, lo que hace que la materia de ahí se mueva, lo que hace que el espacio allí se deforme aún más, y así sucesivamente. La relatividad general proporciona la coreografía para una danza cósmica del espacio, el tiempo, la materia y la energía… Sin embargo, la idea de Einstein de un espacio
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geométrico y un tiempo uniformes y suavemente curvados, aunque poderosa y precisa para describir el universo a grandes escalas, se viene abajo si analizamos el universo a escalas de tiempo y distancia extraordinariamente cortas… El principio central de la relatividad general de Einstein, que espacio y tiempo tienen una forma geométrica que se curva suavemente, se da de bruces con el principio central de la mecánica cuántica, el principio de incertidumbre que implica un ambiente salvaje, tumultuoso y turbulento en las escalas más minúsculas… La incertidumbre cuántica hace el tejido del cosmos tan retorcido y distorsionado que los conceptos habituales de espacio y tiempo ya no son aplicables.>
Estos argumentos sobre el espaciotiempo son sumamente importantes a la hora de reconocer nuestro sí mismo autoorganizador. Esto es así, porque cada una de nuestras percepciones o formas de ver y sentir el mundo están enmarcadas en espaciostiempos de sistematización distintos y complementarios. En el estado de vigilia, el espacio y el tiempo se sienten de manera muy distinta a cuando estamos dormidos y soñamos. En función al ritmo vibracional preponderante en nuestro sistema autoorganizador ( beta, alfa, theta o delta ) , el espaciotiempo en nuestra percepción de la realidad se expande o se contrae, se acelera o se ralentiza. Se puede decir que cada ritmo vibracional sujeta y mantiene a disciplina cada uno de los espaciostiempos de nuestro sistema autoorganizador cuatridimensional. Para una mayor información, ver Anexo: “Las expresiones rítmicas de la Conciencia-Energía-Materia”.
Cuando el “fulgor de la conciencia” se encuentra encajado en el “espaciotiempo Beta” ( la Primera Atención ), sentimos el mundo y nuestro sí mismo desde una perspectiva que podríamos denominar “macrocósmica”. Percibir el Universo como algo infinito e inabarcable, nos confiere un vínculo de abandono y desapego con la Conciencia Universal, que dirige nuestra atención hacia las relaciones puramente humanas: la familia, el trabajo, los amigos, el
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estudio, la cultura, la sociedad, el Estado, etc… Pero, conforme el “fulgor de la conciencia” se va desplazando a los “espaciostiempos Alfa, Theta y Delta”, el espacio se va contrayendo o comprimiendo y el tiempo se va haciendo más lento, se va ralentizando. Comenzamos a percibir la realidad y nuestro sí mismo en términos que podríamos denominar “microcósmicos”.
Conforme el “fulgor de la conciencia” se va desplazando hacia las profundidades de la Segunda Atención, el espacio se va comprimiendo, como si fuera estrechándose. Podemos sentir como, progresivamente, vamos uniéndonos o fusionándonos con todo lo que nos rodea, con el Universo, con la Conciencia Universal. Empezamos a bucear en nuestro interior y a sentir el mundo de una manera más íntima. Por otra parte, comenzamos a percibir la relatividad del espacio; ese espacio ya no es el de nuestra realidad cotidiana, un espacio que sentimos a grandes escalas. Podríamos decir que el espacio se va haciendo más “introspectivo”, como si se volviera hacia nuestro interior.
Lo mismo cabe decir del tiempo. Conforme el “fulgor de la conciencia” se va desplazando hacia las profundidades de la Segunda Atención, comenzamos a sentir la relatividad del tiempo. Por ejemplo: una hora, en el “espaciotiempo Beta”, son sesenta minutos; pero, su transcurso en el “espaciotiempo Alfa” nos puede parecer el equivalente a tres horas; en el “espaciotiempo Theta” a doce horas y, en el “espaciotiempo Delta”, una hora nos puede parecer una eternidad. El tiempo, por tanto, en la Segunda Atención se va haciendo cada vez más lento, se va ralentizando. Esto nos confiere una mayor intensidad en nuestras experiencias vitales.
En definitiva, podríamos decir que cada hemisferio de nuestra conciencia nos proporciona una realidad espaciotemporal distinta pero complementaria. Así, el “lado derecho” ( la Primera Atención ) sistematiza un potencial espaciotemporal donde prevalece el estado de vigilia y nuestra atención está vuelta hacia el “mundo exterior”, concentrándose en el “hacer”: trabajo, responsabilidades familiares, sociales, etc… Por su parte, el “lado izquierdo” ( la Segunda Atención ) sistematiza un potencial espaciotemporal donde prevalece el estado de sueño – o ensueño – y nuestra atención está vuelta hacia el “mundo interior” y se concentra en el “no hacer”; esto nos permite mantener un vínculo cada vez más íntimo e intransferible con la Conciencia Universal.
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Por consiguiente, cada “espaciotiempo de sistematización” es capaz de regular el procesamiento de la información que realiza el psiconauta. De esta manera, podemos afirmar que cada vez que se desplaza el “fulgor de la conciencia” de un espaciotiempo a otro espaciotiempo se produce un debilitamiento de la influencia que tienen las regularidades espaciales y temporales en la percepción. Así, cuando el psiconauta abandona el “espaciotiempo Beta” para adentrarse en Alfa, Theta o Delta, se produce un debilitamiento o “estrechamiento” en la conciencia del “lado derecho” – nuestra Primera Atención – que alterará nuestra percepción de la realidad. Esos estados alterados de conciencia ocasionaran diferentes psicopatologías ( trastornos de la personalidad, del estado de ánimo, trastornos psicomotores, trastornos perceptivos, etc… ) más o menos graves en función del alcance del desplazamiento de nuestra conciencia. Estos estados alterados de conciencia irán remitiendo conforme vayamos almacenando energía-conciencia en cada espaciotiempo de sistematización; es decir, conforme vayamos analizando y aprehendiendo cada espaciotiempo hasta su total dominio e integración.
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 “ RELATIVO Y/O RELATIVIDAD “:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “
En cuanto al término “relativo y/o relatividad”, podemos decir que, afortunadamente, se está arraigando en nuestra sociedad. Eso quiere decir que nuestra percepción de la realidad, de lo que somos y nos rodea, se hace más relativa. Ya no percibimos las cosas o las situaciones como un todo absoluto y definitivo, sino como relativas en su coexistencia. Todo ello se lo debemos a los teóricos de la teoría de la relatividad, fundamentalmente a Albert Einstein. La teoría de la relatividad fue la base para que los físicos demostraran la unidad esencial de la materia y la energía, del espacio y el tiempo. En los fotogramas de arriba, podemos ver un balón de baloncesto en términos de materia y en términos de energía. Cuando lo percibimos como materia ( fotogramas de la izquierda y del centro ), vemos el balón y su estructura molecular; es decir, un objeto sólido que nos permite distinguirlo del resto de objetos y poder jugar con el. Cuando lo percibimos como energía ( fotograma de la derecha ), sin embargo, sólo podemos ver una red de configuraciones bioenergéticas interconectadas a todo cuanto existe en el Universo.
Siguiendo a Fritjof Capra ( “El Punto Crucial” ): < La evidente similitud que se observa entre la estructura de la materia y la estructura de la mente no tiene que resultar sorprendente, pues la conciencia humana tiene una gran importancia en el proceso de observación y, en el campo de la física atómica, determina en gran medida las propiedades de los fenómenos observados. Esta es otra de las ideas expuestas por la mecánica cuántica, que probablemente llegue a tener consecuencias trascendentales. En la física atómica, los fenómenos observados sólo pueden concebirse como correlaciones
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entre varios procesos de observación y de medición, y al final de esta cadena de procesos siempre se halla la conciencia del observador humano.
El aspecto crucial de la teoría cuántica es que el observador no sólo es necesario para observar las propiedades de los fenómenos atómicos, sino también para provocar la aparición de estas propiedades. Por ejemplo, mi decisión consciente sobre la manera de observar un electrón determinará hasta cierto punto las propiedades de ese electrón. Si le hago una pregunta considerándolo como partícula, me responderá como partícula; si, en cambio, le hago una pregunta considerándolo como una onda, me responderá como onda. El electrón no tiene propiedades objetivas que no dependan de mi mente. En la física atómica es imposible mantener la distinción cartesiana entre la mente y la materia, entre el observador y lo observado. No se puede hablar de la naturaleza sin hablar, al mismo tiempo, sobre uno mismo.
Al trascender la división cartesiana, la física moderna no sólo ha invalidado el ideal clásico de una descripción objetiva de la naturaleza, sino que también ha desafiado el mito de una ciencia desprovista de valores. Los modelos que los científicos observan en la naturaleza están íntimamente vinculados a los procesos de sus mentes, a sus conceptos, pensamientos y valores. Así pues, los resultados científicos que obtienen y las explicaciones tecnológicas que investiguen siempre estarán condicionados por su estado de ánimo.
La consecuencia más importante de la nueva estructura relativista fue el descubrimiento de que la masa no es más que una forma de energía… Cuando se la ve como una forma de energía, ya no se requiere que la masa sea indestructible, sino que tenga la posibilidad de transformarse en otras formas
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de energía. En la teoría cuántica, el aspecto dinámico de la materia surge como consecuencia de la naturaleza ondulante de las partículas subatómicas… (*- Fotografía Encarta: imagen de la NASA a partir de los datos recogidos por el satélite Compton de Rayos Gamma. Este mapa del cielo muestra la energía emitida por diferentes cuerpos cósmicos en forma de rayos gamma, un tipo de radiación electromagnética de alta energía. La galaxia de la Tierra, la Vía Láctea, está representada por la banda horizontal blanca del centro. ). Las propiedades de los modelos básicos – las partículas subatómicas – sólo pueden entenderse dentro de un contexto dinámico, en términos de movimiento, interacción y transformación.>
Para Brian Greene ( “El Tejido del Cosmos” ): < Aunque la física newtoniana parecía captar matemáticamente mucho de lo que experimentamos físicamente, la realidad que describe no es la realidad de nuestro mundo. La nuestra es una realidad relativista… Mientras que la intuición humana, y su encarnación en la física clásica, imagina una realidad en la que las cosas son siempre decididamente de una manera o de otra, la mecánica cuántica describe una realidad en la que las cosas a veces se mantienen en un estado confuso entre ser parcialmente de una manera y parcialmente de otra. Las cosas sólo se hacen definidas cuando una observación apropiada las obliga a abandonar las posibilidades cuánticas y asentarse en un
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resultado específico. Sin embargo, el resultado que se hace real no puede predecirse: sólo podemos predecir las probabilidades de que las cosas resulten de una manera o de otra.
Pese a todo, hay un punto importante que a menudo se pasa por alto: no todo en relatividad es relativo. Incluso si usted y yo imagináramos que se rebana una barra de pan de dos maneras diferentes, hay algo en lo que estaríamos plenamente de acuerdo: la totalidad de la propia barra. Aunque nuestras rebanadas difiriesen, si yo imaginara que junto todas mis rebanadas y usted imaginara que hace lo mismo con todas sus rebanadas, los dos reconstruiríamos la misma barra de pan. ¿ Cómo podría ser de otra manera ? Se supone que ambos cortamos la misma barra.
Análogamente, la totalidad de todas las rebanadas de espacio e instantes sucesivos de tiempo, desde la perspectiva de cualquier único observador, da colectivamente la misma región de espaciotiempo. Diferentes observadores rebanan una región de espaciotiempo de diferentes maneras, pero la región misma, como la barra de pan, tiene una existencia independiente. Así, aunque Newton estaba decididamente equivocado, su intuición de que había algo absoluto, algo en lo que todos estarían de acuerdo, no fue completamente descartada por la relatividad especial. El espacio absoluto no existe. El tiempo absoluto no existe. Pero según la relatividad especial, el espaciotiempo absoluto sí existe… >
Esto mismo es de aplicación para cualquier observación de nuestro sistema autoorganizador cuatridimensional como seres humanos. Por ejemplo: dos personas pueden desplazar el “fulgor de su conciencia” al “espaciotiempo Theta” y ensoñar juntos; su interpretación o valoración del mismo objeto de atención será relativa, pues para cada una de ellas tendrá un matiz distinto o emocionalmente diferente. Sin embargo, hay algo que no cambia, algo en lo que
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ambas personas estarán de acuerdo: la región espaciotemporal donde se ha desplazado el “fulgor de la conciencia”.
