La mascara de la LOCURA
https://www.youtube.com/watch?v=iJpnC98lUWQ
SOL NEGRO UN PSICOPATA EN LA FAMILIA
Introducción
La familia básicamente es un sistema. Y todo sistema que
permanece es porque de alguna manera beneficia a sus miembros.
Por suerte, la mayoría de los psicópatas demuestra su
psicopatía por fuera de la familia. A tal punto que muchas veces la familia ni
se entera de las actividades psicopáticas del individuo. Tienen familia pero
no descargan la psicopatía en ella. Un porcentaje escaso lo hace dentro de la
familia.
El efecto Sol negro
Yo llamé a la acción del psicópata en la familia el efecto
'Sol negro', porque hace que todo el sistema familiar gire alrededor de él,
como si fueran planetas alrededor de un Sol.
A diferencia del Sol que da luz,
da energía, da vida y permite el desarrollo de los individuos, el psicópata,
toma la energía de todos, opaca a la gente, impide el desarrollo de los
miembros de la familia, ejerce un poder intenso. Son como 'vampiros
energéticos', desvitalizan.
Hace unos meses vino a consultar una mujer que se dedica a
la creación de guiones teatrales. Hasta un mes antes estaba casada y era parte
de un circuito psicopático en el que estuvo durante cuatro años. Esta
guionista parecía anémica, en el sentido médico del término. Por la falta de
fuerza física y el atolladero mental en que se encontraba, parecía totalmente
chupada energéticamente.
Me dijo que perdió todos sus amigos, (los psicópatas, en su
afán de poder, separan de todas las personas que son significativas, los va
sacando para concentrar el poder sobre él), y se quedó sin relaciones de tipo
sociales, sin contactos. Contó que su ex marido hasta le sacó su parte
creativa, la opacó. Toda su energía estaba puesta en el modo de poder
satisfacerlo, tarea bastante imposible, siempre había un pero, siempre faltaba
algo
El emergente
Cuando en un sistema familiar hay un psicópata, ¿qué es lo
que primero aparece en nuestro consultorio? Aparece el emergente, aquel que es
signado como "enfermo".JIJIJIJIJUIJIJIJJUJIJUJI
Una vez llegó a la consulta una chica, acompañada por su
madre y su padre, tenía todas las características de un síndrome
esquizofreniforme. Tenía alucinaciones auditivas, visuales, percepciones
delirantes, ideación de ser perseguida, premoniciones. Con esto, es fácil
dejarse llevar y colocar el rótulo de esquizofrenia. Por suerte con la
práctica se aprende que en la esquizofrenia hay que esperar para hacer el
diagnóstico.
Más adelante me entero que el hermano de esta joven de 28
años estaba internado en una granja de recuperación de adictos graves. Una
segunda hermana se casó muy joven: se marginó del sistema. El padre era una
persona muy ansiosa, irradiaba tensión.
En contraste con todo esto, la madre soportaba estoicamente
la carga de esta familia tan pesada y de difícil convivencia. Una madre
abnegada que llevaba su cruz.
Las tres instancias
Por lo general en las familias donde hay un psicópata en
primera instancia se ve el emergente, en segunda se ve que hay
otros miembros de la familia que están con problemas psicológicos o
psicopatológicos, y recién en tercera instancia, con mucha
investigación y la mentalidad abierta, se ve al psicópata, se ve al Sol negro.
Así, he concluido que cuando en una familia hay varios
miembros con descompensaciones psicopatológicas hay que buscar al psicópata,
en algún lado está.
En este caso la psicópata era esta madre, que además
padecía una ludopatía grave. Tenía acciones francas de cosificación; por
ejemplo su madre, una anciana de pocos recursos, vivía de una pensión. Ella
tenía el poder para cobrar esa pensión y sacaba el dinero y lo jugaba. Pedía
préstamos a la empresa en la que trabajaba el marido, a cuenta; bueno, hacía
toda una serie de cosas que no vienen al caso ahora que la tipificaban como
psicópata. Sin embargo, si uno la toma en una primera instancia, parecía una
madre sufrida y victimizada.
