Apuntó que asociaciones de ayuda a personas en situación de desahucio "calculan que un tercio de los suicidios son debidos a los desahucios", una cifra que le parece que se ajusta a la realidad actual y que consideró "preocupante y alarmante".
En ese sentido advirtió: "dentro de unos años podemos tener una población muy dependiente de esos psicofármacos".
Añadió que los problemas psicológicos se gestan de manera "paulatina", por lo que "se van cociendo poco a poco" y sus consecuencias pueden verse agravadas si no se toman soluciones anticipadamente.
Destacó que si bien "los problemas de salud mental se están agravando por la crisis", en cambio los poderes públicos no están tomando medidas "preventivas", como sí ocurre en otros países desarrollados.
En ese sentido, Álvarez observó que en Galicia hay menos de 2.000 psicólogos en ejercicio, del total de 2.500 colegiados, y puntualizó que para paliar el "atraso respecto a otros países de la Unión Europea", España debería hacer un esfuerzo.
Álvarez
Prada además matizó que ha habido avances en la consideración de la
aportación social de los psicólogos y en la "desestigmatización" de ese
tipo de tratamiento.
Sin embargo, consideró que "la
Administración tiene que apostar por oponer profesionales en el sector
público" porque "en pleno siglo XXI, que un ciudadano no tenga atención
psicológica no solo constituye un atraso sino una injusticia social".CÓMO COMIENZA EL ABUSO DE RITALÍN
Parece
tan simple al principio. Un estudiante se queda un poco atrasado en sus
estudios. Se va a presentar a un examen y necesita prepararse. Tendrá
que estar despierto hasta tarde para tener alguna oportunidad de pasar
el examen. El café le pone nervioso, pero muchos de sus amigos usan
estas pastillas para obtener la energía extra que necesitan. ¿Por qué
no? Poco dinero; una pastilla, una noche entera de estudio; un
sentimiento de “concentración”.
Ahí quizás sea donde empieza, pero muy a menudo no es donde acaba.
Algunos
estudiantes muelen el Ritalín y lo inhalan como la cocaína para tener
una absorción más rápida. “Te mantiene despierto durante horas”, dijo
uno de ellos.
Y así como la cocaína o
cualquier otro estimulante, esa agradable “explosión” es inevitablemente
seguida por un “bajón”, un sentimiento de fatiga, depresión y un estado
de alerta disminuido. Un estudiante que toma Aderal, (un tipo de
anfetamina) otro estimulante que se consume ampliamente en los campus
universitarios, relató que un estado de “casi claridad” se volvió un
estado de haberse “pasado y estrellado” al día siguiente. Como un
consumidor dijo: “normalmente después me da un bajón tipo coma”.
Y
por supuesto, el consumidor pronto llega a saber que esta sensación de
“bajón” puede ser aliviada con la “ayuda” de otra pastilla que te ponga
arriba otra vez. Y así va.
Lo siguiente puede
ser una dosis mayor, o inhalar para un estado eufórico mayor. La
tolerancia aumenta, así que uno tiene que usar más. Estas dosis mayores
de Ritalín o Concerta pueden conducir a convulsiones, dolores de cabeza y
alucinaciones. Esta poderosa sustancia, parecida a la anfetamina, puede
incluso conducir a la muerte, como en los muchos casos trágicos de
niños que han muerto de un ataque al corazón causado por el daño
relacionado con la droga.
“Probé
por primera vez el Ritalín cuando estaba en secundaria. Me lo
recetaron… pensaron que tenía un ligero TDA [trastorno de déficit de
atención], ya que lo fingí y de esta manera podría tener una excusa para
no ir bien en el colegio (tan sólo era perezosa). Nunca me di cuenta de
que me estaba volviendo adicta y por tanto, no había ninguna diferencia
con cualquier drogadicto habitual.
“Un
día tomé alrededor de 40 mg y sentí que me puso al límite de mi juego.
Permanecí despierta durante días, hasta el punto en que sufrí un
episodio psicótico grave. ¡Fue terrible! Todo parecía estar
derritiéndose, transformándose en otra cosa y estaba aterrorizada”. — Andrea
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