Por otra parte, aunque cada espaciotiempo de nuestro sistema cuatridimensional es un “absoluto” en sí mismo, en su coexistencia con los demás espaciostiempos es relativo. Por eso, a veces, aludo a estos espaciostiempos como “absolutos noéticos relativos”. Es decir: cada espaciotiempo en nuestra sistematización tiene un ritmo vibracional preponderante, que sujeta y mantiene a disciplina la “realidad aparte” que nos confiere. Esto, en sí mismo, constituye un “absoluto noético”. Cualquier ser humano que nazca bajo el bloqueo funcional de la Primera Atención ( “espaciotiempo Beta” ), no puede imaginar siquiera la existencia del “espaciotiempo Alfa” y, mucho menos, la de los “espaciostiempos Theta y Delta”; pensará que la única realidad posible es su realidad cotidiana, y el “espaciotiempo Beta” ejercerá su carácter de “absoluto noético” hasta que muera.
Sin embargo, los seres humanos que son capaces de transformar y expandir su conciencia, saben que esa realidad cotidiana es relativa, que existen otras “realidades aparte” distintas y complementarias. Esas realidades aparte se encuentran enmarcadas en los espaciostiempos Alfa, Theta y Delta. Todos estos espaciostiempos, aún confiriéndonos “realidades aparte” y “estados de ser-realización” distintos, son complementarios entre sí; es decir, ninguno de ellos por separado constituye la totalidad de nosotros mismos. Por tanto, se necesitan mútuamente, y es esa necesidad de complementarse entre sí lo que los hace relativos en sí mismos; es decir, “absolutos noéticos relativos”.
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 “ LA POSICIÓN DONDE ENCAJA LA PERCEPCIÓN “:
“La posición donde encaja la percepción”: es el lugar que ocupa el “fulgor de la conciencia” a lo largo y ancho de nuestro “espacio-tiempo de sistematización cuatridimensional”. Cada “posición” que ocupa el “fulgor de la conciencia” nos confiere una percepción y una interpretación distinta de la realidad y de nuestro “sí mismo” autoorganizador. De tal forma que, si cambiara de emplazamiento, percibiríamos la nueva afluencia de campos de energía como una “realidad aparte”, como un estado de conciencia diferente. Cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza a una “posición donde encaja la percepción”, y acumula suficiente energía, esa “posición” se convierte en una realidad en sí misma, un mundo o una “realidad aparte” tan uniforme y cohesiva como el mundo de nuestra realidad cotidiana.
Cuando el “fulgor de la conciencia” encaja en una determinada “posición” y almacena suficiente energía – es decir: conciencia – su interpretación del procesamiento de la información genera, automáticamente, un esquema de la realidad ( o, si se prefiere, una representación estereotipada de un conjunto de situaciones y actividades ). Es decir, una estructura funcional de representaciones relativamente duraderas del conocimiento y la experiencia que se va aprehendiendo en cada “posición donde encaja la percepción”. Estas estructuras cognitivas dirigen la percepción, codificación, organización, almacenamiento y recuperación de la información de nuestro sí mismo y del
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entorno. Uno de los aspectos más importantes relacionados con el papel de los esquemas es el modo en que una información compleja va a ser interpretada y/o recordada. Ello dependerá en gran medida del abanico de esquemas prototípicos que se encuentren almacenados en la memoria.
El problema con los esquemas que genera cada “posición donde encaja la percepción” es que “absolutizan” nuestra percepción y nuestra interpretación de la realidad. Esto hace que la información que proviene de otras “posiciones donde encaja la percepción” se ignore y se olvide. Este procesamiento de carácter simplificador sacrifica una eventual pérdida de información o una distorsión de la misma en aras de un principio de “economía cognitiva”. Una vez activados, los esquemas orientan y canalizan el procesamiento de la información actuando como filtros a través de los cuales se percibe, interpreta, sintetiza y recuerda la realidad. Nuestros pensamientos, por ejemplo, son productos cognitivos de los esquemas activados. Por ello es sumamente importante “romper esquemas”, o dicho de otra manera, desplazar el “fulgor de la conciencia” a otras “posiciones donde encaja la percepción”. De esta forma, podremos contrastar todas las probabilidades cognitivas posibles en el procesamiento de la información de nuestro sí mismo autoorganizador y de la realidad. Asimismo, esto nos permitirá conseguir un conocimiento más holístico, integral y sistémico de nuestra coexistencia con el Universo.
El conjunto de “posiciones donde puede encajar la percepción” configura la totalidad de nuestro sí mismo; es decir, de nuestro potencial para percibir lo que somos y lo que nos rodea. El psiconauta que ha consolidado su Tercera Atención – conciencia del cuerpo holístico –, puede establecer las “coordenadas” que le permitan orientarse en los intrincados linderos de la
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percepción. Es decir, puede determinar la posición donde encaja el “fulgor de la conciencia” en su espaciotiempo de sistematización cuatridimensional. De esta forma, podremos reconocer el desplazamiento que el “fulgor de la conciencia” realiza al cambiar de un espaciotiempo a otro espaciotiempo. Cada uno de estos cambios de emplazamiento constituye una “posición donde encaja la percepción”. Pero, además, cada “espaciotiempo de sistematización” ( beta, alfa, theta y delta ) incluye una cantidad indeterminada de variables perceptuales, de estados de conciencia que de hacerse uniformes y cohesivos pueden llegar a constituir “realidades aparte”. Estas realidades aparte que nos confiere cada “espaciotiempo de sistematización, en si mismas, son también “posiciones donde encaja la percepción”.
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 “ EL FULGOR DE LA CONCIENCIA”:
*) Fotograma de la película: “ Mátrix Reloaded “
En palabras de Carlos Castaneda (“El Segundo Anillo de Poder”): < El “fulgor de la conciencia” es un punto redondo de intensa luminosidad, alojado permanentemente dentro del cuerpo luminoso. Es el punto donde la percepción tiene lugar o “punto de encaje”. Está rodeado por un resplandor que enfoca a los millones de filamentos de energía del universo que pasan directamente a través de él y, automáticamente y sin premeditación alguna, los junta unos con otros y los aglutina creando la percepción estable de un mundo.
El “fulgor de la conciencia” es la conciencia de ser; la conciencia, la vida y la percepción van juntas, y están inextricablemente ligadas al “punto de encaje”. Éste no sólo es el centro donde se acumula la percepción, sino el centro donde tiene lugar la interpretación de los datos sensoriales; de modo que, si cambiara de emplazamiento, interpretaría la nueva afluencia de campos de energía prácticamente de la misma forma que traduce el mundo de la vida cotidiana. El resultado de la nueva interpretación es la percepción de un mundo sorprendentemente parecido al nuestro y, a la vez, intrínsecamente distinto. Desde la perspectiva energética los otros mundos son tan parecidos al nuestro
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como pueden serlo; sólo la interpretación del punto de encaje explica las semejanzas aparentes.>
La física cuántica nos proporciona términos que nos pueden hacer más comprensible este complejo concepto. Desde esta perspectiva, el “fulgor de la conciencia” se puede “ver” como un electrón, de naturaleza entre onda de probabilidad y partícula. Bajo este enfoque, el “fulgor de la conciencia” puede traspasar las “Barreras de la Percepción” ( ver pág. 87 ) y, a modo de electrón ( como “onda de materia” ), realizar “saltos cuánticos” para ocupar cada una de las órbitas ( o “espacios-tiempos de sistematización” ) alrededor del núcleo del sistema autoorganizador cuatridimensional de los seres humanos, hasta realizar la totalidad de su potencial.
En cualquier caso, la forma de ver el “fulgor de la conciencia” es muy relativa. Desde mi punto de vista, la conciencia de ser es energía-materia, y la energía se puede percibir como una especie de brillantez o de resplandor. Es por ello, que a esa cualidad que nos confiere la conciencia de ser, para percibir cada uno de nuestros estados de “ser-realización” o niveles de conciencia-energía, la denomino: “fulgor de la conciencia”. Pero, vuelvo a repetir que la forma de “ver” el “fulgor de la conciencia” es muy relativa. La Segunda Atención lo proyecta en función al conocimiento y particular idiosincrasia del sujeto que percibe. Si mi intento es ver el “fulgor de la conciencia” como un “punto redondo de intensa luminosidad”, o como algo parecido a un “electrón”, alteraré la función ondulatoria de la conciencia-energía en este sentido, abandonando las demás probabilidades cuánticas y asentando mi percepción en estos resultados específicos.
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Para mí, sin embargo, lo importante no es desgañitarse buscando un “punto redondo de intensa luminosidad” en el interior de nuestro campo energético, o algo parecido a un “electrón” que va ocupando cada órbita de nuestro sí mismo autoorganizador. Desde mi punto de vista, el “fulgor de la conciencia” es, básicamente, el ritmo vibracional preponderante en nuestra sistematización; por tanto, debe ser extensible a la totalidad de nuestro sistema autoorganizador, ya que percibimos con la totalidad de nosotros mismos. Es el cambio en el ritmo vibracional de nuestro sistema autoorganizador lo que ocasiona el desplazamiento del fulgor de la conciencia; es decir, cada ritmo vibracional sujeta y mantiene a disciplina cada uno de nuestros estados de conciencia, cada uno de nuestros estados de “ser-realización”. Por tanto, el cambio de un ritmo vibracional a otro ritmo vibracional, lleva implícito un desplazamiento de nuestros niveles de conciencia-energía, que nos ofrecen “realidades aparte” – o mejor: “espaciostiempos de sistematización” – en los que podemos reconocer aspectos distintos y complementarios de nuestro sí mismo.
Según Carlos Castaneda ( “El Segundo Anillo de poder” ): < El “punto de encaje” es parte del huevo luminoso ( *- Se refiere a la configuración de campos de energía que sistematizan al ser humano. Esta configuración se puede percibir en estados muy acrecentados de conciencia. Para mí, sin embargo, el “punto de encaje” no es parte de nuestra configuración bioenergética, sino esta misma configuración en un ritmo vibracional preponderante que ejerce como “absoluto noético” ), lo cual es nuestro ser energético. El “punto de encaje” se desplaza a través de corrientes energéticas, que son como empellones de energía que se sienten afuera o adentro, no del cuerpo físico, sino del cuerpo energético. >
Desde mi punto de vista, lo que se desplaza – cuando se desplaza el “fulgor de la conciencia” – es la totalidad de nuestro sí mismo mediante un cambio del ritmo vibracional en nuestro sistema autoorganizador. Por otra parte, cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza
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podemos sentir ese desplazamiento con ambos hemisferios de nuestra conciencia; es decir, tanto el “cuerpo energético de ensueño” como el “cuerpo físico-energético” perciben y sienten los desplazamientos del “punto de encaje”. Esto es así, porque aunque ambos “cuerpos“ son sistemas autoorganizadores, sin embargo coexisten en una interdependencia configurada como una unidad inseparable.
Siguiendo con Carlos Castaneda ( “El Segundo Anillo de Poder” ): < Los brujos de la antigüedad distinguieron dos tipos de desplazamiento del “punto de encaje”:
1º) Cambio del “punto de encaje”: es el desplazamiento a cualquier posición en la superficie o en el interior de la bola luminosa. Son desplazamientos dentro de la bola luminosa, y los mundos engendrados por ellos, por raros, maravillosos o increíbles que sean, son mundos aún dentro del reino de lo humano. ( *- Por ejemplo: el ser humano que expande su conciencia y consolida su “cuerpo energético de ensueño”, puede desplazar el “fulgor de la conciencia” a posiciones dentro de la Banda de Emanaciones de los Seres Humanos. La “Banda de Emanaciones de los Seres Humanos” es un Campo de Energía que aglutina los espaciostiempos Beta, Alfa, Theta y Delta de nuestro sistema autoorganizador cuatridimensional. En cada uno de esos espaciostiempos de sistematización, podemos encajar el “fulgor de la conciencia” en diferentes posiciones que nos confieren “realidades aparte” que sólo podemos percibir mediante un “cambio del punto de encaje”. También podemos percibir mediante un “cambio del punto de encaje”, la “posición del S.E.H.” y la “posición de los “Seres Inorgánicos” en sus interacciones dentro de la Banda de Emanaciones Humana”. ).