Los rasgos neuróticos del psicópata
Algunas veces el psicópata presenta rasgos neuróticos. Esta
es una observación que yo investigo desde hace tiempo, la presencia de rasgos
neuróticos en los psicópatas. Esto es importante de destacar porque nuestra
formación nos lleva a canalizar los diagnósticos a través de las psicosis o de
las neurosis, y cuando observamos rasgos neuróticos vamos
por una vía muy directa a pensar el cuadro como neurosis,
dejando de lado otras posibilidades, y ahí nos perdemos.
Lo emocional impide el análisis
El otro error que podemos cometer al momento de detectar a
un psicópata es dejarnos invadir por lo emocional o lo ético ante las acciones
psicopáticas. Lo afectivo anula el posterior seguimiento intelectual del caso;
nos quedamos con el impacto y paramos de razonar.
La acción invisible de la psicopatía
Sabemos que hay otros soles oscuros, que si hay un
depresivo, uno o más miembros de la familia giran alrededor de él, sabemos que
se da en otros estados también, como en la psicosis. Un neurótico grave
también puede hacer girar a la familia alrededor de él, pero en todos los
casos la familia puede detectar la enfermedad, es un depresivo, es un
neurótico. La psicopatía no se nota, la psicopatía permanece invisible y solo
nosotros la captamos a través de los efectos que producen en la familia.
La atmósfera psicopática
Después tienen que pensar en lo siguiente, los miembros de
esas familias, sobre todo los chicos de estas familias, están en esa
atmósfera, han crecido en esa atmósfera psicopática, entonces para ellos es
indis-tinguible qué es un psicópata y qué no es un psicópata, qué es lo que
está bien y qué es lo que está mal, ellos han crecido así. En la adolescencia
los chicos se abren más a la comunidad e intentan afirmar su personalidad, y
encuentran en la psicopatía un escollo.
Las reacciones a la psicopatía
Entonces pueden reaccionar de distintas maneras:
a) ignorar el tema, negarlo
b) someterse
c) rebelarse:
d) enfermar
Los efectos de la psicopatía
Si bien la psicopatía no es visible, en el sentido de no
ser detectada como una depresión o una neurosis, se ve a través de los
efectos.
Para algunos miembros hay algo que no cierra, que no está
bien. Y a medida que van creciendo más se nota esto. En los niños suelen
notarlo las maestras, los compañeros, hay algo en ese pequeño que no está
funcionando bien, no se sabe qué es, pero se nota que está englobado en una
situación que no es la normal.
El no darse cuenta activo
La esposa del psicópata por supuesto es una complementaria.
La complementaria tiene un modo de no darse cuenta especial. Las cosas
anómalas acontecen y la familia o los amigos le dicen que lo que está viviendo
es un desastre, todos se lo señalan, pero la complementaria no ve, hay un
no darse cuenta activo, trabaja para no darse cuenta.
Cuatro puntos para destacar
Me gustaría insistir en cuatro puntos. Primero, que cuando
ustedes sospechen una psicopatía, traten de controlar su sistema emocional, el
psicópata puede suscitar repugnancia y reacciones afectivas negativas una vez
conocida la acción psicopática: un incesto, una perversión, produce un choque
emocional importante y así no se puede analizar nada. Tenemos que "enfriarnos"
y estudiar el caso, para ayudar, si lo solicitan, a la gente que está
alrededor del psicópata. Segundo, en aquellas familias que presenten varios
miembros con alteraciones psicopatológicas, busquen al psicópata, es muy
probable que lo encuentren. Tercero, no se dejen confundir por los rasgos
neuróticos, el psicópata puede presentar rasgos neuróticos. Cuarto, el
psicópata es un gran absorvedor de energía y ejerce un poder especial sobre la
familia.
Parasitismo. Inteligencia. Actitud bifronte. Seducción.
Mentira. Manipulación. Ausencia de proyecto futuro. Cosificación. Uso
particular de la libertad. Robo. Falta de empatía. Sin remordimientos por las
acciones atípicas. Vamos sumando.