2º) Movimiento del “punto de encaje”: son desplazamientos a posiciones fuera de la bola luminosa, y ponen en juego a filamentos energéticos que están fuera del reino de lo humano. Percibir tales filamentos engendra mundos que sobrepasan toda comprensión; mundos increíbles que no tienen huella alguna de antecedentes humanos. Cuando el “punto de encaje” se mueve fuera del huevo luminoso, empuja el contorno de la formación luminosa hacia fuera, sin romper sus límites energéticos. ( *- Por ejemplo: cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza a la “posición de los Seres Inorgánicos” para percibir sus mundos aparte o estados de “ser-realización”, o cuando se desplaza a la
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“posición del sistema-ente humano” fuera de la Banda de Emanciones Humana ).
La razón, el sentido común, el buen juicio, fuentes de gran orgullo para nosotros…, son meramente el resultado de la fijación del “punto de encaje” en su posición habitual; cuanto más rígido y fijo, más grande nuestra confianza en nosotros mismos; más grande nuestra idea de que podemos explicar lo que fuera. La humanidad actual y los brujos de la antigüedad, son víctimas de la posición del “punto de encaje”. La humanidad por no saber que el “punto de encaje” existe; por no saberlo estamos obligados a considerar a los productos de su posición habitual como cosas finales e indiscutibles. Y los brujos antiguos, por saber que el “punto de encaje” existe y que se puede manejar con relativa facilidad; desplazándolo a otras realidades distintas a la nuestra, forzados por expectativas de poder o ganancia personal.
Inmovilizar nuestro “punto de encaje” en su posición habitual es el mayor logro de nuestra socialización básica como seres humanos. Una vez que su posición es fija, nuestra percepción puede ser entrenada y dirigida a interpretar lo que percibimos. Nuestro proceso de socialización empieza entonces a guiarnos a percibir más en términos del sistema que en términos de nuestros sentidos... La percepción humana es universalmente homogénea debido a que el “punto de encaje” de toda la raza humana está fijo en el mismo sitio. Los brujos prueban todo esto al comprobar que lo que se percibe no tiene sentido alguno cuando el “punto de encaje” se ha desplazado fuera de cierto nivel y nuevos filamentos energéticos universales empiezan a ser percibidos. La razón de ello es que los nuevos filamentos traen nuevos datos sensoriales que no son parte de dicho sistema. Percibir sin nuestro sistema es, por supuesto, algo caótico; pero por más extraño que parezca, cuando nos creemos realmente perdidos, nuestro sistema se recupera y viene a nuestro rescate, transformando nuestra nueva e incomprensible percepción en un mundo totalmente comprensible.
Acechar la percepción, es la manera como los brujos antiguos llamaban al acto de adquirir uniformidad y cohesión fuera del mundo normal. Si el “punto de encaje” no se logra estabilizar, no hay forma posible de que podamos percibir coherentemente; lo que entonces percibiríamos sería un calidoscopio de imágenes disociadas
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( *- como se puede apreciar en el fotograma de esta página, de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “ ). Esta fue la razón por la cual los brujos antiguos pusieron tanto énfasis en el “ensueño” ( el arte de desplazar el “punto de encaje” a miles de posiciones en la superficie o adentro de sus masas energéticas ) como en el “acecho” ( el arte de fijar el “punto de encaje” en su nueva posición, para así retener su cohesión indefinidamente ); un arte no puede existir sin el otro. Los brujos antiguos tenían tan espléndida fluidez que todo lo que necesitaban era un ligero desplazamiento de sus puntos de encaje, una mínima señal en su ensueño para instantáneamente acechar su percepción; es decir, para arreglar su cohesión y hacerla encajar en su nuevo estado de conciencia. El efecto de los desplazamientos del “punto de encaje” es acumulativo, y es el peso de esa acumulación lo que causa el efecto final.>
Mientras que el “cuerpo energético de ensueño” está emergiendo, el “S.E.H.” y los “sistemas-entes inorgánicos” con los que comparte más emanaciones ( ver Cap. I in fine: “Entesimbiosis” ) pueden desplazar, a voluntad, el “fulgor de la conciencia” dentro y fuera de nuestra configuración energética. Mediante la “entesimbiosis”, los “sistemas-entes” generan o ejercen una mayor presión sobre nuestras emanaciones, pues se trata de una “asociación interespecífica” que permite a los “sistemas-entes” actuar arracimados y, así, les resulta más fácil anular nuestra voluntad para ejercer su voluntad o la de los seres inorgánicos.
El psiconauta, a lo largo de su proceso de transformación sufre una severa presión al ser sometido a continuos desplazamientos del “fulgor de la conciencia”, tanto por el “S.E.H.” como por los “Seres Inorgánicos” y los “Sistemas-Entes Orgánicos”. Existe una técnica ( como también apunta Carlos Castaneda ) para aliviar esa presión: intentar con el movimiento de los ojos y la intensidad de la mirada desplazar, a voluntad, el “fulgor de la conciencia” a otra
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“posición donde puede encajar la percepción”. Otra técnica consiste en el control de nuestro sistema psicomotriz. Un simple cambio de postura ( por ejemplo, ponernos de pie si estamos sentados ), un movimiento de cabeza, de brazos o de piernas, etc…, inducen ligerisimos – pero muy útiles – desplazamientos del “fulgor de la conciencia”. Estas técnicas alteran ( en un principio, de forma imperceptible ) la función ondulatoria en nuestro ritmo vibracional y restauran, de alguna manera y por algún tiempo, nuestra continuidad como seres humanos, lo que supone un descanso para nuestras emanaciones. Con la práctica, el poder acumulativo de estas técnicas, acompañado de un adecuado ejercicio físico ( practicando algún deporte, actividades de gimnasio, etc…, que nos permita estimular y vitalizar la energía-conciencia almacenada en nuestro cuerpo: músculos, huesos, etc… y que de otra manera permanecería adormecida o aletargada ) y de un adecuado ejercício psicológico ( como la meditación, el yoga, etc… ) nos permitirá un mayor autocontrol y una mayor fluidez sobre el “fulgor de la conciencia”.
Además, hay que tener en cuenta que la conciencia es un evento más del medio ambiente ( como pueden serlo el agua, el aire, etc… ). Cuando el psiconauta se da cuenta de esto, puede utilizar la conciencia ( en términos de autoconciencia o autoconocimiento ) para desplazar a voluntad el “fulgor de su conciencia” y evitar, así, la intromisión del “S.E.H.”, de los “seres inorgánicos” y de los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos”. Ejercitando la voluntad en el reconocimiento de su “sí mismo” autoorganizador, el psiconauta puede bloquear la reabsorción del “fulgor de su conciencia” por parte de los “sistemas-entes” y de los seres inorgánicos. Sin embargo, el poder de atracción de estos campos de energía es tan grande, que sólo mediante un intento inflexible por el reconocimiento de nuestras tendencias autoafirmantes e integradoras ( ver
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Cap.VII: “La visión de Sistemas” ) podemos desprendernos de la presión de sus emanaciones, es decir, de su conciencia-energía.
Por otra parte, el psiconauta que ha consolidado la conciencia de su “cuerpo holístico”, puede desplazar el “fulgor de la conciencia” a voluntad a lo largo y ancho de su “espacio-tiempo de sistematización cuatridimensional”. Y todo ello, a pesar de la intromisión de los “sistemas-entes” y de los “seres inorgánicos”. Por ejemplo, puede desplazar el “fulgor de la conciencia” para conectar o desconectar con la “posición del S.E.H.”; puede desplazar el “fulgor de la conciencia” de la Primera Atención a la Segunda Atención o viceversa, etc… Para ello, ha de generar un intento inflexible por alcanzarla Libertad de la Percepción. Ese intento inflexible pone en juego uno de los principales fenómenos dinámicos de la autoorganización: la autotrascendencia o autotrasformación; es decir, la capacidad de superar de manera creativa los límites físicos y mentales en los procesos de aprendizaje, desarrollo y evolución. De esta manera, somos capaces de expresar uno de los potenciales más importantes de los seres humanos: nuestra libertad ( relativa ) para poder elegir la “posición” donde queremos que encaje nuestra percepción.
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 LAS BARRERAS DE LA PERCEPCIÓN:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “
Cuando el “fulgor de la conciencia” se aproxima a un lindero de la percepción, con un ritmo vibracional distinto al que mantiene en el “espaciotiempo de sistematización” que se encuentra ocupando, se produce una “resistencia” o “interferencia” electromagnética que genera un “vacío perceptual”. Esta interferencia se produce cuando dos o más ritmos vibracionales se solapan o entrecruzan interfiriendo entre sí, como se puede apreciar en la fotografía de la Enciclopedia Encarta. A ese tránsito de un ritmo vibracional a otro, lo denomino “barrera de la percepción”.
Hasta que el “fulgor de la conciencia” no sintoniza con la frecuencia y la amplitud del nuevo ritmo vibracional, no puede atravesar la Barrera de la Percepción que “separa-une” a un “espaciotiempo de sistematización” de otro. Lo percibido, por tanto, carece de uniformidad y cohesión; nuestros sentidos perciben un calidoscopio sin sentido de imágenes disociadas. De esta manera,
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cuando el “fulgor de la conciencia” vuelve a su “posición habitual” – nuestra Primera Atención –, nuestra conciencia ( sobre los eventos que hemos vivido ) se vacía y queda en blanco. Hasta que el “fulgor de la conciencia” no almacena suficiente energía en cada espaciotiempo donde se ha desplazado, no puede descodificar ni interpretar la nueva afluencia de filamentos de energía que sistematizan una realidad aparte, unos estados de “ser-realización” distintos.
Existen Tres Barreras de la Percepción en nuestro sistema autoorganizador cuatridimensional. Estas “barreras” actuan a modo de “fronteras de la percepción”, que delimitan o “separan” a los cuatro “espacios-tiempos de sistematización” de nuestro sistema autoorganizador: la primera barrera de la percepción separa al “espaciotiempo Beta” del “espaciotiempo Alfa”; la segunda barrera de la percepción separa al “esapciotiempo Alfa” del “espaciotiempo Theta”, y la tercera barrera de la percepción separa al “espaciotiempo Theta” del “espaciotiempo Delta”.
Sin embargo, esto es sólo una forma anlítica y lineal de ver nuestra configuración bioenergética, ya que, desde una perspectiva holística, no existe separación entre los distintos espaciostiempos de nuestro sistema autoorganizador, sino que interaccionan entre sí y se encuentran inextricablemente unidos. Es por ello que también utilizo la expresión “separan-unen” para referirme a estas “barreras de la percepción”.
El psiconauta puede ver estas barreras de muchas maneras. Por ejemplo: Carlos Castaneda habla de una “pared de niebla”, de “líneas paralelas” y, también, utiliza el término “barrearas de la percepción”. Raymond A. Moody, cuando habla de las experiencias de personas que estuvieron clínicamente muertas o cerca de la muerte ( al cruzar la segunda barrera de la percepción ), dice que en algunos casos le contaron que durante la experiencia se aproximaron a lo que podría llamarse “frontera” o “límite” y que, en diversos relatos han tomado la forma de “masa de agua”, “niebla gris”, una “puerta”, un “cercado” o simplemente una “línea”.
El cruce de estas “barreras de la percepción” también puede ir acompañado de una experiencia auditiva. En mi caso lo he experimentado como el “crujir” de una rama seca, otras veces como una exquisita y distante melodía musical. Carlos Castaneda y Raymond A. Moody, también hablan de estas experiencias auditivas y las describen de muchas maneras: como el sonido de un
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tambor que se rompe al golpearlo, como un molesto zumbido, como una aguda vibración, como un fuerte chasquido, un fragor, un estallido, como un sonido silbante o como una forma musical agradable.
Podemos afirmar que, en todos los casos, nuestros sentidos captan el tránsito de un espaciotiempo a otro. De esta manera, el psiconauta cuenta con evidencias suficientes para reconocer un cambio en el ritmo vibracional de su sistema autoorganizador, es decir, puede ser consciente del desplazamiento del “fulgor de la conciencia” a otro espaciotiempo de sistematización de su “espaciotiempo de sistematización cuatridimensional”.
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 PSICONAUTA:
*) Fotograma de la película: “ Mátrix Revolutions“
En cuanto al término “Psiconauta”, lo podríamos definir como: todo ser humano que expande su conciencia a lo largo y ancho de su “espacio-tiempo de sistematización cuatridimensional” o, en términos cuánticos, “Vector de Estado PSI”. La física cuántica, define el “Vector de estado Psi” como un estado inicial de partículas que da lugar a un haz de estados posibles, constituyendo ese haz el “vector de estado PSI”. Este concepto es extraordinariamente apropiado para definir nuestro campo energético en términos de conciencia o conocimiento. Extrapolándolo a nuestro sistema autoorganizador, podríamos traducirlo como una red de configuraciones bioenergéticas que da lugar a diferentes estados de conciencia.
Es decir, psiconauta es el ser humano que desplaza el “fulgor de la conciencia” y “viaja” en torno a su sí mismo, dentro y fuera de su sí mismo. Cada vez que el psiconauta desplaza el “fulgor de su conciencia” a una nueva “posición”, se produce – en términos cuánticos – un “colapso del Psi”; o sea, la nueva afluencia de campos de energía se convierte en “número de ocupación”, en una “realidad aparte”, tan uniforme y cohesiva como nuestra realidad cotidiana.
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 SISTEMA:
Part. subatómicas Átomo Molécula Órganulo Célula Tejido Órgano
Ser Humano Familia Comunidad Ecosistemas
La Tierra Sitema Solar Cúmulo Estelar Galaxia: Vía Láctea
Cúmulos de Galaxias: Supergalaxia Materia-Energía Oscura ( partículas subatómicas ).-
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En cuanto al término “sistema”, cabe decir que se está generalizando en nuestra cultura, en nuestra sociedad. Este concepto nos confiere una visión más integral de la realidad y de nuestro sí mismo. Esto es así, porque a través de este concepto nos vemos como una totalidad – o una unidad – compuesta de partes más pequeñas y, simultáneamente, nos vemos como una parte de unidades o sistemas mayores de complejidad diferente.
Más del 90% del Universo es materia-energía oscura; es decir, el material no luminoso donde resaltan las estrellas y que, comúnmente, se conoce como “espacio” o “vacío”. Esta materia-energía se encuentra distribuida por todo el universo y es objeto de las investigaciones más apasionantes de la astrofísica. Muchos astrónomos creen que hay suficientes pruebas para pensar que más del 90% de la materia de una galaxia o de un determinado cúmulo de galaxias es “materia-energía oscura”. La astrofísica más moderna sugiere que la “materia-energía oscura” puede estar formada por partículas subatómicas exóticas, cuyas propiedades impiden su detección observando directamente la radiacioón electromagnética, y/o una energía uniforme denominada “constante cosmológica”.
Cuando las partículas subatómicas ( los constituyentes más elementales del átomo – leptones: electrón, neutrino, muón, tau, etc…; o quarks: protones y neutrones – ) se combinan entre sí, dan lugar a los átomos ( hidrógeno, helio, oxígeno, nitrógeno, carbono, etc… ); cuando los átomos se combinan entre sí, dan lugar a las moléculas ( como el agua: H2O ); cuando las moléculas se combinan entre sí, originan orgánulos ( unidades estructurales y funcionales de las células, como el núcleo o las mitocondrias ); las células, a su vez, se combinan para formar tejidos ( como el tejido muscular, óseo, etc… ); los tejidos, a su vez, se combinan para formar órganos ( como el corazón, el hígado, etc…); un conjunto de órganos forma un ser vivo ( como un ser humano ). Todas estas unidades – desde las partículas subatómicas hasta el ser humano – pueden ser consideradas sistemas, es decir, unidades autoorganizadoras ( y, por tanto, autoconscientes ) con una “tendencia autoafirmante” y una “tendencia integradora”. Todos estos sistemas son, a su vez, subsistemas de niveles mayores de complejidad.
Pero la escala no termina en el ser humano. El ser humano es un subsistema de sistemas mayores de complejidad: la familia que, a su vez, es un
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subsistema de la comunidad o de una determinada sociedad que, a su vez, es parte de un ecosistema. Los distintos ecosistemas forman parte de la biosfera que, a su vez, forma parte del Planeta Tierra que, a su vez, es un subsistema del sistema solar. El sistema solar es parte de un cúmulo estelar ( cada cúmulo estelar está formado por cientos de miles de estrellas ) que, a su vez, es parte de un sistema mayor: la vía láctea. Esta galaxia ( que como todas las galaxias está formada por cientos o miles de millones de estrellas ), a su vez es un subsistema de un cúmulo de galaxias que, a su vez, se agrupan en cúmulos de mayor tamaño… Así podríamos extendernos hasta el infinito.
Según la visión de sistemas, cada uno de estos sistemas obedece a una tendencia autoafirmante ( que preserva su autonomía individual ) y a una tendencia integradora ( que lo vincula a las exigencias de la unidad mayor para que el sistema sea viable ). El Universo entero es una unidad de sistemas que, como Sistema Mayor, condiciona la evolución y la transformación de sus partes. Como se puede apreciar en la secuencia de fotogramas, microcosmos y macrocosmos forman parte de la misma Unidad de Sistemas; una unidad donde la Totalidad siempre es mayor que la suma de las partes.
El ser humano es, simplemente, una porción infinitesimal de la totalidad de emanaciones infinitas que sistematizan nuestro universo observable y lo que no podemos conocer. Como cualquier otro sistema, es autoorganizador y está interconectado a la Totalidad, pero no es la Totalidad como creen muchas corrientes espirituales cuando afirman que “somos infinitos”, o que “Dios ( el Espíritu, el Universo, la Conciencia Suprema… ) habita en nuestro interior”, o que “somos Eso”, etc… Un ser humano – como cualquier ser del Universo – no puede ser infinito, porque
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infinito sólo es el Universo y, por otra parte, el Universo no puede habitar u ocupar una porción infinitesimal y limitadísima como la de un ser humano porque esto es físicamente imposible. Otra cosa bien distinta es que un ser humano coexista y mantenga una pauta de conexión con la Totalidad, con el Universo.
Pero que una parte esté conectada a la Totalidad no significa que sea la Totalidad. ¿ Qué hace posible que un ser humano se identifique con la Totalidad y se vea como un ser infinito y eterno ? Una “posición donde encaja la percepción”. Cuando estamos dormidos y tenemos la suficiente energía para encajar el “fulgor de la conciencia” en esta posición podemos vernos inmersos en el espacio infinito, contemplando estrellas y planetas y viajando por los confines del Universo. Hasta aquí todo es normal, se trata tan sólo de una “posición donde encaja la percepción” que nos confiere ese potencial. El problema, sin embargo, radica en el procesamiento de la información que deviene de esta posición. Si en ese procesamiento interfieren los “sistemas-entes”, debido a su deficiente nivel cognitivo y a su enorme poder en la manipulación de la conciencia, nos pueden hacer creer que nosotros somos lo que estamos percibiendo, en este caso, el Universo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que los “sistemas-entes” y los seres inorgánicos tienen una tendencia irresistible a mimetizar cualquier objeto de atención y que, además, se identifican con la Totalidad. Si el psiconauta no está prevenido, cuando la entesimbiosis ejerce presión sobre nuestras emanaciones y reabsorbe el “fulgor de la conciencia”, podemos caer en un trance hipnótico que nos haga confundir nuestro intento con el intento de los “sistemas-entes” y, de esta manera, creernos dioeses, dios, el universo, el infinito, etc…
Estas aberrantes interpretaciones de estas “posiciones donde encaja la percepción” todavía ejercen una importante influencia en nuestro campo morfogenético. Hasta hace bien poco, en las culturas politeístas se adoraba a los líderes político-religiosos como a divinidades o como al dios principal, y en las culturas monoteístas se instauraban monarquías absolutistas y teocracias ( aún hoy en día queda alguna ) en las que sus representantes eran vistos como el dios uno, es decir, como la Totalidad. Sin embargo, todas estas percepciones de la realidad son el resultado de nuestro, todavía, inmaduro crecimiento personal y
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desarrollo evolutivo y de la manipulación de la conciencia por la entesimbiosis y por los seres inorgánicos.
Para una información más completa y detallada del término sistema, me remito al Capitulo VII: “La visión de sistemas”.
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 CAMPOS DE ENERGÍA:
*) Fotograma de la película: “Mátrix Revolutions“
Siguiendo a Brian Greene ( “El tejido del cosmos” ): < A mediados del siglo XIX, Maxwell descubrió cuatro poderosas ecuaciones que, por primera vez, establecían un marco teórico riguroso para entender la electricidad, el magnetísmo y su íntima relación. Maxwell desarrolló estas ecuaciones estudiando cuidadosamente la obra del físico inglés Michael Faraday, quien a comienzos del siglo XIX había realizado decenas de miles de experimentos que mostraban características hasta entonces desconocidas de la electricidad y el magnetismo. La idea clave de Faraday fue el concepto de campo: Una “niebla” o “esencia” que permea el espacio; puede transportar una fuerza o describir la presencia-movimiento de partículas.
Ampliado más tarde por Maxwell y muchos otros, este concepto ha tenido una enorme influencia sobre el desarrollo de la física durante los dos últimos siglos, y subyace a muchos de los pequeños misterios que encontramos en la vida cotidiana. Cuando usted atraviesa los arcos de seguridad del aeropuerto, ¿ cómo es posible que una máquina que no le toca pueda determinar si usted lleva objetos metálicos ? Cuando usted se somete a una resonancia magnética, ¿ cómo es posible que un aparato que permanece fuera de su cuerpo pueda tomar una imagen detallada de su interior ? Cuando usted
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mira una brújula, ¿ cómo es posible que la brújula oscile y apunte hacia el norte incluso si nada parece moverla ? La respuesta familiar a la última pregunta apela al campo magnético de la tierra, y el concepto de campo magnético sirve para explicar también los dos ejemplos anteriores. (*- En la fotografía podemos apreciar la mutua atracción simbiótica entre los campos electromagnéticos del sol y de la tierra ).
Nunca he visto una manera mejor de hacerse una idea intuitiva de un campo magnético que la demostración de la escuela elemental en la que se esparcen limaduras de hierro en la vecindad de un imán… ( *- Fotografía Encarta: campo magnético de un imán de herradura ). El imán crea un algo invisible que permea el espacio a su alrededor; un algo que puede ejercer, por ejemplo, una fuerza sobre trozos de metal. El algo invisible es el campo magnético y, para nuestra intuición se parece a una neblina o esencia que puede llenar una región del espacio
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y ejercer con ello una fuerza más allá de la extensión física del propio imán. Un campo magnético proporciona a un imán… influencia más allá de sus fronteras físicas, lo que permite que la fuerza se ejerza en el “campo”. Por eso es por lo que un campo magnético se denomina también un “campo de fuerza”.
Los campos magnéticos son un tipo familiar de campo, pero Faraday tambien analizó otro: el campo eléctrico. Éste es el campo que hace que salten chispas de su bufanda de lana, o que sienta un hormigueo en su piel cuando se encuentra en una montaña durante una tormenta eléctrica... Otros científicos encontraron que cambios en un campo eléctrico pueden producir cambios en un campo magnético…, y viceversa. Los campos magnético y eléctrico están entretejidos…, y fueron finalmente bautizados como campos electromagnéticos, y la influencia que ejercen como fuerza electromagnética. Electricidad y magnetismo, aunque inicialmente considerados distintos, son en realidad tan sólo aspectos diferentes de una única entidad física… La luz, por ejemplo, no es otra cosa que una onda electromagnética, una onda que tiene las propiedades correctas para interaccionar con las sustancias químicas en nuestra retina y darnos la sensación de visión.