Cómo coordinar un caso así
Una vez descartados los diagnósticos de psicosis y
neurosis, y establecida la corres-pondencia entre los rasgos descriptos por
los familiares y el Descriptor de Psicopatía, podemos presumir la psicopatía.
Puesto en esa posición se diagrama un esquema de
asesoramiento para la familia:
1) Asesoramiento a la pareja consultante: dado que ellos
presentaron el problema, son los que reciben la primera información acerca de
qué es un psicópata. Es decir el planteo inicial es docente. No es tarea fácil
ya que el tema no es conocido y resulta de difícil comprensión. Les sería más
digerible pensarlo como un enfermo al estilo de un neurótico o un psicótico.
Pero la psicopatía es otra cosa: no es una enfermedad sino una
manera de ser, una variante de tipo humano. En este caso que Carlitos pase a
ser Carlos, alguien que conoce la diferencia entre lo bueno y lo malo y puede
dirigir sus acciones y comprender sus actos. Que deje de ser Carlitos en
enfermito, para ubicarlo en su justo rol: Carlos, el psicópata.
2) Intentar que los padres realicen una consulta. Aquí la
docencia es aún más dificultosa. Por lo general los padres, por catatimia,
tienden a minimizar los problemas de sus hijos. Y si existen a buscar en qué
fallaron ellos para que el hijo sea así; se culpan. También suelen luchar
denodadamente para revertir la situación, es decir para que se produzca un
cambio en el hijo. Algunos padres toman el señalamiento del problema como una
agresión o una incapacidad del terapeuta y suelen cambiar de profesional hasta
encontrar alguien que les diga lo que quieren escuchar: que existe un
pronóstico benigno para su hijo. Es decir, les cuesta poner distancia
psicológica para ver con mayor frialdad el problema.
Otros, rendidos ante la evidencia, consultan ellos, lo que
hace más liviano el asesoramiento. En este caso, que el hijo tiene 27 años, la
serie de repeticiones de los rasgos, la frustración y el agotamiento, pueden
facilitar el accionar del terapeuta.
3) Una vez que están informados acerca de qué es un
psicópata yo suelo trabajar acentuando la imposibilidad del cambio.
En un principio esto puede parecer pesimista o directamente nihilista, incluso
anti terapéutico. Pero la experiencia me ha demostrado que los familiares
suelen desgastarse en pos de la posibilidad del cambio, deambulan de consul-torio
en consultorio, de frustración en frustración y lo único que consiguen es
desgastarse en la ilusión y darle más firmeza al sistema psicopático. En
consecuencia suelo explicarles con detalle el concepto: "una manera de ser".
Que son así. Que no van a cambiar. Que hay que aceptarlos con esas
diferencias. Para lograr esto suelo usar el mismo material informativo que
ellos me proporcionan y marcarles cómo se repiten los rasgos,
las actitudes, las experiencias desde los indicios en la infancia, la
acentuación en la adolescencia y la plenitud de las mani-festaciones en la
adultez. El hacerles recordar facilita mayor información y se van conven-ciendo;
contar la historia del hijo, esta vez con la referencia de los rasgos. En este
caso que comentamos el rasgo mentira es de fácil seguimiento, la acción
robo también: "siempre mintió, siempre robó", dice el hermano. El rasgo
parasitismo es muy demostrable y así se procede con los demás.
La aceptación del "no cambio", una vez superada la
decepción, produce el siguiente efecto: no se pierden energías sobre ese tema
y se orientan los esfuerzos en redimensionar el problema y los roles de los
miembros frente
a la psicopatía. La actitud de los miembros del sistema
ante el psicópata cambia.
4) Trabajar sobre la culpa de los padres.
Como dijimos esto es un escollo ya que los padres se sienten responsables de
la formación de su hijo. Y esto puede ser válido para algunas patologías, pero
para la psicopatía no existe un fundamento de peso que lo sostenga. No está
demostrado que una psicopatía pueda ser adquirida o debida a errores en la
crianza de los hijos o derivada de conflictos en la infancia. Pero la mochila
de la culpa hace que los padres apañen las acciones psicopáticas de sus hijos.
Y los psicópatas aprovechan muy bien esta debilidad para manipularlos y
exacerbar el sentimiento de culpa para conseguir sus objetivos.
5) Recién después de esto se puede pasar a trabajar sobre
la distancia psicológica frente al psicópata. Esto consiste en
ver al psicópata como distinto y evita el paso psicológico de la empatía
es decir el razonamiento: "yo en lugar de él haría…". Esto que
puede dar resultado ante un igual, fracasa estrepi-tosamente ante el
psicópata. El psicópata piensa, siente y hace de otra manera. Y una
mente normal nunca puede llegar a com-prender cómo funciona ese cerebro. El
intento de comprender puede ser otro camino falaz en que se embarquen los
familiares. Aquí se debe ser tajante: no se puede comprender la mente de un
psicópata. Los expertos apenas si pueden llegar a entender algo.
La distancia psicológica, entonces, es poder diferenciarse
del psicópata y comenzar a ver sus acciones y los efectos de esas acciones
sobre sí mismo y sobre el resto de los miembros de la familia. Es decir
comenzar a preservarse frente al psicópata.
Hay que aclarar que estas modificaciones deben ser
realizadas paulatinamente a fin de evitar las reacciones agresivas y descom-pensatorias
del psicópata que pueden ser, en ocasiones, de gravedad.
6) La distancia física, el alejamiento del
área de acción del psicópata es lo ideal, es lo que enuncie en 1998 como
Contacto Cero, ningún tipo de comunicación, de relación, de
avistamiento. Esto puede lograrse en casos de complementarias agotadas,
hermanos, hijos adultos y, raramente, en padres
Es difícil, a veces imposible, que los padres puedan
mantener lejos a su hijo psicópata. Sólo en caso de marcados asociales puede
lograrse esto. Pero en los casos de parasitismo la relación con los "huéspedes"
puede ser muy prolongada y solamente podemos darnos por satisfechos si
conseguimos la distancia psicológica, el entendimiento del problema. Es
importante que todos los miembros de la familia estén al tanto del problema y
reciban la educación adecuada: los rasgos de seducción, coerción y
manipulación suelen ser muy acentuados y es necesario apoyarse unos a otros.
7) El traslado del problema: si una familia
se saca un psicópata de encima lo recibe otro grupo social. En el caso del
parasitismo deja de parasitar a la familia, pero pasa a parasitar a otra
persona o grupo, hay un desplazamiento de parasitismo. El psicópata no cambia.
Por eso cuando esta pareja preguntaba qué iba a pasar con Carlitos cuando se
mueran los padres la respuesta es fácil: va a parasitar a otros y, seguramente
ellos (esta pareja)
estaban en la mira del psicópata. Tema que seguramente esta
pareja sospechaba y habrá motivado, también, la consulta.
Entonces la "solución" a la problemática de esta
familia consiste en un "traslado": puede zafar ella del psicópata, pero
el psicópata ejercerá la psicopatía en otro nicho social.
8) La actitud del terapeuta en este proceso:
tenemos que acompañar el proceso, no estar delante del proceso. Si bien se
puede tener claro qué se debe hacer, qué debe hacer la persona, qué debe hacer
la pareja, qué debe hacer la familia, no se puede avanzar por delante de la
familia. Se debe acompañar, coordinar el proceso, no dirigirlo. Estar un tramo
adelante, pero no demasiado. Es la familia la que debe ir asimilando las modi-ficaciones,
absorbiendo los cambios, madurando la problemática. Esto hará que los
resultados sean duraderos y no meros seguimientos de órdenes.
9) Avanzar paso a paso. Por ejemplo: antes de
tocar el tema de la distancia es necesario que las personas estén convencidas
de lo que van a hacer, que no tengan ideas difusas ni vagas, que tengan claro
de qué se trata la cosa.
10) Estar preparados para los altibajos. El
resultado de nuestro trabajo de asesoramiento familiar no es parejo. Suelen
haber marchas y contra marchas. Avances y retrocesos. Recuerden que el
psicópata es un hábil manipulador, que capta las necesidades del otro, que
seduce, que ejerce un poder irracional. No desalentarse ante los resultados
magros o los retrocesos. Mientras la familia solicite el asesoramiento, allí
estaremos.