Hoy estamos inmersos constantemente en un mar de campos electromagnéticos. Su teléfono móvil y la radio de su automóvil funcionan a enormes distancias porque los campos electromagnéticos emitidos por las compañías telefónicas y las estaciones de radio bañan regiones del espacio enormemente ámplias. Lo mismo sucede con las conexiones inalámbricas de internet; los computadores pueden pasearse por toda la World Wide Web gracias a los campos electromagnéticos que están vibrando alrededor de nosotros ( y, de hecho, a través de nosotros ). Más tarde se encontraron otros tipos de campos: campos gravitatorios ( que nos sujetan a la tierra ), campos nucleares ( que unen partículas subatómicas como los quarks – que constituyen
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los protones y los neutrones – ), el campo de Higgs ( responsable de muchas de las propiedades de las partículas de las que estamos hechos usted, yo y cualquier otra cosa que hayamos encontrado. Este campo ejerce una fuerza de fricción que da masa a las partículas fundamentales como electrones y quarks.), etc… Se hace cada vez más claro que el concepto de campo es fundamental para nuestra formulación moderna de la ley física. ( *- En la fotografía de arriba, un pequeño imán cilindrico flota por encima de un superconductor. Abajo, ejemplo de paramagnetismo: oxígeno líquido atrapado en el campo magnético de un imán ).
El marco del campo se aplica también a la materia. Hablando en términos generales, las ondas de probabilidad de la mecánica cuántica pueden considerarse como campos que llenan el espacio y proporcionan la probabilidad de que una u otra partícula de materia esté en uno u otro lugar.>.
Se puede hablar también de Campos de Energía de Sistematización. Cada ser de la Conciencia forma parte de uno de estos campos. Así, podríamos decir que la especie humana forma parte del “Conglomerado de Campos de Energía de Sistematización del Acontecer Humano”. Estos campos generan dinamismos “antagónico-complementarios” que sistematizan los “espaciostiempos” reguladores de los diferentes niveles de conciencia-energía o estados de “ser-realización”. Esto mismo es de aplicación para el resto de los seres orgánicos, tanto del mundo vegetal como animal, y para los seres inorgánicos. Cada uno de estos seres forma parte de un “Conglomerado de Campos de Energía de Sistematización” o “Banda de Emanaciones” que expresa su propio Acontecer. Por su parte, los “sistemas-entes”, tanto orgánicos como inorgánicos, forman parte de sus correspondientes Campos de Energía.
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En definitiva, podemos concluir que el Universo es una red de campos de bioenergía donde todo está entrelazado, interconectado. Hablo de “bioenergía” porque entiendo que la energía es materia-conciencia, es decir, vida. Esta Materia-Energía-Conciencia es inexplicable en sí misma. Sólo sabemos que sistematiza nuestra forma y nuestros atributos ( o dicho de otra manera, nos da la vida y la muerte ) para transformar y expandir nuestra conciencia. Como dice el biólogo celular, Dr. Bruce H. Lipton: < Todos los organismos, incluyendo a los humanos, se comunican e interpretan su entorno mediante la evaluación de campos de energía. Puesto que los humanos somos tan dependientes del lenguaje hablado y escrito, hemos descuidado nuestro sistema sensorial de comunicación basado en la energía…>.
Todos los seres del Universo somos “generados”, “configurados” o “sistematizados” por esta Bioenergía a la que denomino: “Materia-Energía-Conciencia de Sistematización”. Esto, sin embargo, es una percepción relativa de la realidad que, como cualquier otra, intenta conocer lo que no se puede conocer en su totalidad. ( ver Anexo: Lo conocido, lo desconocido que se puede conocer y lo desconocido que no se puede conocer ).
Por otro lado, y desde mi punto de vista, existe un campo de energía al que denomino: “Campo de Energía de Cohesión”. Este Campo de Energía actuaría en todos los Aconteceres Orgánicos e Inorgánicos y la fuerza que genera sistematiza diferentes “posiciones donde encaja la percepción”. Estas posiciones se encuentran en el “espaciotiempo de sistematización Theta”, y hacen posibles las interacciones con los “sistemas-entes” y con los seres inorgánicos.
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Por ejemplo: La Banda de Emanaciones de los seres humanos sistematiza nuestro Acontecer Humano, mientras que la Banda de Emanaciones del “Sistema-Ente Humano” sistematiza su propio acontecer. Ambas Bandas de Emanaciones son sistemas autoorganizadores, se encuentran separadas y ocupan sus propios “espaciostiempos de sistematización.” Sin embargo, el “campo de energía de cohesión” aglutina y cohesiona la Banda de Emanaciones Humana y la Banda de Emanaciones del Sistema-Ente Humano en una “posición donde encaja la percepción”. De esta manera, los seres humanos que desplazan el “fulgor de su conciencia” al “espaciotiempo Theta” pueden conocer al “Sistema-Ente Humano” e interactuar con él. Este mismo ejemplo es de aplicación para nuestras interacciones con los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos”, y para nuestras interacciones con los seres inorgánicos.
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 EL CAMPO MORFOGENÉTICO.- LA RESONANCIA MÓRFICA:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “
La morfogénesis es un modelaje formal de los sistemas biológicos: las células, los tejidos, los órganos y los organismos son modelados por un tipo particular de campo mórfico, los llamados “campos morfogenéticos”. Los campos morfogenéticos están en permanente interacción con los sistemas vivos y se transforman al mismo tiempo, todo ello gracias al proceso de “resonancia mórfica”. Esta “resonancia” es un fenómeno que se produce al coincidir la frecuencia propia de un sistema biológico dado con la frecuencia del “campo mórfico” al que se encuentra asociado.
Una de las más osadas e intrigantes ideas científicas de la actualiadad es la teoría de los “campos mórficos”, propuesta por el biólogo inglés Rupert Sheldrake. Según este científico, los campos mórficos son estructuras que se extienden en el espaciotiempo y modelan la forma y el comportamiento de todos los sistemas del mundo material: átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, organismos, sociedades, ecosistemas, sistemas planetarios, sistemas solares, galáxias, etc… Cada una de estas entidades estaría asociada a un campo mórfico
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específico. Son estos campos los que hacen que un sistema sea un sistema, esto es, una totalidad articulada y no un mero conjunto de partes.
Para entender mejor el funcionamiento del campo morfogenético, aludiré a la conocida “teoría del centésimo macaco”: “ Dos islas tropicales se encontraban habitadas por la misma especie de macaco, pero sin ningún contacto perceptivo entre sí. Después de varias tentativas y errores, un experto simio de la isla < A > descubre una manera ingeniosa de quebrar cocos, que le permite aprovechar mejor el agua y la pulpa del coco. Ningún simio había quebrado jamás cocos de esta forma. Por imitación, el procedimiento rápidamente se difunde entre los compañeros, y luego una población crítica de 99 macacos domina la nueva metodología. Cuando el centésimo simio de la isla < A > aprende la técnica recien descubierta, los macacos de la isla < B > comienzan espontáneamente a quebrar cocos de la misma manera.”
Lo que nos enseña el ejemplo de los macacos, es cómo los campos mórficos, al igual que los campos electromagnéticos de la física, transmiten un algo invisible que permea el espacio. No podemos percibirlo directamente, pero somos capaces de detectar su presencia por medio del efecto que produce. Ese “algo” que se distribuye imperceptiblemente por el espaciotiempo es, en todos los casos, bioenergía. Si se trata de un campo magnético, podemos percibir su fuerza al esparcir limaduras de hierro dentro del campo de acción de un imán. Pero cuando se trata de un campo mórfico, la energía que se distribuye imperceptiblemente por el espaciotiempo, conectando todos los sistemas individuales que están asociados al campo, es información, es decir, conciencia. En el ejemplo de los macacos, el conocimiento adquirido por un conjunto de individuos – cuando es reproducido por suficiente “masa crítica” – se agrega al
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patrimonio colectivo, provocando un acrecentamiento de conciencia que pasa a ser compartido por toda la especie.
El proceso responsable de la colectivización de la información fue bautizado por Sheldrake con el nombre de “resonancia mórfica”. Por medio de ésta, las informaciones se propagan en el interior del campo mórfico, alimentando una especie de memoria colectiva. La resonancia mórfica es un proceso básico, difuso y no intencional, que articula colectividades de cualquier tipo. No es difícil percibir los impactos que el proceso de resonancia mórfica – como principio capaz de explicar el surgimiento y la transformación de los campos mórficos – tiene en la vida humana. Por ejemplo, experimentos en psicología muestran que es más fácil aprender lo que otras personas ya aprendieron: una figura oculta, pero contrastada, en una ilustración, se torna más fácil de percibir después de haber sido percibida por varias personas. Éste y otros experimentos han demostrado, definitivamente, que los contenidos mentales se transmiten imperceptiblemente de persona a persona.
Por todo ello, es lícito pensar, que el campo morfogenético de los seres humanos archiva y transmite, generación tras generación, la información colectiva del conjunto de la especie humana; nuestra particular forma de ver y de sentir el mundo. El psiquiatra y psicoanalista Carl Gustav Jung, denominó inconsciente colectivo
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a todos aquellos sentimientos, ideas y recuerdos heredados y compartidos por toda la humanidad. Todas la corrientes de pensamiento – el animismo, el politeísmo, el monoteísmo, el existencialismo, etc... – están almacenadas en el campo morfogenético de los seres humanos. Solamente la sociedad en que nos ha tocado vivir delimita las fronteras entre cada ideología, y hace prevalecer una religión en detrimento de otra, una forma de gobierno en detrimento de otra, una cultura en detrimento de otra, etc…
Sin embargo, los seres humanos que expanden ambos hemisferios de la conciencia ( ver Cap. III ) y nacen en las sociedades donde emerge y se consolida el “nuevo paradigma de la realidad”, han de enfrentar – al tratarse del nivel mayor de conciencia en la especie humana – toda la “memoria colectiva” almacenada por el conjunto de la especie humana en el campo morfogenético. Es decir, han de encajar el “fulgor de la conciencia” en diferentes “posiciones de ensueño”, fundamentalmente, en el animismo, el politeísmo, el monoteísmo y el nuevo paradigma de la realidad. De esta manera, nuestra conciencia puede ir realizando análisis y síntesis consecutivas que reconducirán el proceso evolutivo del conjunto de la especie humana y, por ende, el proceso evolutivo de nuestro campo morfogenético.
Este campo morfogenético es algo impalpable, difícil de precisar y definir, pero que se halla en el ambiente. Vivimos sumergidos en la Banda de Emanaciones de los Seres Humanos; cada ser humano forma parte de la especie humana, y vive inmerso en ese sistema mayor que es la sociedad en que le ha tocado nacer y crecer. Esa sociedad crea una forma particular de “reacción colectiva”, de ver las cosas, que se extiende a cada ser humano. Podría llamarse la “densidad de la masa”, “el peso de la opinión”, “el influjo de la moda, de las corrientes de pensamiento”, “las correlaciones con los demás seres humanos”, “el determinismo morfogenético”, etc… Basta con que emerja una determinada ideología, o un determinado estilo de vida, o de música, etc…, para que se extienda al conjunto de la sociedad cuando una determinada “masa crítica” de seres humanos lo secunda y lo respalda. Gracias a esa “masa crítica”, se introduce en el ánimo colectivo el mismo deseo, la misma creencia, incluso un sentimiento que no ha entrado por la vía de la razón lógica.
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 LOS “SISTEMAS-ENTES” DE LOS ACONTECERES ORGANICOS E INORGANICOS:
*) Fotogramas de la película: “ ¿ Y tú qué sabes ? “ *) Fotograma documental Año/Cero: “poltergeist”
Con la definición “Sistemas-Entes” de los Aconteceres Orgánicos e Inorgánicos, intento aludir, de la forma más abreviada, a unos seres de la conciencia que resultan muy difíciles de explicar con palabras. Según el diccionario ( y desde una perspectiva filosófica ), “ente” es aquello que no tiene ser real y sólo existe en el entendimiento. Pues bien, resulta muy difícil ver y entender qué es un “sistema-ente”; los fotogramas de arriba, son una mera aproximación a la proyección de estos seres por la Segunda Atención. Pero cualquier ser humano capaz de desplazar el “fulgor de su conciencia” al “espacio-tiempo de sistematización Theta” puede interactuar con estos entes. Se trata de campos de bioenergía que aglutinan a billones de haces de energía, conscientes de sí mismos y que, como sistemas autoorganizadores, coexisten ( en una “posición donde puede encajar la percepción” ) con los seres orgánicos e inorgánicos propios de cada Acontecer. Me refiero, por consiguiente, a sistemas autoorganizadores, con su propio “hacer-suceder” que, a su vez, son subsistemas de otros campos de energía mayores que los sistematizan. Para una mayor información, ver Cap.VI: “IN-OR’X” y Cap.VII: “La visión de sistemas”.