11) ¿Debemos entrevistarnos con el psicópata?
No es necesario. Sé que esta respuesta provocará más de un escozor, de una
polémica. Pero después de tener a tantos mentirosos, manipuladores,
seductores,
amenazadores del otro lado del escritorio he llegado a esa
conclusión.
Desde luego que los colegas tienen todo el derecho de no
privarse de esas experiencias.
Soles oscuros y Sol negro
Tener un enfermo mental en una familia es muy desgastante.
La familia comienza a girar sobre el enfermo. No se ve nada, no hay herida,
una lesión, algo concreto. Y el paciente tiene esa sintomatología, la
angustia, ese extraño dolor y el familiar contempla. No entiende. Sabe que
algo no está bien y que él muy poco puede hacer.
En la depresión
Cualquiera de ustedes que haya tenido en su familia un
depresivo grave, no un melancólico, ni un pesimista, ni una persona con un
amor no correspondido con la vida, ni un Melancoloide, sino un depresivo
"mayor", sabrá cuanta energía nos lleva. Ver la angustia, la soledad de esa
persona, ese encerrarse a oscuras, no tolerar ruidos, el llanto permanente, la
queja , la ideación suicida. Tanto desgaste. Tanta impotencia. Llega un
momento en que el familiar se agota tanto que, a veces, se alía a la ideación
de suicidio como solución que tiene el paciente. Por eso ustedes, en algún
momento de su práctica, se van a sorprender por insólitos descuidos que
posibilitaron el suicidio del depresivo grave.
Recuerdo el caso de una familia muy adinerada, cuya madre
era una depresiva grave crónica. Varias internaciones. Varios conatos de
suicidio. En una de las interfases y con motivo de una fiesta religiosa, la
albergan en la casa de uno de los hijos. Un dúplex en el noveno piso. Tenían
práctica en cuidar que no esté en contacto con elementos peligrosos,
cuchillos, hojas de afeitar, etcétera.
Las ventanas estaban enrejadas por la presencia de hijos
pequeños del dueño de casa, lo que la hacía más segura para albergar a la
paciente. Y la vigilancia permanente.
En un momento la paciente queda en el piso de arriba y
ellas se reúnen en el piso de abajo para brindar. Fue poco tiempo. Pero el
suficiente para que la paciente fuera al baño, abriera la claraboya y se
arrojara al vacío. Un descuido inexplicable, no conciente, no deseado. Pero
muchas veces el agotamiento hace trampas, y facilita lo no deseado.
He escuchado a familiares de depresivos llorar por la culpa
que sentían de pensar que la muerte era la solución. Sentían que la vida de
ellos también le pertenecía a la depresión, que también ellos habían perdido
gran parte de su calidad de vida, y que nada se podía hacer para aliviar la
crueldad de la angustia depresiva.
Ellos también giraban alrededor del depresivo, no todos.
Siempre era uno, más raramente dos, el que se pega al sistema de la enfer-medad.
Los otros, a su manera, acompañaban, o se radiaban del problema.
Sin embargo la depresión despierta la pena y el deseo de
ayuda por parte del familiar. Luego, con el cansancio, viene la agresión. Pero
el familiar tiene plena conciencia, pasado un tiempo de la fase, que está
frente a un enfermo. Le puede hacer muchos reproches: falta de voluntad, no
apreciar lo que tiene, etcétera, pero sabe que es un enfermo.
En las neurosis
En el caso de los neuróticos puede pasar algo similar, con
otra forma, otra figura que se dibuja en las relaciones familiares. El
neurótico es demandante, manipulador, agresivo a su manera, quejoso,
caracúlico en ocasiones.