Los “sistemas-entes orgánicos” forman parte del “Conglomerado de Campos de Energía de Sistematización de los Sistemas-Entes Orgánicos”. Los “sistemas-entes inorgánicos” forman parte del “Conglomerado de Campos de Energía de Sistematización de los Sistemas-Entes Inorgánicos”. En cada uno de esos Conglomerados de Campos de Energía se encuentran las diferentes “Bandas de Emanaciones de los Sistemas-Entes Orgánicos e Inorgánicos”. Estas
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Bandas de Emanaciones aglutinan y cohesionan a los “sistemas-entes” propios de cada Acontecer en diferentes ramificaciones o espectros autoorganizadores. Por ejemplo: la Banda de Emanaciones del “Sistema-Ente Humano” es un campo de energía que funciona como una unidad compuesta de distintos sistemas autoorganizadores, cada uno de los cuales es autónomo y autosuficiente en su interdependencia ( ver Cap.IV: “El Sistema-Ente del Acontecer Humano” ).
Cada uno de estos “sistemas-entes” tiene un potencial autoorganizador que le vincula con una especie en particular de seres ( orgánicos o inorgánicos ) propios de cada Acontecer. Todos los “sistemas-entes”, tanto orgánicos como inorgánicos, son “parásitos de la conciencia”. Cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza a sus respectivas “posiciones”, estos seres buscan despertar las emociones más convenientes a sus necesidades biológicas y a sus espectativas o intereses. Intentan, sobre todo, generar emociones extremas ( de dicha, angustia, miedo, ira, etc…) y emociones “contradictorias” ( suscitando, por ejemplo, la duda y la certidumbre simultáneamente, o placer y dolor al mismo tiempo, tristeza y alegría, etc…). De esta manera, las descargas de energía liberadas por nuestras emanaciones aquietan y restablecen sus propias emanaciones.
Al responder a sus impulsos instintivos biológicos, estos seres son capaces de reabsorber el “fulgor de nuestra conciencia” cada vez que hacen presión sobre nuestras emanaciones y, de esta manera, pueden conferirle sus intentos o voluntades. Pero, además, aprovechan esa reabsorción para reproducir sus “centros de interés”; es decir, su particular forma de ver y de sentir el mundo. Al reabsorber “el fulgor de la conciencia”, alteran nuestra conciencia y nos inducen distintos estados de “ser-realización”. Cuando el “fulgor de nuestra conciencia” almacena suficiente energía en esos estados de “ser-realización” o estados de conciencia, estos se pueden convertir en “posiciones donde encaja la percepción”; es decir, en “realidades aparte”, uniformes y cohesivas, distintas de la realidad ordinaria o cotidiana.
Según el diccionario, parásito “es el animal o vegetal que vive a costa de otro de distinta especie”. Los virus, por ejemplo, son un tipo de parásitos que viven a costa de las células de nuestro metabolismo, desencadenando enfermedades que van desde un simple resfriado, hasta enfermedades más
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graves como el sida. Pues bien, existen otra clase de parásitos que no son animales ni vegetales y que nuestro “cuerpo físico energético” ( nuestra Primera Atención ) no puede percibir sin el concurso de nuestro “cuerpo energético de ensueño” ( nuestra Segunda Atención ). Estos parásitos son los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos” y los seres inorgánicos. Estos seres de la Conciencia ( como todos los parásitos ) desestabilizan nuestro sistema autoorganizador, generando enfermedades como la paranoia, la esquizofrenia, los trastornos bipolares maniaco-depresivos, neurosis obsesivo-compulsivas, psicopatías, etc… Estas enfermedades son el resultado de los asaltos de los parásitos de la conciencia a nuestro sistema autoorganizador como consecuencia del desplazamiento del “fulgor de la conciencia” al “espaciotiempo de sistematización theta”.
En este sentido, son interesantes algunas hipótesis que se vienen barajando en psiquiatría respecto a la idea de que sea un proceso infeccioso o una respuesta inmunológica anormal los posibles factores causantes de la esquizofrenia. Siguiendo el “Manual de Psicopatología” de Amparo Belloch, Bonifacio Sandín y Francisco Ramos: < La esquizofrenia puede ser el resultado directo de una infección activa del Sistema Nervioso Central producida por un agente patógeno. Esta hipótesis asume que el agente infeccioso que está alterando de forma activa el funcionamiento celular y molecular en el cerebro y causa el síndrome esquizofrénico es un virus…>
Pero los “sistemas-entes” no son virus en el sentido estricto de la palabra. Lo que resultará inverosímil para casi todo el mundo, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los seres humanos se creen a sí mismos como la única forma de vida inteligente en este planeta, es que existan seres invisibles para nuestros ojos físicos, a un milímetro de distancia y con un potencial que les permite manipular nuestra conciencia y dirigir nuestro comportamiento. Sin embargo, las personas que han desarrollado suficientemente su “cuerpo energético de ensueño” ( nuestra Segunda Atención o conciencia del lado izquierdo del cuerpo – hemisferio derecho del cerebro – ) pueden ver a los “sistemas-entes” e interactuar con ellos. Otra cosa bien distinta es cómo interpreten esa coexistencia.
Desde mi percepción relativa, se trata de “parásitos de la conciencia” capaces de provocar toda suerte de trastornos psicopatológicos. Lo singular, sin
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embargo, en tales desequilibrios psicofisiológicos es que podemos compartir conciencia-energía con estos seres y, así, transferir información de unas Bandas de Emanaciones a otras. Pero hay que tener en cuenta que esa transferencia de información no sirve para nada; es, simplemente, un daño colateral más en nuestro proceso de transformación. Hasta que el “fulgor de la conciencia” no descodifica esas “posiciones donde encaja la percepción” y las hace uniformes y cohesivas, nuestro sistema autoorganizador no encuentra el equilibrio dinámico inestable necesario para restaurar nuestra cordura.
Todos los seres orgánicos ( desde las plantas a los seres humanos ) y los seres inorgánicos, son sistemas o unidades autoorganizadoras que expresan su propio acontecer: el acontecer humano, el acontecer de las aves, el de los peces, el de los seres inorgánicos, etc… Estos aconteceres son sistematizados por Conglomerados de Campos de Bioenergía, inexplicables en sí mismos, que cohesionan y organizan el funcionamiento coherente de cada especie . En cada uno de estos Conglomerados de Campos de Bioenergía de Sistematización o Bandas de Emanaciones, los seres propios de cada Acontecer ( orgánico o inorgánico ) disponen de un potencial: la posibilidad de conectar con los “sistemas-entes” propios de cada Acontecer. Estos “sistemas-entes” forman parte de otros “Conglomerados de Campos de Energía de Sistematización” y, a su vez, disponen del mismo potencial: la posibilidad de conectar con los seres orgánicos o inorgánicos propios de cada Acontecer. Esa conexión se produce en una “posición donde puede encajar la percepción”, y se encuentra en nuestro “espaciotiempo de sistematización Theta”.
Así, por ejemplo, podemos hablar del “Conglomerado de Campos de Bioenergía de Sistematización del Acontecer Humano”. En este Conglomerado de Campos de Energía o Banda de Emanaciones, se encuentran los Sistemas Humanos ( los seres humanos ). Por otra parte, podemos hablar del “Conglomerado de Campos de Bioenergía de Sistematización de los Sistemas-Entes Orgánicos”; aquí se encuentra la Banda de Emanaciones del “S.E.H.”, es decir, el “sistema-ente” que más emanaciones “comparte” con los seres humanos y que puede “compartir” nuestro Acontecer Humano en una “posición donde encaja la percepción”.
Es por ello que a este “sistema-ente” le denomino “humano”; de esta manera lo podemos distinguir del resto de “sistemas-entes” orgánicos e
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inorgánicos y su afinidad particular con otras Bandas de Emanaciones distintas a la Banda de Emanaciones Humana. Cada uno de estos sistemas ( los Sistemas Humanos y el “S.E.H.” ) es autoorganizador, con su propio “hacer-suceder”. Ambos sistemas se encuentran separados por “Barreras de la Percepción”. Sólo en una “posición donde encaja la percepción”, ambos sistemas ( el “S.E.H.” y los Sistemas Humanos ) pueden compartir energía, es decir, conciencia. Esto mismo es de aplicación para el resto de seres de la Conciencia, tanto orgánicos como inorgánicos.
A lo largo de la historia de los seres humanos, estos “sistemas-entes” ( el “S.E.H.” y los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos” con los que coexiste en simbiosis ) se han conocido con otros nombres en función al nivel de conciencia. Para los animistas se trata de los espíritus; para los politeístas son los dioses; para los monoteístas se trata del dios uno y de su opuesto – el demonio – . Desde Platón y Aristóteles se viene hablando de “Moldes”.
Según el filósofo Jostein Gaarder ( “El Mundo de Sofía” ): < Platón ( 427-347 a.d.C. ) opinaba que todo lo que podemos sentir y tocar en la naturaleza fluye… Absolutamente todo lo que pertenece al “mundo de los sentidos” está formado por una materia que se desgasta con el tiempo. Pero, a la vez, todo está hecho con un “molde” eterno e inmutable… ¿ Por qué todos los caballos son iguales ? A lo mejor piensas que no lo son en absoluto. Pero hay algo que todos los caballos tienen en común, algo que hace que nunca tengamos problemas para distinguir un caballo de cualquier otro animal. El caballo individual puede ser viejo, cojo, y con el tiempo se pondrá enfermo y morirá. Pero el “molde del caballo” es eterno e inmutable. Esto quiere decir que, para Platón, lo eterno e inmutable no es una materia prima física. Lo que es eterno e inmutable son los modelos espirituales o abstractos, a cuya imagen todo está moldeado.
Platón llegó a la conclusión de que debía haber un reducido número de moldes que se encuentran “detrás” de todo lo
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que vemos a nuestro alrededor. A estos moldes Platón los llamó “Ideas”. Detrás de todos los caballos, cerdos y seres humanos, se encuentra la “idea de caballo”, la “idea de cerdo” y la “idea de ser humano”. Según Platón, tenía que haber una realidad detrás del “mundo de los sentidos”, y a esta realidad la llamó el “mundo de las ideas”. Aquí se encuentran las eternas e inmutables “imágenes modelo”, detrás de los distintos fenómenos con los que nos topamos en la naturaleza. A este espectacular concepto lo llamamos “la teoría de las ideas” de Platón”. >.
Pues bien, llevamos más de dos mil años arrastrando el concepto de “molde” ( para mayor desfase: eterno e inmutable ) como término que intenta explicar a unos sistemas autoorganizadores, perecederos como cualquier sistema bioenergético, y que nada tienen que ver con un molde. Por ejemplo, Carlos Castaneda ( “El Fuego Interno” ) dice: < El molde humano es un patrón de energía que sirve para imprimir las cualidades de lo humano sobre una burbuja amorfa de materia biológica…; es exactamente lo que dice su nombre, un cuño, una forma, una moldura que agrupa a un haz particular de elementos, de fibras luminosas, que llamamos ser humano… Es un enorme racimo de emanaciones en la gran banda de la vida orgánica. Se la llama el molde humano porque ese es el racimo que llena el interior del capullo del ser humano… Somos simplemente el producto de su sello, somos su impresión… El molde humano es estéril y estático; es a la vez una imagen plana reflejada en un espejo y el espejo en sí. Y la imagen es la imagen del ser humano.
Cada especie tiene su propio molde, y cada individuo de cada especie moldeado por el proceso muestra características particulares de su propia especie.>.
Sin embargo, la palabra “Molde” no debe inducirnos a error. La simbiosis entre el “S.E.H.” y los “sistemas-entes inorgánicos” con los que comparte más emanaciones no es un molde que nos hace a su imagen y semejanza. Esta “entesimbiosis” es, en sí misma, una unidad de sistemas-entes autoorganizadores que, a su vez, son subsistemas de los “Conglomerados de Campos de Bioenergía de los Sistemas-Entes Orgánicos e Inorgánicos”, con un potencial que les permite compartir emanaciones con los seres humanos en una “posición donde en caja la percepción”.
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Los seres humanos somos partes del “Conglomerado de Campos de Bioenergía del Acontecer Humano”; también somos sistemas autoorganizadores y autosuficientes. Esto quiere decir que los seres humanos somos sistemas que se organizan a sí mismos, y que tanto nuestra estructura como nuestras funciones no nos son impuestas por ningún molde, ni por la “entesimbiosis”, sino que vienen reguladas por nuestro propio sistema autoorganizador y devienen, en última instancia, de la “Conciencia-Energía-Materia de Sistematización”; es decir, de la propia “Fuente”, de la Totalidad del Universo. No existe, por tanto, un “Molde Humano” que nos confiera la forma y los atributos humanos ( como hemos apuntado algunos autores ). Esto mismo es de aplicación a todos los “Sistemas-Entes de los Aconteceres Orgánicos e Inorgánicos”. En sí mismos son subsistemas autoorganizadores con un potencial que les permite compartir emanaciones con los seres propios de cada Acontecer.
En términos de energía, cada uno de estos “sistemas-entes” es una “posición donde puede encajar la percepción” de los seres humanos. La naturaleza de un “sistema-ente inorgánico” es esencialmente “inorgánica” y apenas comparten emanaciones con los seres humanos. La naturaleza de los “sistemas-entes orgánicos” es una naturaleza híbrida entre lo “orgánico” y lo “inorgánico”, aunque prevalece su lado “inorgánico”. Estos “sistemas-entes orgánicos” comparten más emanaciones con los seres humanos y suelen ser más afines a nuestra conciencia ( sobre todo los “sistemas-entes” del mundo animal ). El “sistema-ente” orgánico que más emanaciones comparte con los seres humanos es el “S.E.H.”, pues su potencial autoorganizador le permite compartir emanaciones con el “Conglomerado de Campos de Energía ( o Banda de Emanaciones ) que sistematiza el Acontecer Humano”.
Todos los “sistemas-entes” tienen una naturaleza predominantemente “estacionaria”. Se trata de un tipo de energía-conciencia que de alguna manera hace que todo gire en torno a ellos, compeliendo al “fulgor de nuestra conciencia” a fijar su atención de ensueño únicamente en sus centros de interés. Esta conciencia “estacionaria” es mucho más marcada en los “sistemas-entes inorgánicos” y en los “sistemas-entes orgánicos” del mundo vegetal. Una de las cualidades de esta naturaleza estacionaria, consiste en compeler al psiconauta a fijar su atención de ensueño en “estados cruzados de conciencia”.
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Los “estados cruzados de conciencia” son diferentes “objetos de atención” que se presentan a nuestra percepción de manera simultánea. Por ejemplo: puedo encontrarme caminando por la calle y, bajo la “presión” de los “sistemas-entes”, verme compelido a fijar mi atención de ensueño en el sol. Mientras voy pensando en el sol, me cruzo con un grupo de personas que están discutiendo y una le dice a otra: eres un “hijo de puta”; en ese instante – y simultáneamente – se cruza un coche que refleja al sol en su chasis.
Aprovechando estos “estados cruzados de conciencia”, los “sistemas-entes” pueden reabsorber el “fulgor de la conciencia” y, a través de la inducción del pensamiento, hacerme creer – por ejemplo – que soy yo el que está llamando “hijo de puta” al sol. De esta manera, utilizando los “estados cruzados de conciencia”, los “sistemas-entes” alteran patológicamente nuestra conciencia despertando emociones o sentimientos de culpabilidad, ira, ansiedad y angustia, etc… Únicamente un psiconauta experto – es decir, un psiconauta capaz de aislar y reconocer a los “parásitos de la conciencia” – puede racionalizar estas percepciones y comprender que se trata tan sólo de “estados cruzados de conciencia”.
Cuando interaccionan con los seres humanos, los “sistemas-entes” se amparan en la oscuridad y el sigilo. Podríamos decir que para conseguir sus propósitos actúan como los delincuentes: con nocturnidad, premeditación y alevosía. Su comportamiento no es enteramente instintivo, pues tienen un cierto nivel de autoconocimiento que les permite actuar con dolo; es decir: saben lo que hacen y quieren hacerlo. Y lo que hacen es bloquear la expansión y transformación de nuestra conciencia cada vez que hacen “presión” sobre nuestras emanaciones. De esta manera impiden, por una parte, el reconocimiento de nuestro sí mismo autoorganizador y, por otra parte, bloquean la posibilidad de reconocer nuestro vínculo – o pauta de conexión – con la “Conciencia-Energía-Materia de Sistematización”, enturbiando y viciando cualquier intento por reconocer nuestra coexistencia con la misma Fuente de la Vida.
Una de las características fundamentales de los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos” es su capacidad para actuar unidos o arracimados entre sí ( ver página 117 y sgtes: “Entesimbiosis” ). De esta manera pueden ejercer un mayor poder hipnótico. Estos seres de la conciencia tienen un extraordinario poder hipnótico capaz de anonadar por completo a un ser humano, provocando
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las circunstancias más favorables ( fijación de los ojos, inducción del sueño, graduación en los niveles de intensidad cuando hacen presión sobre nuestras emanaciones, etc… ) para ocasionarnos estados de disociación-concentración. En estos trances hipnóticos carecemos de autocontrol, ya que sufrimos una alteración de la conciencia con una reducción de la atención y un incremento de la sugestión. De esta manera, nos entregamos a una obediencia ciega en estados disociados. Este es el caso, por ejemplo, de los chamanes,-as en estados alterados, de los médium o de las personas que padecen psicosis.
Otra de las características fundamentales en el comportamiento de los “sistemas-entes” es su particular mimetismo cada vez que hacen presión sobre nuestras emanaciones, con una tendencia irresistible a imitar nuestro sistema psicomotriz – nuestros movimientos corporales y expresiones faciales – y nuestro sistema cognitivo – “imitando” nuestros pensamientos y “adueñándose” de ellos antes de poder expresarlos – hasta el punto de confundir nuestro intento o voluntad con sus intentos o voluntades, nuestras necesidades y deseos con los suyos, etc… Esto genera diferentes psicopatologías conocidas en psiquiatría como “trastornos psicomotores”, por ejemplo, los ecosíntomas u obediencia automática: ecopráxia ( repetición o imitación de los movimientos que realiza otra persona; puede observarse en la esquizofrenia catatónica ), ecolalia ( consiste en repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de pronunciar la misma persona u otra persona en su presencia ) y ecomimia ( repetición automática de los gestos producidos por el interlocutor ); manierismos: movimientos parásitos que aumentan la expresividad de los gestos y los movimientos; estereotipias: repetición continuada e innecesaria de movimientos o gestos que, a diferencia de los tics, son organizados y generalmente complejos; discinesias: movimientos involuntarios de la lengua, boca y cara, como fruncimiento de labios y muecas masticatorias, etc...
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El mimetismo es un fenómeno bastante común entre los animales. En la fotografía podemos ver al saltamontes verde arborícola; su aspecto recuerda a una hoja verde plegada, mimetismo que le permite escapar de los depredadores. En la familia de los reptiles, el camaleón quizás sea el más representativo; entre los insectos se encuentra la mantis religiosa. Es difícil distinguir una mantis cuando se halla posada sobre un tallo porque su delgado y verde cuerpo se confunde con aquél y sus patitas semejan nerviaciones; los insectos-hoja, por ejemplo, tienen un cuerpo tan parecido a una de estas formaciones vegetales que pasan completamente inadvertidos. Pues bien, los “sistemas-entes” también se valen del mimetismo para alimentarse, “confundiéndose” con nuestras emanaciones cada vez que reabsorben el “fulgor de la conciencia”. Cuesta muchísimo tiempo y esfuerzo llegar a distinguir sus emanaciones ( su conciencia y sus diferentes intentos ) de nuestras emanaciones, es decir, de nuestra conciencia y nuestra voluntad autoorganizadora.
Por ejemplo: los “sistemas-entes” cuando reabsorben el “fulgor de la conciencia” mimetizan, simultáneamente, la descodificación – o interpretación – que nuestro sistema autoorganizador realiza de cualquier objeto donde enfoquemos nuestra atención, apropiándose de ella. Si estamos hablando con una persona recibiremos información que luego procesaremos para responderle; sin embargo, si en esa comunicación interfieren los “sistemas-entes” ( debido a la increíble velocidad a la que reabsorben el “fulgor de la conciencia” y mimetizan sus descodificaciones ) se producirá una interferencia destructiva que, por un lado, impedirá una comunicación racional y sensata con esa persona y, por otro lado, nos avocará a prestar únicamente atención a los intentos de los “sistemas-entes”.
Los “Sistemas-entes” tienen una extraordinaria capacidad para manipular nuestra memoria, haciendo “presión” sobre los haces de energía que la sistematizan. Pueden interferir en nuestra memoria de evocación ( la memoria sobre eventos vividos en el pasado ) y traernos el recuerdo de ciertas personas, hacer que olvidemos determinados sucesos, inducirnos el recuerdo de acontecimientos de nuestro pasado, etc… De la misma manera, también pueden interferir en nuestra memoria de fijación ( la memoria sobre los eventos que acaban de ocurrir ) y alterarla a su antojo; por ejemplo, si estoy estudiando y quiero memorizar el párrafo de un texto, la presión en mis emanaciones por los
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“sistemas-entes” bloqueará cualquier intento en ese sentido; si he cerrado con llave la puerta de casa puedo olvidarlo al instante, etc…
Por todo ello, hemos de generar una voluntad inflexible para desprendernos de la presión en nuestras emanaciones por parte de los “sistemas-entes” ( y de los seres inorgánicos ). Sólo a través de ese intento, podemos liberar a nuestras emanaciones de las incursiones o asaltos de los “parásitos de la conciencia”. Existen diferentes técnicas – que se irán dando a conocer a lo largo de este ensayo – para conseguir este propósito. Sin embargo, podríamos decir que la “técnica por antonomasia “ es generar ese intento inflexible. Con una voluntad inquebrantable por bloquear, repeler y trascender a los “parásitos de la conciencia”, entra en juego uno de los principales fenómenos dinámicos de la autoorganización: la autotransformación o autotrascendencia. Es así como conseguiremos controlarlos y manejarlos consciente e inconscientemente.
Esto se debe a que ese intento inflexible genera, a su vez, un poder de transformación en nuestro sistema nervioso ( sistema nervioso central, periférico y vegetativo ) y en nuestro ADN ( el ADN refleja nuestra conciencia, absorbe y emite energía-conciencia y podemos transformarlo con nuestra voluntad; de hecho, se trata de nosotros mismos ). De esta manera, el conjunto de elementos relacionados con la emisión y recepción de los estímulos, la transmisión de los impulsos nerviosos o la activación de los mecanismos de los músculos; así como con la información contenida en nuestro material genético, que tienen que ver en el procesamiento de la información con los “sistemas-entes” – o, en su caso, con los seres inorgánicos – se va transformando hasta la total liberación de nuestras emanaciones de las incursiones e influencias de los “parásitos de la conciencia” en nuestro campo de energía. De este modo, las personas que expanden ambos hemisferios de su conciencia dejarán de ser ganado de los dioses para ser dueñas de su sí mismo autoorganizador.
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 “ENTESIMBIOSIS”:
Este término es un neologismo que podemos utilizar para referirnos a la simbiosis que se produce entre los “sistemas-entes” cada vez que interfieren en el sistema autoorganizador de los seres humanos. Esta simbiosis es una asociación de seres de diferente especie – unos son “sistemas-entes orgánicos” y otros son “sistemas-entes inorgánicos” – en la que todos se benefician.