Y si es una neurosis grave, también la familia gira
alrededor de ellos. En algún artículo escribí una experiencia: en plena noche
tocan el timbre de mi casa y se me presenta un cuadro altamente dramático. Una
familia acompaña a una chica de 18 años que yace
como desmayada aupada en brazos de su padre. La madre, el
padre, los hermanos, el novio, un vecino. Recuerdo esas caras de angustia, de
desasosiego y los rasgos desfallecientes de la joven. La escena era digna de
un cuadro de Goya o Velásquez, de la música de Wagner. Toda la familia había
dejado todo para socorrerla. Era una histeria. Pero era en esos momentos en
que la histérica generaba estos síntomas tan convocantes, y la familia corría
detrás de ellos. Son mani-puladores, pero hay sosiego, etapas de silencio
sintomático, de latencia, en que cada uno puede hacer su vida. Después de
mucho tiempo la familia encuentra molesto el accionar del neurótico y puede
reaccionar agresivamente. Hay un dejo, en el neurótico, de cosa artificial que
el familiar capta. El familiar hace su vida y paga su cuota por convivir con
un neurótico.
Hay neuróticos muy graves y toda la familia está pendiente
de ellos, giran a su alrededor, pero está presente el concepto de enfermedad.
En las psicosis
En los casos de psicosis, de la esquizofrenia por ejemplo,
un familiar debe ceder su parte de vida para dedicarse a la misma. Nosotros
desde la psiquiatría protestamos cuando observamos en los hospitales que
muchos pacientes crónicos están "depositados" en los pabellones porque los
familiares los han abandonado. Como psiquiatras protestamos: ¿cómo van a dejar
una persona depositada en un hospital?
El director del Hospital Moyano, en un congreso reciente,
reconocía que la mitad de las pacientes internadas se podían ir a sus casas. Y
todos los que trabajamos en pabellones de crónicos sabemos que el
ochenta por ciento o más, no deberían estar internados, que
bien podrían estar en sus hogares o al menos en sistemas de hogares públicos
menos estrictos que una internación psiquiátrica. Pero, desde el punto de
vista de la familia, tener una persona con esquizofrenia, es hipotecar parte
de su vida en aras de la enfermedad: no se lo puede dejar solo, la conducta es
imprevisible. Y muchas veces el familiar se plantea la disyuntiva o él o yo, y
apuestan por su calidad de vida y lo dejan depositado, que el Estado se haga
cargo. El agotamiento que produce la persona esquizofrénica es intenso. Pero
la enfermedad es patente, casi se palpa, no hay dudas que se está frente a una
enfermedad grave.
En la psicopatía
En el caso de la psicopatía he observado que se cumple lo
que me ha dicho una vez un familiar de un psicópata. Hace muchos años ya que
he dejado de buscar las claves de esta profesión en libros de idioma inglés,
francés o alemán para dedicarme a escuchar que me dice el paciente, qué me
dicen los familiares. No qué me debe decir el paciente, de acuerdo a lo que
leí o traduje, sino qué me dice, qué hace, qué me quiere decir este paciente.
Decía, entonces, que un día un padre de un psicópata me
dijo: doctor, este muchacho me roba la vida. Observen qué profundo es ese
sentimiento y cuánta verdad lleva.
Él se daba cuenta que lo absorbía tanto, que la conducta
era tan anormal, tan demandante que el tenía que invertir su vida en el hijo.
Lo que no podía hacer era discriminar, como lo estoy
haciendo yo que sintetizo tantos casos semejantes, que él estaba girando
alrededor de un Sol negro.
Que él estaba corriendo como un bombero detrás de un
piromaniaco que siempre estaba un paso adelante, que llevaba la iniciativa.
Chocaba los autos (un clásico entre los marihuaneros), robos de poca monta,
drogas, alcohol, manipulaciones, mentiras, falta de disciplina y constancia en
los proyectos, cuando los tenía o se los imponían.
El padre siempre tratando de solucionar los problemas en
que se metía el hijo, de ver cómo se podía solucionar el problema,
ilusionándose con un cambio que nunca se producía. Apostando a que era una
etapa alocada de la juventud de su hijo, que ya iba a "madurar".
"Doctor, este muchacho, me roba la vida".
Era un Sol negro.
1) Médico
Psiquiatra, Docente de la Universidad de Buenos Aires