Existen dos tipos de “entesimbiosis” y, podríamos decir, dos posiciones distintas donde encaja la percepción en cada una de ellas:
1ª) Entesimbiosis de Primer Grado: Es la simbiosis entre el “S.E.H.” y los “sistemas-entes inorgáncios” con los que comparte más emanaciones:
Cuando el “S.E.H.” interfiere en nuestro sistema autoorganizador no lo hace en solitario, sino “apiñado” con los “sistemas-entes inorgánicos” con los que comparte más emanaciones. De igual modo, los “sistemas-entes inorgánicos” que comparten más emanaciones con el “S.E.H.” no actúan aislados cada vez que hacen presión sobre nuestras emanaciones, sino en simbiosis con el “S.E.H.”. De esta manera, los “sistemas-entes” pueden ejercer mayor presión a la hora de reabsorber y controlar el “fulgor de la conciencia” y suscitar las emociones ( que no son otra cosa que “descargas de energía” ) más convenientes a sus necesidades biológicas ( estos seres – parásitos de la conciencia – se alimentan de nuestras emociones y, así, aquietan y restablecen sus propias emanaciones ) y a sus centros de interés.
Esa necesidad biológica de alimentarse es igualmente válida para todos los seres vivos. Cuando un ser humano siente hambre, ha de alimentarse de otros seres vivos para satisfacer una necesidad biológica imperiosa. Pero esto es hablar en términos de materia, unos términos que todo el mundo entiende. En términos de energía – no hay que olvidar que somos un agregado de billones de haces de energía –, sin embargo, lo que hacemos al alimentarnos es aquietar y restablecer nuestras propias emanaciones.
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En esta “posición donde encaja la percepción”, reconocemos esta entesimbiosis de primer grado como a los espíritus – del fuego, el agua, la tierra, etc… –, en su espectro animista; como a los dioses y diosas, en su espectro politeísta; como al dios uno y su opuesto el demonio, en su espectro monoteísta; y como al “molde humano”, en el espectro nueva era.
2ª) Entesimbiosis de Segundo Grado: Es la simbiosis entre los “sistemas-entes orgánicos” ( y sus vínculos particulares con otras bandas de emanaciones distintas a la banda de emanaciones de los seres humanos ) y el “S.E.H.”:
En esta “posición donde encaja la percepción” podemos transferir información con los “sistemas-entes orgánicos” ( y su particular simbiosis con los “sistemas-entes inorgánicos” con los que comparten más emanaciones ) y el “S.E.H.” ( y los “sistemas-entes inorgánicos” con los que comparte más emanaciones ). Pero hay que tener muchísimo cuidado, ya que en esta “entesimbiosis de segundo grado”, los “sistemas-entes” se van a proyectar como los espíritus de los seres orgánicos – ya sean animales o vegetales –, como divinidades de los seres orgánicos, o como los moldes de los seres orgánicos; induciendo, automáticamente, la paranoia y la esquizofrenia en el psiconauta.
Por tanto, esta “posición donde encaja la percepción” trae muy poca cordura a nuestro sistema interpretativo. Por una parte, apenas compartimos emanaciones con los “sistemas-entes orgánicos e inorgánicos”, vinculados a otras Bandas de Emanaciones distintas a la Banda de Emanaciones Humana. Por otra parte, el actual desequilibrio medioambiental en que nos encontramos inmersos, hace aún más desquiciante para los seres humanos que expanden su conciencia esta “posición donde encaja la percepción”. Por consiguiente, si el psiconauta no quiere caer presa de la locura, debe impedir – en la medida de sus posibilidades – que el “fulgor de la conciencia” encaje en esta posición.
Los “sistemas-entes” pueden introducirse en nuestro amplio cuerpo energético; y, al hacerlo, ejercen presión sobre nuestras emanaciones – haces de energía que sistematizan nuestra forma y nuestros atributos humanos – para provocar las descargas de energía ( que en términos de conciencia podemos traducir por emociones o sentimientos y pensamientos ) más convenientes para aquietar sus propias emanaciones. De esta manera, se produce otra asociación de seres de diferente especie, una asociación interespecífica entre el ser humano
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– organismo anfitrión – y los “sistemas-entes” – “organismos” inquilinos o huéspedes, en una terminología científico-biológica –. Sin embargo, en esta asociación ya no podemos hablar de simbiosis, sino de parasitismo.
El parasitismo ( junto con la simbiosis y el comensalismo ) es una asociación interespecífica o asociación de seres de diferente especie, siendo uno de ellos el parásito ( en nuestro caso los “sistemas-entes” ) y el otro la víctima ( en nuestro caso el ser humano ). En el parasitismo, el parásito obtiene beneficios de la víctima, pues se alimenta a su costa, mientras que la víctima sólo obtiene perjuicios de esta unión. Es el caso, por ejemplo, de los parásitos externos: como las pulgas, los piojos y las chinches, y de los internos: como la tenia o solitaria, la lombriz intestinal, la triquina, el plasmodio – que produce el paludismo –, etc…
Los “sistemas-entes” ( como los seres inorgánicos ) son parásitos externos que interfieren en nuestro organismo cuando el “fulgor de la conciencia” ocupa el “espaciotiempo de sistematización Theta” ( ver: Nivel Theta, en el Capítulo III ). Es por ello que para poder ver a estos parásitos hemos de consolidar – mínimamente – la conciencia de nuestro “cuerpo energético de ensueño”, es decir, nuestra Segunda Atención ( conciencia del “lado izquierdo del cuerpo” – hemisferio derecho del cerebro – ). Sin embargo, el bloqueo sistémico que ejerce nuestra Primera Atención sobre el “fulgor de la conciencia”, ha generado un sistema inmune que protege a la mayoría de los seres humanos de los parásitos de la conciencia.
Solamente una minoría de seres humanos ( que nacen con una sistematización que les permite expandir ambos hemisferios de la conciencia ) y los escasísimos seres humanos capaces de romper las “Barreras de la Percepción”, pueden caer presa y ser víctimas de esa “tela de araña” que tejen los “sistemas-entes” ( y los seres inorgánicos ), y que con su “líquido pegajoso” puede atrapar y retener indefinidamente a un ser humano que no esté prevenido.
Esta distinción que nos ofrece la biología para distinguir el parasitismo de la simbiosis ( donde se benefician ambas especies ) o del comensalismo ( el
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“comensal” se beneficia, mientras que el organismo anfitrión no se perjudica ), es fundamental para saber adecuar nuestro comportamiento cuando los “sistemas-entes” ( o los seres inorgánicos ) parasitan nuestras emanaciones. Si creyéramos que se trata de una simbiosis ( por ejemplo: la asociación de las hormigas con los pulgones; estos les proporcionan un jugo azucarado, a cambio del cuidado y protección que ejercen las hormigas sobre los pulgones ) pensaríamos que el ser humano también se beneficia de esta unión. Si creyéramos que se trata de un comensalismo ( por ejemplo: los “comensales intestinales” o bacterias que viven en el último tramo del intestino de las personas y de muchos animales, y que se alimentan de sus heces fecales sin perjudicar al organismo anfitrión ) pensaríamos que esa unión no nos perjudica.
Pero la asociación con los “sistemas-entes” ( o con los seres inorgánicos ) es muy nociva, tóxica y peligrosa para la salud del ser humano, y siempre nos perjudica. Estos seres, cuando se introducen en nuestro sistema autoorganizador, lo desestabilizan generando enfermedades psicóticas, trastornos de la personalidad y del estado de ánimo, neurosis obsesivo-compulsivas, psicopatías, etc… Otras veces, amparándose en la “oscuridad y el sigilo” que les confiere su propia naturaleza inorgánica, reabsorben y mimetizan de un modo tan sutil nuestra conciencia, que son capaces de dirigir y controlar nuestra vida para servir a sus fines y a un objetivo común: el de percibirlos como seres superiores – espíritus, dioses, dios, el molde humano, seres extraterrestres y más evolucionados, etc… –. Es por ello que el término parasitismo es el más apropiado para definir la asociación interespecífica – en una “posición donde encaja la percepción” – entre el ser humano y los “sistemas-entes” ( o entre el ser humano y los seres inorgánicos ).
Por ejemplo, cuando el “fulgor de la conciencia” se desplaza al espaciotiempo Theta, la “entesimbiosis” ejerce un enorme influjo sobre el psiconauta que se traduce en toda suerte de trastornos psicopatológicos, y que son un fiel reflejo de la conciencia que anima a estos parásitos. Esta conciencia parasitaria se caracteriza, básicamente, por los siguientes síndromes:
1) Tendencias sadomasoquistas ( tiranía, violencia, humillación, terror, etc… ), paranoia, esquizofrenia, narcisismo, histrionismo, neurosis obsesivo-compulsiva, trastornos de la personalidad, patrón patológico de conducta autodestructiva, trastornos psicomotores, trastornos disociativos ( personalidad
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múltiple, despersonalización, fuga disociativa, histeria de conversión, amnesia psicógena… ), trastornos bipolares ( manía y depresión ), trastornos de ansiedad, desviaciones sexuales…
2) Oligofrenia parasitaria con un carácter marcadamente sadomasoquista.
3) Psicopatía, que se traduce en los siguientes síntomas: despreocupación por los derechos y privilegios de los demás, conducta impulsiva, incapacidad para formar relaciones afectivas profundas o persistentes, aparente falta de ansiedad, tendencia a culpar a los demás y a no responsabilizarse por los propios actos, pobreza emocional, falsedad e insinceridad, inestabilidad, falta de sentimientos de remordimiento o vergüenza, conducta antisocial inadecuadamente motivada, razonamiento insuficiente y falta de capacidad para aprender de la experiencia vivida, egocentrismo patológico e incapacidad para amar, pérdida específica de intuición, comportamiento fantástico, etc… Esta psicopatía genera individuos peligrosos y asociales, guiados por la satisfacción inmediata de deseos primitivos; seres impulsivos, agresivos, que no experimentan culpa ni son capaces de desarrollar vínculos afectivos duraderos con otras personas.
Desde esta perspectiva, es muy significativo lo establecido en el “Manual de Psicopatología” de Amparo Belloch, Bonifacio Sandín y Francisco Ramos, cuando definen el “Trastorno Obsesivo Compulsivo”: < Etimológicamente, el término obsesión deriva del vocablo latino “obsesio-onis”, que significa “asedio”. La enciclopedia Espasa-Calpe ofrece las siguientes acepciones: 1) apoderamiento del espíritu del hombre por otro espíritu que obra sobre él como agente externo; 2) especie o cosa inmaterial que persigue o molesta a uno como asediándolo constantemente… La etimología de la palabra resulta relevante para la comprensión del TOC. A este respecto conviene subrayar, por una parte, la noción de cerco, de sitio y asedio con lo que ello implica de algo exterior contra lo que se lucha y se resiste activamente; y, por otra, la posibilidad de agotamiento y rendición final, con lo que ello implica de pasividad: ya han vencido, ya no merece la pena hacer nada.>
La única solución posible para neutralizar a los parásitos de la conciencia ( los “sistemas-entes” y los seres inorgánicos ), es “verlos” y
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bloquear, repeler y trascender sus intromisiones en nuestro campo bioenergético. Bloquear, significa interceptar a estos parásitos y obstruir o cerrarles el paso cuando pretenden interferir en nuestro sistema autoorganizador; de esta manera, impedimos el funcionamiento normal en sus incursiones, inmovilizando y paralizando sus facultades, y dificultando o entorpeciendo su particular parasitismo. Repeler, significa lanzar o echar fuera de nosotros con suficiente impulso e, incluso, con violencia, a estos parásitos. Si no hemos conseguido bloquear sus intromisiones, hemos de aplicar una especie de homeopatía para poder repelerlos; es decir, hemos de aprender a manipular su conciencia con las mismas “artes” que ellos intentan manejarnos. Trascender, implica estar o ir más allá del nivel de conciencia de estos seres, traspasando los límites de sus “realidades aparte” y las experiencias que éstas conllevan, al penetrar en ellas, averiguarlas y comprenderlas.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas aptitudes – el bloqueo, la repulsión y la trascendencia – para salvaguardar nuestras tendencias autoafirmantes e integradoras como seres humanos frente a los ataques de los “parásitos de la conciencia”, requieren varios años para su total dominio e integración. Una vez que esto se consigue, nuestro sistema autoorganizador puede controlar y manejar, consciente e inconscientemente a los “sistemas-entes” y a los seres inorgánicos.

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